EL MUNDO › EL JUEZ LE CORTO EL MICROFONO

La “comedia” de Saddam

Saddam Hussein declaró ayer y dijo una verdad: el proceso, que seguramente terminará en una sentencia de muerte para él y sus antiguos colaboradores, “es una comedia”. No es que su gobierno no haya sido directamente responsable en la masacre de 148 chiítas en la ciudad de Dujail en 1982, sino que la débil legitimidad de las autoridades iraquíes, en este caso judiciales, permite que un hábil político como Hussein manipule las sucesivas sesiones y convierta el juicio en un espectáculo, dirigido y protagonizado por él.

Cuando le tocó el turno de declarar, Hussein pronunció lo que sólo puede entenderse como un discurso político, que dirigió al “magnífico pueblo iraquí” y cuyo momento clave fue cuando afirmó que seguía siendo “el presidente de Irak”. El juez Rauf Rashid Abdul Rahman intentó mostrarse por encima de las provocaciones del ex mandatario en todo momento, pero este último comentario fue demasiado para el magistrado. Primero le cortó el micrófono a Saddam y después expulsó a los periodistas y a las cámaras de televisión para continuar la sesión a puertas cerradas. La habilidad de Hussein de dilatar una resolución podría peligrar si el juicio se realiza fuera del alcance de las cámaras internacionales.

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