Martes, 1 de agosto de 2006 | Hoy
EL MUNDO › LOS ATAQUES SE CONCENTRARON EN LA FRONTERA CON SIRIA
El gobierno de Ehud Olmert había decidido un alto el fuego por 48 horas tras el mortal ataque en Qana. Ayer continuó con la ofensiva contra Hezbolá en el Líbano y advirtió que reforzará la operación terrestre y seguirán los bombardeos si se ven amenazados sus soldados o civiles.
Por Georgina Higueras *
Desde Jerusalén
Presionado por los militares, el gobierno israelí dio ayer marcha atrás sobre la tregua de 48 horas anunciada el domingo para facilitar una investigación de la matanza de 57 civiles –37 de ellos niños– en Qana, al sur del Líbano. Amparándose en que, “si se declarase un alto el fuego inmediato, los extremistas volverían a levantar la cabeza”, el ministro de Defensa, Amir Peretz, aseguró en el Parlamento que Israel ha reforzado su ofensiva terrestre contra Hezbolá y que en estos días recurrirá a los bombardeos aéreos cuando considere que sus tropas o sus civiles estén amenazados. Los ataques de Israel de ayer se concentraron en la zona fronteriza con Siria, en la ciudad de Hermel y la ruta que comunica los dos países. No hubo víctimas.
Después de la declaración de Peretz, el primer ministro Ehud Olmert rompía el compromiso de alto el fuego temporal y declaraba: “La lucha continúa. No hay tregua, ni la habrá en los próximos días. Detendremos la guerra cuando sea eliminada la amenaza de cohetes, nuestros soldados secuestrados regresen a casa y los israelíes puedan vivir tranquilos”. Añadió que las fuerzas armadas de Israel siguen luchando “por aire, mar y tierra y en estos momentos brigadas del ejército avanzan en el sur del Líbano para eliminar las infraestructuras del terror”. La medida, solicitada por toda la comunidad internacional, había sido anunciada tras la reunión de la secretaria norteamericana de Estado, Condoleezza Rice, con Olmert, en la que se trató ampliamente el bombardeo en Qana. La tragedia llevó a Rice a pronunciarse, por primera vez, a favor de un alto el fuego. Sin embargo, la tregua duró poco. “No podemos aceptar un alto el fuego inmediato en el Líbano, porque en unos meses volveríamos a encontrarnos en la misma situación”, dijo Peretz.
La sesión parlamentaria estuvo dominada por la polarización política. Los cuatro diputados árabes fueron expulsados por insultar al gobierno (uno de ellos llegó a llamar “criminal” a Peretz), mientras la oposición, encabezada por el líder del Likud, Benjamín Netanyahu, cerró filas con los uniformados y exigió continuar la guerra hasta el exterminio de Hezbolá. Los militares israelíes, sin embargo, aceleran la maquinaria de guerra, empeñados en retirar a los guerrilleros de Alá al menos a dos kilómetros de la frontera israelí. Los militares son partidarios de incrementar la ofensiva para garantizar, antes de que llegue la fuerza multinacional, una zona tapón lo más extensa posible, en la que se desplegaría ésta junto con efectivos del ejército libanés. Recortado el uso de la fuerza aérea, el ejército quiere multiplicar el peso de la ofensiva terrestre, para lo que pretende que entre en acción al menos una división de reservistas. Aviones israelíes bombardearon ayer posiciones de Hezbolá en el sur del Líbano, para facilitar las operaciones en tierra, ya que encontraron una fuerte resistencia. Los pueblos libaneses de Kila, Taibe y Adasia fueron los más atacados. Hezbolá respondió lanzando más misiles.
El ejército israelí atacó también un vehículo militar libanés cerca de un puesto de control libanés próximo a la frontera con Siria y mató a un soldado cerca de Tiro. Posteriormente se disculpó e indicó que había confundido a los ocupantes con milicianos islámicos. Según la encuesta publicada por el diario Ma’ariv una semana después de iniciarse la ofensiva –el pasado 12 de julio, tras el secuestro por Hezbolá de dos soldados–, el 95 por ciento de los israelíes estaba a favor de la decisión de Olmert. Ayer, sin embargo, el periódico Haaretz daba cuenta del creciente nerviosismo que se está instalando tanto en el pueblo cuanto en la clase política y en la militar, al constatar que hasta ahora no se ha conseguido ninguno de los objetivos.
La matanza de Qana también llevó a Israel a adelantar la reunión del gabinete de crisis, convencido de que se termina el tiempo concedido porWashington. El gobierno considera que sólo cuenta con una semana más para completar su misión en el Líbano e insiste en que continuará los ataques hasta que llegue la fuerza multinacional. Todo apunta a que el Consejo de Seguridad se reunirá mañana con una propuesta que, tras condenar la acción israelí, impondría un alto el fuego y el envío inmediato de una fuerza internacional de intervención. Ya han comenzado las negociaciones del texto entre los 15 miembros del consejo, y especialmente entre los cinco con derecho a veto, por lo que la propuesta podría aprobarse el viernes y el lunes podrían llegar los primeros efectivos.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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