EL MUNDO

Entre la pared y un lugar muy duro

 Por Rupert Cornwell *
Desde Washington

El alto mando republicano estuvo bajo nueva presión ayer cuando el presidente Bush se vio forzado a hacer una larga defensa de su última nominación a la Corte Suprema, mientras que Tom DeLay, la anterior locomotora partidaria en el Congreso, se enfrentaba a nuevos cargos de financiación ilegal de campaña que amenazan su carrera. Mientras trataba de salir de este, el tramo más duro de su presidencia, Bush esperaba que al elegir a su abogada en la Casa Blanca, Harriet Miers, para la Suprema Corte, se aseguraría otro refuerzo político muy necesario, que se sumara a la convincente confirmación de John Roberts como el nuevo presidente de la Suprema Corte. Por el contrario, está siendo atacado por algunos conservadores, normalmente sus partidarios más firmes, por perder una oportunidad de establecer a la Corte en un sendero estable de derecha, y aparentemente cediendo de nuevo al vicio del amiguismo.
El presidente había recibido “una oportunidad que solamente se da una vez en una generación de regresar la Corte al constitucionalismo”, fue el ácido comentario de Patrick Buchanan, un ex candidato a la Casa Blanca y un firme conservador. Pero “George W. Bush pasó por encima de más de una docena de los mejores juristas de su época para nombrar a su abogada personal”. Ayer, Bush se vio forzado a dedicar media hora de una conferencia de prensa de una hora a defender el argumento conservador para Miers, llamándola una “estricta constitucionalista” que no trataría de ampliar la ley legislando desde su estrado. E insistió: “Ella no cambiará”. Bush también rechazó los cargos de amiguismo diciendo: “Elegí la mejor persona que pude encontrar”. Describió a Miers como “enormemente calificada”, aunque nunca estuvo en un estrado y es obvio que tiene muchas menos credenciales que otros varios candidatos mencionados para la vacante de la Corte.
Esto podría arrastrar a la Casa Blanca hacia otra desgastante batalla política. Aunque los demócratas en general han dado una cauta bienvenida a Miers –para la mal disimulada irritación de los conservadores– van a buscar documentos que muestren qué asesoría legal le dio a Bush, para tener una idea de su pensamiento sobre temas claves. Pero Bush ayer dejó en claro que se negaría. Hacerlo, respondió el presidente, significaría violar la doctrina de “privilegio ejecutivo” y desalentar a la gente de dar un consejo franco al presidente.
Las encuestas en los últimos días sugieren que Bush se han recuperado del punto más bajo que alcanzaron después del huracán Katrina, llegando a alrededor del 45 por ciento desde las cifras por debajo del 40 por ciento, cuando tronaban las críticas por la respuesta fallida de la administración a la tormenta. Pero los nuevos cargos contra DeLay podrían debilitar otra vez la autoridad de la Casa Blanca, al desacreditar aún más al líder republicano, que hizo más que nadie por avanzar la agenda legislativa de Bush en el Capitolio. La segunda acusación involucra las mismas irregularidades financieras de campaña en su estado natal de Texas que forzaron a DeLay a renunciar como líder de la mayoría de la bancada republicana la semana pasada y provocaron una respuesta similarmente despectiva del involucrado. “Una abominación de la justicia” e “increíble” fue como describió DeLay la nueva acusación, que se refiere a 190.000 dólares de dinero reunido por el comité de acción política que él fundó, que fue enviado a Washington y luego de vuelta a Texas para patrocinar la campaña republicana en las elecciones legislativas estatales de 2002, en violación a la ley de Texas.
Pero algunos expertos dicen que la segunda acusación, por lavado de dinero, es más seria que la primera, por conspiración, que siempre es difícil de probar. El proceso de DeLay se había fijado para el 21 de octubre, pero sus abogados han estado afirmando que un juez descartaría los cargos y que pronto estaría de nuevo en su antiguo puesto como si nada hubiera pasado. Eso parece ahora menos probable. DeLay, además, puede llegar a tener una verdadera pelea frente a él para retener su banca en la Cámara, en un distrito suburbano de Houston donde su mayoría ha mermado en forma estable en los últimos años, llegando a sólo 55 por ciento en 2004. Salvo que sea exonerado rápidamente, analistas políticos dicen que podría ser derrotado en noviembre de 2006.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère.

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Bush dedicó la mitad de su aparición a defender a Miers.
 
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