EL MUNDO › EL PRESIDENTE DEFENDIO A RAJATABLA LA INVASION DE IRAK EN LONDRES

Un día de guerra en la gira de Bush

Irak fue ayer el leit motiv de las múltiples declaraciones formuladas en Londres por George W. Bush. Para hoy se esperan masivas manifestaciones en su contra. El presidente también reclamó a Israel que cese la construcción de su polémica valla de seguridad.

 Por Marcelo Justo

En un discurso en Banqueting House, en la reunión con los líderes de los dos principales partidos de oposición y en el momento cumbre de la jornada, su banquete con la reina Isabel II en el palacio de Buckingham, el presidente George Bush hizo lo mismo: defender la invasión de Irak en un mundo signado por el terrorismo y una lucha entre el bien y el mal. “Un fracaso de la democracia en Irak oscurecería el futuro de los iraquíes y convertiría al país en una base de terroristas que tienen como objetivo destruirnos. No vinimos a Irak ni tuvimos bajas para ahora retirarnos”, dijo el presidente en Banqueting House.
En este histórico salón de actos gubernamental, donde hace más de tres siglos se sentenciara a muerte al rey Carlos I, el mandatario estadounidense trazó los lineamientos de su política internacional. En un intento de seducir a la opinión pública británica sin cambiar un ápice sus argumentos, Bush puntualizó el compromiso estadounidense con un orden internacional. “La paz y la seguridad de las naciones libres descansan sobre tres pilares. Primero, las instituciones internacionales deben responder a los desafíos que plantea el mundo moderno, como el tema de la proliferación. Al igual que 11 presidentes anteriores, creo en las instituciones internacionales, pero no creo que esto sea suficiente para hacer frente a los peligros actuales. El segundo pilar es la disposición de las naciones libres para recurrir a la fuerza como un arma de última instancia para contener la agresión y el mal. El tercer pilar es nuestro compromiso con la expansión global de la democracia como única alternativa a la inestabilidad del odio y el terror”, dijo Bush. Pero el jefe de la Casa Blanca también aludió a la crisis israelo-palestina, llamando a Israel a detener la construcción de su polémico muro de seguridad y a los palestinos a cesar el terror.
El presidente tuvo desayuno y cena en el palacio. Con toda la pompa del caso, la reina Isabel II le dio la bienvenida oficial por la mañana en un gran pabellón montado frente al palacio de Buckingham. Una salva de 41 cañonazos saludó al presidente, el primero en visita de Estado y como tal alojado en el palacio de Buckingham, desde que Woodrow Wilson cruzara el Atlántico en 1917. Después de este roce con la realeza, el presidente se dedicó a los commoners, la gente común, si así se puede llamar a la selecta audiencia de Banqueting House o a los dos líderes opositores, el conservador Michael Howard y el liberal Charles Kennedy. En declaraciones posteriores al encuentro, el líder liberal señaló que el mandatario le aseguró que los nueve presos británicos capturados en Afganistán, que se hallan con otros 600 en Guantánamo sin ser sometidos a juicio, serían puestos en libertad si el primer ministro Tony Blair lo solicitaba. Por la noche el presidente se vistió de smoking y se sentó al lado de la reina Isabel II durante el banquete que le ofreció la monarca.
La familia real, que raramente se olvida de poner su toque original a estas ocasiones, no perdió su oportunidad en esta visita. En la mañana, el matutino Daily Mirror reveló en su primera plana cómo uno de sus periodistas obtuvo un puesto como sirviente en el palacio presentando referencias falsas (ver aparte). Burlando con total facilidad las medidas de seguridad de la monarquía, el periodista Ryan Perry describió en su artículo cómo le llevó el desayuno a la reina y ganó acceso al dormitorio donde duermen el presidente George Bush y su esposa Laura. En la mecánica de las tareas palaciegas, se preveía que ayer sirviera el desayuno al mandatario. A tono con la irresistible inclinación al absurdo que parece mostrar la familia real, se trata del segundo incidente de este tipo en sólo meses. En el verano fue un comediante británico quien consiguió meterse en la celebración del cumpleaños del príncipe Guillermo disfrazado de Osama bin Laden para más ironía. El gobierno británico anunció que se realizaría una investigación especial para revisar la política de seguridad de la casa real. Un poco tarde: el papelón ya había recorrido el mundo entero.
El dispositivo de seguridad pareció bastante más eficiente para el control de las protestas que se sucedieron en distintas partes del país en todo el día. Las principales se concentraron en el palacio de Bu- ckingham y terminaron en escaramuzas con la policía que detuvo a unos 25 manifestantes. En ningún momento se trató de más de 600 personas. Pero es sólo un aperitivo. El plato fuerte será la manifestación de hoy que terminará en la Trafalgar Square a menos de un kilómetro del palacio, a la que los organizadores esperan la asistencia de unas 100.000 personas.

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