Viernes, 18 de agosto de 2006 | Hoy
EL MUNDO › OPINION
Por Mohsen Ali *
Aquí hay que hablar de cese al fuego porque la paz todavía no se ha alcanzado. También de la agresión israelí al Líbano y las causas que la motivaron. Si la intención de Israel era acabar con el aparato de Hezbolá, no ganó. Si la intención era matar al jefe de Hezbolá, tampoco pudo hacerlo. Si la intención era dejar incomunicado a Hezbolá, tampoco lo logró ya que la emisora de Hezbolá continuó con su programación. Si la intención era recuperar a los dos soldados capturados –no secuestrados ya que estaban en una tierra que no era de ellos–, tampoco lo ha logrado y eso es una derrota. Si la intención era atraer a la opinión pública internacional a su favor, fue una derrota ética y moral. Pero si la intención era bombardear indiscriminadamente al Líbano, lo logró. Aquí hay grandes perdedores. Hoy Israel tiene que volver a la misma frontera que tenía un mes atrás, con un saldo enorme de muertes. Esto es una derrota militar. Desde el punto de vista humano, fueron los cientos de civiles muertos. La muerte de un civil nunca tiene justificación; nunca podríamos apoyar esto. La especie humana ha perdido; hemos retrocedido en el tiempo. Volvimos al ojo por ojo. Acá, con la excusa –porque esto estaba planeado– de regresar a los soldados capturados, atacaron gran parte de un país, sus casas, sus puentes, sus recursos de electricidad, sus puertos y aeropuertos. Hay una desproporción. Se ha vuelto a la época de las cavernas pero con una tecnología de última generación. Se ha vuelto para atrás. Antes, los que tenían la tecnología militar avanzada la utilizaban para persuadir al resto de un eventual ataque. Además, no es lo mismo la responsabilidad de un estado que de un grupo, que si bien actúa dentro de un estado, no lo representa. Otro elemento que vale mencionar es que a veces se malinforma y se toma como momento de inicio del conflicto la captura de los soldados israelíes o el ataque a la playa palestina en junio pasado. Para nosotros, en cambio, empieza con el asesinato de Rafik Hariri. Hasta ahí estaba el ejército sirio, que servía como retén contra el avance de las tropas israelíes. Se mata a Hariri, se obliga a la ONU a que pida el retiro de las tropas sirias del país y, entonces, el Líbano quedó desguarnecido. Israel pensó que podía pasar lo mismo que a principios de los ochenta. Pero se llevó una sorpresa, ya que en estos años Hezbolá se había estado preparando y adoptando prácticas estratégicas que los israelíes no conocían.
* Director de la Casa de la Difusión del Islam.
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