Lunes, 19 de junio de 2006 | Hoy
EL MUNDO › CANDIDATOS QUE PLANTEAN PROYECTOS ANTAGONICOS
A menos de 15 días de los comicios, el país se debate entre la propuesta que esperanza a los pobres de Manuel López Obrador y la conservadora pro establishment de Felipe Calderón.
Por Francesc Relea *
Desde México
Nunca unas elecciones generales mexicanas habían despertado tanta expectación como las del próximo 2 de julio. Por primera vez, el resultado es tan incierto que el único pronóstico fiable señala que el nuevo presidente no saldrá de las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el referente de la política mexicana durante 70 años. Descabalgado inesperadamente en las elecciones de 2000, el PRI sobrevive en esta contienda en un tercer lugar que lo aparta de cualquier posibilidad de victoria. A 15 días de la jornada clave, los comicios presidenciales son cosa de dos: Andrés Manuel López Obrador, candidato de la coalición Por el Bien de Todos, encabezada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), contra Felipe Calderón, candidato del gubernamental Partido Acción Nacional (PAN), que acabó hace seis años con la hegemonía priísta.
Con todas las reservas del caso, puede afirmarse que izquierda y derecha protagonizan en México un nuevo capítulo, el más trascendental quizá, de la pugna que se ha desencadenado en los últimos tiempos en el continente latinoamericano. López Obrador, ex alcalde de la Ciudad de México, y Calderón, ex ministro de Energía, hablan en nombre de dos mundos contrapuestos, representan dos modelos antagónicos y dibujan en sus discursos dos países distintos. Como un vendaval que empezó a soplar en la Ciudad de México, el candidato del PRD se ha convertido en la esperanza de las masas de pobres que durante décadas han sido engañadas con falsas promesas. Su modelo, basado en subsidios a los sectores con menos recursos, lo ha convertido en el candidato más popular –populista, según sus detractores–, que tiene la mayor capacidad de movilización, capaz de llenar el gran Zócalo del Distrito Federal y cuanta plaza pública se le antoje.
“Por el bien de todos, primero los pobres”, es el lema central de una campaña que ha penetrado en todos los rincones de México. Ancianos, madres solteras, vendedores ambulantes, universitarios, taxis piratas conforman el ejército de incondicionales de López Obrador. El día 2 de julio lo demostrarán en las urnas. Su plataforma recuerda en buena medida al viejo PRI, con la particularidad de que se trata de un líder presuntamente honesto, incorruptible, y que conecta bien con la gente. Promueve los subsidios, ofrece dádivas a muchos grupos, cree en el proteccionismo para el sector energético y no le emociona el libre comercio.
López Obrador tiene un serio adversario que ha ganado solidez en un abrir y cerrar de ojos. Por la misma naturaleza ideológica de su partido, Felipe Calderón es considerado el candidato de la derecha. Conservador, con principios morales basados en las enseñanzas de la iglesia católica, el candidato del PAN defiende que el empleo lo genera mayoritariamente la inversión, la sociedad, la gente que invierte en un hotel, en un invernadero, o incluso en una carretera. Sostiene que si se parte de la premisa de que el empleo lo genera el gobierno, se llega a políticas de endeudamiento insostenible, que provocaron las crisis de 1976, 1982, 1987 y 1994. Según Calderón, a través de la inversión de la sociedad se puede edificar una economía robusta con finanzas sanas, crecimiento y empleo.
México anda sobrado de recursos. Tiene gas, cobre, oro, petróleo y playas que hacen las delicias de los turistas más exigentes. Ello no impide que cada año medio millón de ciudadanos emigren ilegalmente a Estados Unidos, y se jueguen la vida en el intento. “Los mexicanos se van porque la élite es muy irresponsable”, opina George Grayson, autor de la más reciente biografía de López Obrador.
Entre las opciones políticas que representan López Obrador y Calderón, el PRI busca un lugar más envejecido que nunca y condenado, si no se produce un milagro, a diluirse en los dos pilares del nuevo bipartidismo que asomaen México. Es pronto para concluir hasta dónde puede llegar el desmoronamiento del PRI y qué tan irreversible es. La controvertida figura del candidato presidencial, Roberto Madrazo, no ayuda a sellar las grietas del partido.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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