EL MUNDO › NUEVAS DENUNCIAS DE AMNISTIA INTERNACIONAL

Un año de agujero negro en Guantánamo

La prisión de Guantánamo, en Cuba, cumplió un aniversario poco feliz con la revelación de nuevos informes de Amnistía Internacional (AI) de atrocidades perpetradas en esa base naval por Estados Unidos en el marco de la guerra contra el terrorismo, donde mantiene detenidos, sin cargos ni juicio, a unos 500 presos. “En Guantánamo, unos 500 hombres han sido tratados con un desprecio que nadie debe ser obligado a soportar”, declaró la organización de defensa de los derechos humanos, que reclamó nuevamente el cierre de la prisión a cuatro años de su apertura.

Los 500 presos en Guantánamo, de 35 nacionalidades distintas, fueron en su mayoría detenidos en Afganistán en octubre del 2001 por Estados Unidos, que se refiere a ellos como “combatientes enemigos”. En la práctica, los detenidos permanecen en un agujero negro legal, muchos de ellos sin acceso a tribunal o asistencia legal de ningún tipo, o visitas de su familia. Muchos permanecen en pequeñas celdas sin oportunidad de hacer ejercicio, o permanecen en régimen de aislamiento por infringir las estrictas reglas del campo. Varios detenidos intentaron incluso suicidarse.

Uno de los impactantes testimonios publicados por AI es el del yemenita Juma al Dossari, arrestado en Pakistán a finales del 2001 y transferido a Guantánamo en enero del 2002. Dossari reporta que vio a soldados estadounidenses meter la cabeza de detenidos en el inodoro, y luego dejar ir el agua, hasta casi ahogarlos. Fue testigo también de golpes infligidos por soldados norteamericanos a presos que estaban enfermos o heridos, incluso delante de médicos y enfermeras. Los soldados “torturaban a los detenidos en nombre de la ley. Hay demasiados incidentes para poder mencionarlos”, dice Dossari en el testimonio otorgado mediante su abogado.

Sami al Hajj, un periodista de la cadena de televisión árabe Al Jazeera, dio testimonio a su vez de golpes, amenazas, insultos y de violaciones a los derechos humanos perpetradas en la cárcel de Guantánamo. El periodista de nacionalidad sudanesa, de 35 años, que fue transferido a la prisión en junio del 2002, tras ser detenido en Afganistán, afirma que las autoridades del campo lo interrogan insistentemente sobre los vínculos entre la red terrorista Al Qaida y la cadena qatarí, cuyos reportajes en Irak han puesto de manifiesto ataques de Estados Unidos contra la población civil iraquí. “Durante más de tres años, la mayoría de los interrogatorios a los que fui sometido se concentraron en tratar de hacerme decir que hay una relación entre Al Jazeera y Al Qaida”, contó el periodista, que afirma haber sido golpeado, insultado e intimidado, incluso con la ayuda de perros.

En este contexto de malos tratos y violaciones, AI afirma que no sorprende que decenas de presos en Guantánamo hayan emprendido una huelga de hambre para “denunciar la imposibilidad de impugnar la legalidad de su detención delante de un tribunal de justicia, y los golpes y malos tratos que sufren” en ese campo. “No sorprende que tras años de incertidumbre sobre su suerte, algunos de esos hombres hayan dicho que prefieren morir que permanecer indefinidamente en Guantánamo”, indicó AI, reclamando nuevamente que los detenidos sean “inculpados y procesados en el marco del derecho internacional”. Si no, “deben ser dejados en libertad”, demandó la organización, que afirmó que “no hay medidas intermedias en lo que se refiere a Guantánamo”. Finalmente, AI reafirmó que “el centro de detención debe ser cerrado y debe abrirse inmediatamente una investigación sobre los informes que reportan actos de tortura y malos tratos desde el 2002”.

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