Jueves, 15 de enero de 2015 | Hoy
EL MUNDO › LA PARTIDA DE NAPOLITANO REABRIó UNA VIEJA PELEA ENTRE LOS PARTIDOS ITALIANOS
El veterano político de 89 años tuvo que continuar en su cargo en abril de 2013 porque los partidos políticos no se pusieron de acuerdo sobre un reemplazo y el país estaba al borde del caos. Fue reelecto una vez y lleva nueva años allí.
Por Elena Llorente
Página/12 En Italia
Desde Roma
Después de los atentados en Francia que han elevado la aprehensión, la preocupación y la seguridad en Italia y el Vaticano –como está sucediendo por lo demás en toda Europa– y del final del semestre italiano de presidencia de la Unión Europea, Italia se prepara ahora para otra batalla: la elección de un nuevo presidente de la República. Giorgio Napolitano, que fue presidente por casi nueve años, renunció ayer como había sido anunciado, reabriendo una herida que él hubiera querido dejar completamente cicatrizada después de que en abril de 2013 tuvo que continuar en su cargo porque los partidos políticos no se pusieron de acuerdo sobre un candidato y el país estaba al borde del caos. Napolitano, único presidente de la historia italiana con dos mandatos seguidos, aceptó continuar, pero advirtió que no se quedaría otros siete años, como en cambio estipula la Constitución. Y la pelea entre los partidos, entre los que quieren un representante del propio partido, o un técnico, o un súper honesto, o un conocedor de las leyes o un súper partes, ya comenzó.
En Italia, el presidente de la República no es elegido directamente por el voto popular como en Argentina, si no que, propuesto por los partidos políticos, es votado por las dos Cámaras del Parlamento en sesión plenaria. Entre sus funciones se cuentan la de promulgar las leyes o reenviarlas al Parlamento para nuevos debates, nombrar algunos de los componentes de la Corte Suprema, disolver las Cámaras si su funcionalidad se bloquea por alguna razón y nombrar un nuevo primer ministro –que luego debe ser aprobado por el Parlamento– si el que gobierna ha perdido el consenso parlamentario.
A los 89 años, Napolitano, militante antifascista desde cuando iba a la universidad y después miembro del Partido Comunista Italiano –cuyo heredero es hoy el Partido Democrático (PD)–, compañero de lucha de grandes nombres de la izquierda de Italia desde finales de la Segunda Guerra, como Enrico Berlinguer, Giorgio Amendola y el socialista Pietro Nenni, después de toda su vida dedicada al país ahora quisiera simplemente poder pasear tranquilo. “Estoy contento de poder volver a casa. Finalmente podré salir a pasear”, dijo, en alusión a las estrictas medidas de seguridad a las que se vio sometido todos estos años. Y sobre el país agregó: “Mi deseo para el país es que esté unido y sereno. Debemos estar en guardia, como demuestra lo que sucedió en París, pero sin alarmismo”.
El papa Francisco, que está cumpliendo un viaje pastoral por Sri Lanka y Filipinas, le mandó un mensaje destacando su labor. “Quiero expresarle mi sincera estima y vivo aprecio por su generoso y ejemplar servicio a la nación italiana, desempeñado con autoridad, fidelidad y entrega incansable al bien común. Su acción, iluminada y sabia, ha contribuido a fortalecer en la población los ideales de solidaridad, de unidad y de concordia, especialmente en el contexto europeo y nacional caracterizado por no pocas dificultades”, dijo el telegrama papal.
De ahora en más y hasta la elección definitiva, el país será conducido por el presidente del Senado, Pietro Grasso. Los encuentros entre partidos aliados o no, para ver si existe algún candidato común, ya comenzaron. Para empezar, hace algunos días, el del primer ministro Matteo Renzi, del PD, con el líder del centroderecha, Silvio Berlusconi. Y por eso circulan los nombres de algunos “papables”, aunque hay quien piensa que es demasiado temprano porque todavía falta mucho camino por hacer hasta la primera votación prevista para el 29 de enero. Mientras Renzi asegura que el nuevo presidente será elegido seguramente a fin de mes, Berlusconi declara que no quiere un hombre de la izquierda. La mejor idea, dicen otros, sería encontrar a un candidato que esté por encima de las partes y que sea aceptado por la mayoría. Entre los “papables” se menciona con insistencia a Walter Veltroni, ex secretario del PD y ex alcalde de Roma; al juez de la Corte Suprema Sergio Mattarella y a Anna Finocchiaro, senadora del PD, la única mujer que aparece por ahora en esta lista.
Según algunos analistas italianos, sin embargo, en este momento histórico caracterizado por hechos como los atentados de París y con la amenaza del terrorismo a la vuelta de la esquina, se requiere un hombre reconocido por Europa y por el mundo y que conozca muy bien los mecanismos de la política italiana. A esta descripción respondería, dicen sus defensores, Romano Prodi, un economista que proviene del catolicismo progresista y que fue primer ministro de Italia en dos oportunidades (1996-1998 y 2006-2008) y presidente de la Comisión Europea (1999-2004) además de secretario del PD (2007-2008).
Pero como sucede en la elección de un papa en el Vaticano, los llamados públicamente “papables” no son siempre los que consiguen ser elegidos –el caso del papa Francisco por ejemplo–, y entonces puede suceder que sea elegido un candidato que estaba en segundo plano pero que, como resultado de negociaciones y acuerdos, consigue el apoyo mayoritario.
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