Jueves, 15 de enero de 2015 | Hoy
EL MUNDO › LA IMAGEN DE MAHOMA EN LA TAPA DEL NUEVO NúMERO PROVOCó INDIGNACIóN ENTRE ALGUNOS HABITANTES DE LOS SUBURBIOS DE PARíS
En una escuela secundaria en Seine-Saint-Denis, más del 80 por ciento de los alumnos se negó a guardar silencio en recuerdo de las víctimas del ataque. En otra, un estudiante amenazó con usar un fusil si el maestro insistía.
Por Kim Sengupta *
“Ellos hablan de unidad y de cómo estamos todos juntos y luego hacen esto”, dijo Walid. “Después, cuando alguien sale lastimado, culpan a los musulmanes, como de costumbre.” Sus amigos sonaron como un coro de apoyo; éste fue otro terrible intento de provocar e insultar su religión y su comunidad.
El objeto de su ira fue la nueva edición de Charlie Hebdo, la primera desde que doce personas fueron asesinadas en un ataque contra la redacción de la revista. La portada muestra una caricatura del profeta Mahoma con el titular: “Todo está perdonado”. El perdón, sin embargo, era escaso entre estos jóvenes. “Ellos saben lo que están haciendo y deben asumir las consecuencias”, fue el veredicto de Ahmed. El grupo de cinco, con edades comprendidas entre diecisiete y veintiún años, no se veía muy diferente a los millones de franceses que participaron en la marcha solidaria el domingo. Pero la esquina de la calle gris donde se encontraban era en La Courneave, un miserable suburbio a sólo quince minutos en coche de la capital, pero muy lejos de los ideales seculares de la República.
Mientras los servicios fúnebres se llevaban a cabo para algunos de los que habían muerto en los ataques terroristas, Najat Vallaud-Belkacem, el ministro de Educación, tuvo una reunión con los responsables de enseñanza en respuesta a los muchos escolares de las zonas musulmanas que se habían negado a mantener un minuto de silencio. En una escuela secundaria en Seine-Saint-Denis, más del 80 por ciento de los alumnos se negó a cumplirlo, diciendo que el personal de Charlie Hebdo “se merecía lo que recibió”. En Lille, un niño amenazó con disparar “con una Kalashnikov” a un maestro que les había pedido a sus alumnos que guardaran silencio mientras recordaban a las víctimas.
Estos casos pueden simplemente haber sido una bravuconada de los escolares, pero la amargura y desilusión entre algunos miembros de la comunidad musulmana, sobre todo entre los jóvenes, es muy fuerte. Walid no sólo sintió desprecio hacia los que llevaban las insignias “Je suis Charlie” sino también hacia aquellos que llevaban las que dicen “Je suis Ahmed”, en recuerdo de Ahmed Merabat, que fue asesinado en la calle frente a las oficinas de Charlie Hebdo. Merabat fue uno de los tres agentes de policía que recibió a título póstumo la Legión de Honor a manos del presidente François Hollande.
Muchos musulmanes que se sintieron ofendidos por la burla de la revista al profeta hablaron del policía que defendió el derecho de la libertad de expresión, incluso cuando se ofendió su religión. “Ese oficial de policía se había unido a una fuerza que oprimía al pueblo musulmán, esa gente debía sentir vergüenza”, declaró Walid, de 21 años de edad, la tercera generación de una familia con raíces argelinas.
Otros jóvenes se acercaron para unirse a la conversación. Ninguno de ellos serviría al Estado francés, afirmaron. Algunos hablaron de su admiración por los que habían ido a combatir la Jihad en el extranjero: unos pocos tenían conocimientos sobre armas y también sobre los diversos grupos rebeldes en Siria; las diferencias, por ejemplo, entre Estado Islámico, Jabhat al Nusra y Ansar al Islam.
El factor común entre los hombres jóvenes no era sólo su antipatía hacia el Estado francés y a la sociedad, sino también que ninguno de ellos tiene actualmente un empleo regular. “Yo solía trabajar como constructor, ganaba buen dinero, pero eso terminó. Cada vez que quieren despedir a la gente, los que no son blancos son los primeros en irse”, insistió Karim, de 19 años de edad.
Un hombre mayor, Mahmoud Hannachi, de 64 años de edad, quería que yo describiera lo económicamente deprimida en que se había convertido la zona. “Mira, todo esto ha estado cerrado durante meses, esto no tiene nada que ver con lo que sucedió la semana pasada.” Estaba consternado de que Charlie Hebdo pudiera caricaturizar al profeta Mahoma otra vez, y también que la caricatura se estuviera reproduciendo en el extranjero. “Vi que ahora la están mostrando en Estados Unidos, en Gran Bretaña. ¿Por qué hacen esto? ¿Acaso las personas en Europa y Estados Unidos no saben cuán ofensivo es para el Islam?”
Hannachi creció escuchando historias de su familia sobre los asesinatos religiosos y étnicos. Las víctimas eran entonces los musulmanes –argelinos que participaban en una marcha de protesta en 1961, en París, atacados por la policía–. Los cadáveres flotaban en el Sena. Después de 37 años de negación, el gobierno francés reconoció en 1998 que 40 habían muerto, aunque se cree que la cifra es más cercana a 200.
“Ahora hay jóvenes musulmanes luchando. No estoy diciendo que los asesinatos de la semana pasada estaban bien, no, para nada”, subrayó. “Pero los jóvenes hoy en día, no sólo los musulmanes, parecen estar muy enojados y, cuando están enojados, actúan sin sabiduría.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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