Un centenar de jóvenes enmascarados, armados con palos y bates de béisbol, atacaron en la madrugada de ayer la vivienda del alcalde de la localidad de Montfermeil, en el departamento de Seine-Saint Denis, al norte de París. Se enfrentaron a las fuerzas policiales, incendiaron decenas de vehículos y cubos de basura y dejaron tras de sí la duda de si se habría encendido de nuevo la llama de la ola de violencia que sacudió el pasado noviembre las barriadas de las ciudades francesas.

Los incidentes se extendieron rápidamente a otras localidades de este departamento, entre las que se cuenta Clichy sous Bois, donde se originó la revuelta de otoño. Siete policías resultaron heridos; seis jóvenes, arrestados.

Fuentes municipales indicaron que la protesta tuvo su origen en la detención, a media tarde del lunes, de un joven acusado de agredir al conductor de un autobús urbano. Algunos manifestantes aseguraron que la policía actuó de forma muy violenta e incluso maltrató a la madre del detenido, lo que la policía niega. El alcalde de Montfermeil, Xavier Lemoine, miembro del partido gubernamental, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), que se encontraba en su casa con su familia cuando fue atacada, denunció haber sido víctima de “actos de intimidación” y aseguró que “los barrios son tomados como rehenes por algunas personas”. Hace un mes, Lemoine prohibió a los menores de 18 años que circularan en grupos de más de tres personas por el centro de la ciudad, creando una gran polémica, hasta que un juez le desautorizó. Montfermeil, y en general el departamento de Seine-Saint Denis, se preparaba ayer para hacer frente a una noche tensa. Las autoridades anunciaron que la zona sería vigilada por un dispositivo policial “adaptado” a las circunstancias.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.