EL MUNDO › POR PRIMERA VEZ LULA BAJA TANTO EN POPULARIDAD COMO EN CONFIANZA
Luz roja para el obrero presidente
Encuestas de opinión pública, reacciones de los mercados y opiniones de los intelectuales empezaron a registrar un claro descenso de la imagen de Lula, quien por primera vez cuenta con una tasa de credibilidad negativa del 52 por ciento en la crisis de sobornos.
Por Darío Pignotti
Desde San Pablo
Lula empieza a perder su mayor activo político, la credibilidad de los brasileños. La tercera encuesta de opinión de una serie que comenzó junto con la crisis por corrupción muestra por primera vez, desde junio, que son mayoría los consultados que no confían en el mandatario. El sondeo concluido a comienzos de esta semana dice que el 52 por ciento ya no cree en Lula, mientras el 43 por ciento aún lo hace. En junio el humor popular era muy distinto: el 56 por ciento no tenía sospechas de Lula, mientras el 38 por ciento temía de su complicidad con la red de corrupción montada por parte de su gobierno y su partido.
Ese dato cualitativo del sondeo tal vez sea lo más preocupante para el mandatario que, cada vez más distante del Partido de los Trabajadores, está embarcado en el contacto directo con la población. La encuesta de Ibope también registró un retroceso del presidente en su proyección para las elecciones del año próximo, donde sería derrotado, en segundo turno, por el alcalde de San Pablo, José Serra. En esa simulación, Lula obtendría 35 por ciento, y Serra el 44. Lula vencería a otros candidatos, como el gobernador de San Pablo, Geraldo Alkmin, y el ex gobernador de Río de Janeiro Anthony Garothino.
Un paso atrás
Apenas un mes y medio después de haber asumido la presidencia provisoria del Partido de los Trabajadores, Tarso Genro comienza a demostrar su impotencia para llevar a cabo su promesa de “refundación” luego de depurar a la vieja dirigencia. Ayer Genro, tras recibir consejos del propio Lula, debió desistir de su promesa de renunciar a su candidatura a presidente en los comicios internos del 18 de septiembre si José Dirceu no daba un paso al costado.
El martes, Genro había proclamado que no quería ser “la reina de Inglaterra”, que reina pero no gobierna en el PT, mientras Dirceu continuaba mandando en las sombras. Sin embargo, ante la intransigencia de Dirceu, que ayer reiteró que no renunciaría, Genro adoptó un tono más conciliador. “Mi posición no está relacionada con ningún nombre en especial, está relacionada con la naturaleza de la transición. (Quiero) una transición renovadora, para cambiar el estilo de conducción.”
Ex ministro de Educación, cargo que dejó para comandar el partido por instrucción de Lula, Genro ganó interlocución con la izquierda petista por haber embestido contra la vieja dirección y cuestionar la gestión económica, al punto de avisar que no votaría al ministro Antonio Palocci si fuera candidato presidencial en 2006.
El “efecto Buratti”
El mercado tuvo ayer un día intranquilo: el dólar subió 1,2 por ciento y el riesgo país creció de 413 a 421 puntos. Hubo preocupación por lo que hoy pueda decir en la Comisión Investigadora de los Bingos Rogerio Buratti, ex secretario del ministro de Economía Antonio Palocci, al que acusó de recibir sobornos cuando fue intendente de Riberao Preto, interior paulista. Para frenar el “efecto Buratti”, Palocci dio una conferencia de prensa el domingo y llevó calma a las operaciones del lunes. Pero nuevas revelaciones pueden ventilarse, como el supuesto financiamiento de los bingos a la campaña de Lula o los 42 minutos de telefonemas entre Buratti y Palocci en 2003, información esta dada anoche por la revista Veja.
Especuladores, funcionarios y legisladores están pendientes de Buratti y su inestabilidad emocional, motivo alegado por el “arrepentido” para postergar su comparecencia. Hoy será la tercera vez que Buratti declare. Primero lo hizo en el Congreso desmintiendo todas las acusaciones, días más tarde en la Justicia, donde, amparándose en la “delación premiada”, asumió haber sobornado e implicó a Palocci.
La primera pregunta es cuál de los roles adoptará hoy. La segunda es si los legisladores consideran que los dichos y las pruebas son suficientes para convidar a Palocci a la Comisión Investigadora. Eso tensionaría mucho al mercado.
Elogio del silencio
Antes de ser presidente, Fernando Henrique Cardoso (1994-2002) ya era conocido como el “príncipe” de la sociología brasileña. En su carácter de intelectual, pero sin resignar sus aspiraciones electorales, Cardoso criticó a la filósofa petista Marilena Chauí, de quien dijo que “sabe mucho acerca de filosofía, la respeto como especialista en Spinoza (pero) debería tener la humildad de decir ‘yo no entiendo nada de política’”.
El lance recalentó la polémica en la intelligentsia brasileña, dividida ante el fracaso del PT, que supo recoger gran adhesión en la Academia.
El encono de Cardoso fue luego de que la filósofa afirmara, en el seminario “El silencio de los intelectuales”, que en el Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) no hay intelectuales en el sentido estricto, sino ideólogos que diseñan pensamiento para que los medios monten sus campañas informativas lesivas al gobierno. Contra la opinión dominante, Chauí reivindicó el derecho al “silencio” de los intelectuales, acosados, según ella, por el timing de los aparatos de comunicación para que se pronuncien a cada momento sobre cualquier cosa.
El cantante y escritor Chico Buarque, premiado esta semana por su última novela, Budapest, coincidió con la profesora en que es mejor reflexionar, callar y luego hablar. Sin esconder su aflicción por el fracaso del gobierno, Buarque dijo que no está en sus planes escribir un “samba sobre el mensalao (sobornos): el alma del país está herida”.
Marcelo Coelho, sociólogo y editor, expuso su decepción sin atenuantes con el PT. Según Coelho, la raíz de la crisis no está en los pactos con partidos impresentables sino en la propia campaña del 2002. El PT quiso conquistar el poder apostando “no al esclarecimiento ni la lucidez del pueblo, sino al marketing, a la profesionalización de la mistificación”. Fascinado por la vida palaciega, el PT dejó atrás sus banderas de ética y justicia y optó “por la vía televisiva para la toma del poder”.