EL PAíS › EL EJE BUENOS AIRES-SANTA CRUZ EN EL SENADO
La Santa Alianza anti Menem
En el Gobierno evalúan que la oposición a Kirchner comenzará a estructurarse en el Senado con el ingreso de Carlos Menem. La posibilidad de elegir nuevas autoridades en el justicialismo.
Por Sergio Moreno
“Este año que viene (2004) deberíamos ordenar el partido. La designación de (Eduardo) Fellner como titular de la CAP es para un momento de transición. Creo que, como están las cosas, hay que buscar al candidato adecuado y elegir al presidente del PJ.” Así habló a este diario un destacado integrante del gabinete nacional, conocedor de liturgias varias del peronismo, usual consigliere del Presidente. Para el funcionario, el escenario de la pelea intramuros del PJ será el Senado de la Nación, donde vislumbra se erigirá la oposición interna a Néstor Kirchner. “Para enfrentarla –dice– se debe consolidar el eje Santa Cruz-Buenos Aires, que debe ser indestructible.”
El hombre mueve la mesa de arena en medio de los sordos ruidos que se dejan oír en la provincia de Buenos Aires, a raíz de la avanzada presidencial sobre la maldita Policía Bonaerense y la entente que conforma con los sectores más espurios de la política conurbanera (cuyo hijo natural es la delincuencia y su impunidad). El funcionario citado sabe –lo vive día a día– de las labores de Kirchner, de sus planes, de sus arietes en esta batalla (el gobernador Felipe Solá, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, posiblemente la senadora Cristina Fernández de Kirchner, tres instancias de las que ya se dio cuenta en este diario el domingo pasado). También de las preocupaciones de Eduardo Duhalde, paradójico caso de aliado estratégico que ha devenido, a la vez, objeto de los desvelos presidenciales. ¿Cómo tramita el funcionario consultado, ministro él, esa dialéctica? Ensaya: “La pelea del Presidente es con el aparato; Duhalde sabe que necesita cambiarlo, aunque está atrapado en él, se le está escapando de las manos. No sé cómo lo resolverá, pero debe hacerlo”, dice.
Un atisbo de aggiornamento del paleolítico PJ bonaerense fue anunciado este fin de semana. El ex presidente instruyó a su operador Alfredo Atanasof, diputado electo y asesor para su cargo del Mercosur, para que inicie un debate para rejuvenecer la anquilosada estructura partidaria, convocando a dirigentes e intelectuales. Así dicho, tal como lo enuncian en las usinas duhaldistas, la anunciada renovación parece bastante improbable: es poco factible que hombres que deben su poder –municipal, legislativo, dirigencial, económico– al costado oscuro de la política modifiquen sus costumbres a raíz de un debate intelectual. No es lo usual en el Conurbano.
No obstante, la carta enviada anteayer por Duhalde desde Brasil a sus diputados nacionales y viejos aliados –dos de ellos ministros de la Nación, como el de Interior, Aníbal Fernández, y el de Defensa, José Pampuro– derramó una directiva disciplinadora muy en consonancia con los aires de cambio exigidos desde la Casa Rosada y vislumbrados por el mandamás del peronismo bonaerense.
El confidente de Página/12 sabe que esta lidia irá cobrando forma paralelamente a otra, que apuntará a conformar un polo de poder alternativo al círculo nucleado en derredor del Presidente. El escenario será, según el hombre citado, el Senado de la Nación. “Va a ser un Senado interesante, importante. Por ejemplo, Carlos Menem estará allí el año entrante, será senador; ya lo decidió. El es senador suplente; quizá renuncie Ada Mazza, quizás Eduardo (Menem) para dejarle el lugar, quizás haya elecciones en marzo para reformar la Constitución riojana y allí inventen algo”, relata el funcionario, haciendo alarde de informado.
Este estratego del Presidente arma el siguiente escenario: “En el Senado se va a estructurar la oposición de derecha dentro del PJ, a partir de Menem, los salteños, los pampeanos, (Carlos) Reutemann y los cordobeses. A eso se tiene que oponer el eje de poder Santa Cruz-Buenos Aires, que debe ser indestructible”, analiza el ministro dejando escapar, junto con sus lucubraciones, la expresión de sus deseos. El eje de poder es el establecido hasta ahora –amén de la pelea que tiene a la inseguridad del Conurbano como centro–, que permite a Kirchner gobernar con calma política y avanzar en su proyecto estratégico, que contempla construir apoyos extramuros del PJ para su gestión.
“Solidificando el eje Santa Cruz-Buenos Aires, se le va a hacer difícil a la oposición darnos batalla de verdad. Piense usted que alrededor de dicho eje orbitarán los jujeños, misioneros, tucumanos, alguno de Santa Fe con Jorge Obeid (gobernador electo y adversario interno de Reutemann), los mendocinos, formoseños, sanjuaninos, y así... Es lo que se viene, y hay que estar preparados”, advierte la fuente.
Duhalde se hará presente de cuerpo en esta brega en 2005, cuando vuelva a ser electo senador por su provincia, si es que la realidad de aquel porvenir llegase a coincidir con sus anhelos de hoy.
El partido
En el Gobierno no se les escapa que este enfrentamiento por venir tendrá otra caja de resonancia: el partido. A él apunta, con más voluntarismo que principio de realidad, Carlos Menem, que dijo competirá por su presidencia. En la Casa Rosada ningunean las bravuconadas otoñales del riojano, aunque no dejan de prestar atención a la estructura del Partido Justicialista.
La cabeza del PJ está hoy a cargo de una Comisión de Acción Política (CAP), tutelada por el reelecto gobernador jujeño Eduardo Fellner, aliado de acero de Kirchner, de buena química con Duhalde. El hombre, consensuado para el cargo entre el Presidente y el ex, es la cabeza de un cuerpo colegiado integrado por los gobernadores provinciales y delegados de los distritos. Es posible que por la provincia de Buenos Aires ingrese a dicho colegio Felipe Solá o, en su defecto, el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Eduardo Camaño. No obstante, la estructura de marras, creada para dejar afuera del PJ a Carlos Menem, ha dejado de satisfacer las necesidades del Gobierno. “Este es un cuerpo electo para la transición. Sirvió, pero va a dejar de servir porque no puede decidir nada”, dice un integrante del gabinete nacional, para quien el año 2004 sería propicio para rediseñar la conducción partidaria.
Sin embargo, no son pocos los problemas que se debería sortear. El más importante de ellos es la carencia de candidatos de peso para ocupar el cargo. “Ninguno de los dos hombres que serían conductores naturales quieren ir, ni Kirchner ni Duhalde. No se vislumbra un dirigente intermedio que pueda ocupar esa ausencia”, dice la fuente mencionada al comienzo de esta nota. Y especula: “Podría haber sido Rubén Marín (gobernador saliente de La Pampa), pero no es confiable por su pasado menemista. Otro como él, por ahora, no hay”. Ayuno de dirigentes con los kilates suficientes para ponerse al hombro, per se, al PJ, el confidente deja salir un nubarrón de sus pensamientos. Dice: “No vaya a ser que nos pase lo que siempre hizo el peronismo: cuando no hay candidato aparece Antonio Cafiero. Cuando no tenemos oro, apelamos al bronce. Ya lo hicimos con (Italo) Luder”.