Los campamentos de Andrés Manuel López Obrador se instalaron en DF e interrumpieron el ritmo vertiginoso de la ciudad. Cientos de simpatizantes del candidato opositor despertaron ayer en los “campamentos por la democracia”, establecidos en el tradicional Zócalo –donde el domingo se reunieron más de 1,2 millón de personas– y en las principales avenidas de la capital. Como se esperaba, el bloqueo de las calles provocó un caos en el tránsito, especialmente en los accesos al centro. El oficialismo aprovechó esta situación para volver a cuestionar los métodos de López Obrador y sus protestas. “No podemos dejar de reprobar las manifestaciones que ya se convirtieron en francos actos de agresión y de perturbación del orden público en la Ciudad de México”, aseguró el portavoz del Partido Acción Nacional (PAN), César Nava. El ex intendente de DF, que pasó la noche en una carpa en el Zócalo, pidió disculpas por las molestias, pero reiteró que es necesario para evitar volver a la época oscura del priísmo.

López Obrador logró lo que muchos analistas y el propio oficialismo aseguraba que no iba a suceder: casi un mes después de las elecciones, la resistencia popular sigue viva e, incluso, se ha fortalecido con el pasar de las semanas. Esta evolución no ha pasado inadvertida para el oficialismo y los sectores económicos, que ayer encendieron sus señales de alarma por los 47 campamentos que la coalición de centroizquierda mantendrá, en zonas clave para el acceso vehicular al centro de DF, hasta que el Tribunal Electoral se expida sobre el pedido de un recuento voto por voto. El líder de la Cámara de Comerciantes de DF, Lorenzo Ysasi, cuestionó este nuevo tipo de resistencia y advirtió sobre el efecto que tendrá sobre la actividad turística. “Este bloqueo está afectando en forma directa al corredor turístico de la Ciudad de México y adicionalmente está afectando al corredor financiero nacional”, aseguró. Comerciantes estimaron en 15 millones de dólares diarios las pérdidas. El presidente Vicente Fox, por su parte, aprovechó un acto de gobierno para deslizar una crítica a la resistencia. “No queremos desviaciones ni distracciones, queremos estabilidad, queremos tranquilidad en el país”, aseguró.

Toda la dirigencia y los militantes de los partidos de la coalición progresista Por el Bien de Todos estaban abocados ayer a terminar de instalar todas las carpas y los baños químicos, y a controlar que no sucedan actos de violencia, especialmente con personas externas al movimiento. El jefe del Gobierno capitalino electo y aliado de López Obrador, Marcelo Ebrard, recorrió ayer algunos de los campamentos establecidos sobre el Paseo de la Reforma –una importante avenida que desemboca en el Zócalo– y conversó con algunos de los manifestantes. Según el diario mexicano El Universal, el clima era principalmente festivo, con música, baile y mucha comida.

En las primeras horas de la tarde, el candidato opositor dio el primer discurso del día en el escenario instalado en el Zócalo, donde horas antes había hablado ante una multitud que desbordaba la histórica plaza. “A quienes no piensan como nosotros, les ofrezco una disculpa sincera por las molestias que pueda ocasionar nuestro movimiento”, comenzó diciendo, después de los embotellamientos y el caos vehicular que se apoderó durante la mañana de la segunda ciudad más poblada del mundo. Sin embargo, les recordó a las miles de personas que lo acompañan en la resistencia que no son rebeldes sin causa, como había afirmado horas antes el panismo.

Según adelantó un colaborador cercano de López Obrador, Ricardo Montreal, a Página/12, todas las tardes terminarán como ayer con una gran asamblea informativa en el Zócalo, donde se concentran la mayoría de los campamentos. En esa asamblea, los dirigentes que acompañaban a López Obrador adelantaron que en los próximos días aumentarán las acciones de resistencia cívica, orientadas a la Justicia electoral, pero también al virtual ganador de las elecciones, Felipe Calderón, para que acepte el recuento. Lo que empezó como la oposición de un sector político se está convirtiendo en un movimiento masivo. “El tamaño de la resistencia es proporcional al tamaño del fraude”, explicó a este diario Montreal.