EL MUNDO › REUNION DE EVO MORALES Y LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
El país de las caras morenas
El electo presidente de Bolivia –con el 54 por ciento, según el cómputo oficial– delineó la agenda que lo ocupará desde su asunción.
Por Pablo Stefanoni
Desde Quillacollo
La Casa Campestre, un apacible hotel de cuatro estrellas poblado de árboles ubicado en la localidad de Quillacollo, vecina a Cochabamba, se pobló ayer de indígenas, campesinos y algunos representantes de las “clases medias” para reunirse con Evo Morales. A simple vista, era la escena de cualquier ampliado sindical, con un detalle: el Evo Morales que lo presidía es el primer presidente indígena electo de Bolivia, el “Hermano presidente”, como lo llaman sus compañeros de lucha, que no ocultan el orgullo de saberse partícipes de este momento histórico.
Los rostros morenos –esos que en la Bolivia moderna siguen sufriendo una suerte de apartheid– ya no son los mismos, hoy condensan la expectativa de sentirse en el centro de la historia, mirados por la burguesía de los barrios acomodados con una mezcla de perplejidad y temor por sectores de las clases medias, con la esperanza de que “si éstos gobernaron 180 años y lo hicieron tan mal quizás el Evo lo haga mejor” y por el mundo que, como nunca, puede ver a un indígena en la tapas de los principales periódicos. “Hasta vino (la cadena) Al Jazeera”, dice un militante resumiendo la gesta. “Será un gobierno de los movimientos sociales”, dijo el mandatario electo.
La distribución de los asistentes decía mucho sobre la izquierda indígena que está por llegar al gobierno en Bolivia: en la testera estaban los dirigentes de las organizaciones sociales, junto a Evo Morales y el vicepresidente electo Alvaro García Linera. Abajo, en las sillas, diputados, senadores y prefectos electos, quienes “deben responder ante las organizaciones que parieron el instrumento político de los oprimidos”. Fundado en 1995, el Movimiento al Socialismo (MAS) parece a mitad de camino entre quienes proponen “cambiar el mundo sin tomar el poder” y les escapan a las responsabilidades institucionales, y los partidos de centroizquierda que levantaron anclas con los movimientos sociales que les dieron origen, planteando una forma novedosa de articulación de lo social y lo político. Morales adelantó que en el acto de asunción (22 de enero) “no solamente hay que invitar a presidentes extranjeros, sino que tienen que estar las organizaciones sociales de toda Latinoamérica, que servirán para frenar la soberbia del imperio”.
“No hemos ganado para tres meses, ni para cinco años, hemos ganado para cambiar la historia de los próximos 50 años”, dijo Morales, quien se jactó de haber obtenido el 97 por ciento de los votos en la región cocalera del Chapare, cuna de su actividad política, y de haber sido “el mejor encuestador” al anticipar que “el MAS doblaría el resultado de los sondeos”. Con el 93 por ciento de los votos contados oficialmente, el candidato de la izquierda alcanzaba ayer el 54,1 por ciento, frente al 28,6 del ex presidente Jorge Quiroga.
Uno de los temas centrales del ampliado fue la fuerte interpelación ética al heterogéneo conjunto que conformará la numerosa bancada masista. El encargado de realizarla fue García Linera: “Ustedes son soldados de los movimientos sociales que marcaron la agenda que este Parlamento tiene que cumplir: Asamblea Constituyente para que este país se transforme radicalmente y nuevo modelo económico. Ustedes tendrán que aprobar la nacionalización de los hidrocarburos. De manera inmediata tenemos que dar las grandes leyes para que la historia de Bolivia cambie. Que nadie crea que llegó el tiempo del peguismo (cargos por acomodo), todos debemos dar una señal clara de que no estamos acá para enriquecernos. Si no cumple con esto, la Asamblea Constituyente con poderes soberanos (convocada para julio de 2006) sabrá qué hacer con este Parlamento”. Un dato: Bolivia formó parte ayer de los 19 países a los que el FMI condonó la deuda. Horas antes, Evo Morales había anticipado algunas medidas de gobierno, entre las cuales figuran la eliminación paulatina de las superintendencias de regulación sectorial y “el cambio del viejo sistema de cuoteo político” de instituciones como la Corte Nacional Electoral (CNE) y la Corte Suprema de Justicia. Sigue pendiente la conformación del gabinete.