Domingo, 11 de junio de 2006 | Hoy
El socialismo francés acordó un plan de gobierno que reivindica el rol del Estado como regulador social y busca articular una opción socialdemócrata contra “la dominación de la finanza mundial”.
El socialismo francés salió esta semana de la inercia, las escaramuzas internas y la guerra de candidatos para proponer un programa de gobierno que será su plataforma electoral en las elecciones presidenciales del próximo año (abril y mayo 2007). Bautizado “Lograr juntos el cambio”, el programa socialista es un zócalo que restablece los lazos con algunas ideas de izquierda y hasta osa incluir la palabra “izquierda” a lo largo de sus 34 páginas. De entrada, los socialistas proclaman que quieren “actuar a la izquierda” con la meta de “transformar la sociedad” frente a “la dominación de la finanza mundial”. Dos cosas saltan a la vista a la lectura del texto: el programa está lleno de ideas concretas pero el PS aún no tiene un candidato designado para defenderlas. Tal vez lo correcto sería decir que existen muchos pretendientes para esa función y una “candidata virtual”, la ex ministra socialista de Medio Ambiente, Segolène Royal. La mujer es la elegida por los sondeos como la mejor apuesta socialista, pero aún no fue coronada oficialmente por un partido donde las ambiciones no siempre cierran filas detrás de la disciplina partidista, incluida la misma ex ministra, cuya entronización espontánea suscita muchas reservas en el seno del PS.
Lo cierto es que con su programa, el socialismo francés resucita algunos de sus viejos principios volviendo a poner al Estado como actor central de la regulación social. Frente a la “ruptura liberal” propuesta por el actual ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, el PS francés opta por un programa que recurre ampliamente a las cajas del Estado para financiar el desarrollo social y subsanar los daños causados por el capitalismo. Los socialistas prometen un aumento de 25% del salario mínimo (1500 euros contra los 1200 actuales), la extensión de las 35 horas de trabajo a todos los empleados y la financiación de buena parte de los gastos consagrados a la vivienda. Mediante una serie de subvenciones, la plataforma del partido de la rosa se propone limitar al 25 por ciento de los ingresos los gastos de las familias más modestas destinados a la vivienda. En el plano institucional, el PS quiere impulsar “una República Parlamentaria” e introducir la responsabilidad penal del Presidente de la República mediante un mecanismo que permitiría destituir al jefe del Estado en caso de “falta grave”. En lo que atañe a la sociedad, dos ideas controvertidas aparecen en el texto. La plataforma prevé autorizar el matrimonio entre personas del mismo sexo así como la adopción de niños para las parejas homosexuales.
Sin embargo, no todo es rosa. Por primera vez en la historia de un programa electoral socialista dos ideas de la derecha figuran en él: el “derecho a la seguridad”, una de las “prioridades esenciales” para 2007, y la decisión de poner “bajo tutela” los subsidios sociales percibidos por las familias de los jóvenes delincuentes. Ambas menciones constituyen una victoria interna para Segolène Royal. La candidata virtual del PS había suscitado una ruda polémica al proponer, hace dos semanas, que los delincuentes estuvieran “supervisados” por los militares. La idea concreta no fue retenida, pero sí el principio general de la seguridad como un derecho. Los socialistas sacan también la lección de lo ocurrido en las presidenciales de 2002. En ese entonces, la derecha había marcado puntos decisivos al hacer de la seguridad su principal caballo de batalla.
Una lectura fina de las 34 páginas del programa “Lograr juntos el cambio” revela que su destinatario principal son las clases populares, totalmente aisladas del partido socialista desde hace unos cuantos años. Con un Partido Comunista totalmente disminuido y sin capacidad alguna de captar el voto popular, el PS orientó sus baterías a esos segmentos de la sociedad, que son también los peor servidos en el banquete liberal. En este sentido, el motor del programa es el concepto de “desarrollo solidario”. Es lícito citar una frase del ex ministro socialista de Cultura, Jack Lang, quien comentó: “Es más un programa que un proyecto”. En efecto, lejos parecen los años en que el socialismo francés aspiraba a cambiar la sociedad con un proyecto de transformación integral”.
Seis son los posibles candidatos: François Hollande, primer secretario del PS; Segolène Royal –su mujer–, el ex primer ministro Laurent Fabius –liberalismo social–; el ex ministro de Economía Dominique Strauss-Kahn –socialismo liberal–, Jack Lang... o tal vez el último jefe de gobierno socialista, Lionel Jospin. Los sondeos ya han elegido a su reina: Segolène Royal cuenta con el apoyo masivo del electorado de izquierda. 68% la prefieren a ella mientras que en segundo lugar, con apenas 13%, se ubica Dominique Strauss-Kahn. Y el programa adoptado esta semana parece hecho a la medida de una mujer.
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