Viernes, 18 de agosto de 2006 | Hoy
EL PAíS › UNA EX ASISTENTE DEL LEGISLADOR RATIFICO QUE HUBO COIMAS EN EL SENADO
Sandra Montero, que trabajó durante años con Costanzo, aseguró que vio el maletín con la plata de las coimas. Y que el ex senador se enojó porque le dieron menos de lo que le prometieron. Aportó documentación para la causa.
Por Eduardo Tagliaferro
Lo primero que aclaró fue que se decidió a hablar ahora, después de tantos años, “pues el juez titular y originario de esta causa, (Carlos Liporaci) que fue desplazado, no me ofrecía garantías”. Durante cerca de cinco horas, Sandra Montero, ex secretaria del Senador del PJ de Río Negro Remo Costanzo, declaró que el mismo día en que se aprobó la Ley de Reforma Laboral en el Senado el rionegrino le contó que recibiría 600 mil pesos por votar a favor de la iniciativa que impulsaba el gobierno de Fernando de la Rúa. Según su relato, los 600 mil se transformaron en 300. También confirmó que Costanzo pasó a retirar el dinero por la casa del salteño Emilio Cantarero y que vio en el despacho del rionegrino un maletín con las siglas RC, con dinero envuelto al vacío. “Costanzo debe haber llevado mucho más dinero del que le correspondía a él, porque se encargó del reparto de otros senadores, lo que estoy segura es que hubo un reparto en el despacho de Costanzo, porque todo el mundo salía de ahí el día jueves 27 o viernes 28 (de abril de 2001). Recuerdo a (Alberto) Tell, (Angel) Pardo y Cantarero entrando al despacho”, contó la testigo en su declaración judicial. También puntualizó que en la Casa Rosada, lugar al que fue a trabajar en 2001, un empleado le comentó que “De la Rúa le había dicho a (Leonardo) Aiello, su secretario privado, que (Fernando) de Santibañes arregle este tema con (Alberto) Flamarique”.
La testigo llegó a Comodoro Py acompañada por su abogado Roberto Ribas. Apenas había pasado media hora de las 9 de la mañana. El letrado, que no pudo participar de la audiencia, precisamente porque Montero es una testigo, no dudó en calificar al testimonio como “contundente”. La ex asistente de Costanzo, que pidió acogerse al programa de protección a testigos, declaró hasta pasadas las 2 de la tarde frente al juez federal Daniel Rafecas, el fiscal Federico Delgado y el Fiscal de Investigaciones Administrativas, Manuel Garrido. Lo minucioso de su relato y los nuevos detalles entregados en su testimonio, confirman los dichos del arrepentido Mario Pontaquarto. Al final de la audiencia, entregó agendas y documentación que serviría para ratificar sus dichos.
Anochecer agitado
“Una vez que se aprobó la ley en el Senado, a las 21.40 horas, bajé al despacho de Costanzo. Estaba Martín Fraga Mancini. Costanzo me dijo, ¿dónde están tus cosas? Salimos del Senado alrededor de las 21.50. Salimos en un taxi desde Hipólito Yrigoyen, dobló por Callao y fuimos a comer a Los Inmortales, una pizzería ubicada en Callao entre Santa Fe y Arenales donde era habitúe”, relató Montero. El tradicional local porteño quedaba precisamente cerca de la casa del salteño Cantarero, donde Pontaquarto declaró que había dejado el dinero que había retirado momentos antes de la SIDE para el pago de las presuntas coimas. La cena de la ex asistente con Costanzo fue rápida. “Tardamos unos veinte minutos”, precisó. Luego de la grande de muzzarella y morrones, según el relato de la testigo, el entonces senador rionegrino llamó a Cantarero a través de su celular pero éste no le contestaba. “Me dijo que iba a lo de Cantarero. Si bien no tocamos el tema, estaba sobreentendido que estábamos esperando para que fuera a buscar el dinero.” Montero conocía a Costanzo desde hacía tiempo. El trato que ella lo definió como “relación personal de afecto”, se remonta a 1986. Tiempo suficiente como para percibir que “estaba ansioso, pero no tenía miedo de que lo dejaran afuera. Eso era imposible”. La tranquilidad de Costanzo, según el relato de su ex asistente, se fundamentaba en el rol que el legislador tenía dentro de la bancada del peronismo. “Era una cuestión jerárquica, Costanzo, fuera de Alasino y Genoud, que se llevaron su parte, repartió dinero a otros senadores”, subrayó.
El relato de la testigo se detiene en el viaje en taxi que compartió con Costanzo a la salida de Los Inmortales. Comentó que en ese tramo volvió allamarlo a Cantarero a su celular pero que éste seguía desconectado. Señaló que el rionegrino la llevó en taxi hasta su casa y que en el mismo vehículo se fue para la casa del ex senador salteño.
Gritos entre los
mármoles del Senado
Luego de la agitada noche que siguió a la aprobación de la ley de reforma laboral, la testigo declaró que “estaba esperando al senador Costanzo en su oficina. Estaban reunidos el senador Cantarero y Pardo. Se oían gritos de Costanzo, con insultos dirigidos a (Antonio) Cafiero. Eran las 18 horas. Costanzo dijo: “Este hijo’e puta de Cafiero se dio vuelta y creo que antes que nada lo que tenemos que solucionar es el tema con él. ¿Quién va a hablar con él?”, comentó Montero que escuchó en esa ocasión. No solamente los senadores estaban alterados en el despacho de Costanzo. La testigo relató que el entonces mano derecha del senador rionegrino, Martín Fraga Mancini, del que siempre se sospechó que podría ser el arrepentido que siguiera los pasos de Pontaquarto, “me dijo que Costanzo tenía problemas con Cafiero”. Días después, el mismo Fraga Mancini le dijo que “Costanzo le había prohibido que hablara con nadie”. “En ese momento entró Osvaldo López, el chofer del senador Costanzo y pidió hablar a solas con Fraga Mancini.” Luego de eso, la testigo puntualizó que “López salió pálido. Me llamó mucho la atención y salí a correrlo por el pasillo”. Cuando se lo cruzó, el chofer le preguntó si sabía que pasaba y ella le dijo que sí, que en todos los pasillos y en los despachos de los senadores se hablaba que habían recibido dinero para levantar la mano en el recinto. “Se me viene un quilombo de locos, si descubren que Martín y yo estamos metidos en este quilombo”, recordó la testigo que fue el comentario del chofer de Costanzo. Había razones de peso en esa preocupación. “Fraga Mancini repartió dinero y él (López) fue chofer en esa actividad.” Luego de ese diálogo con López, la testigo habló con Mancini. “Estoy en quilombos pesados, y además gratis. Este es el quilombo con Cafiero, que quiere buchonear a todos, y tengo miedo que me dejen solo”, le dijo Mancini, el joven al que, según la declaración de Montero, el senador rionegrino le pagó un viaje a Cuba cuando fue llamado para declarar judicialmente por primera vez en el expediente.
Unos días después de ese incidente, dijo que: “Llego al despacho de Costanzo, me lleva a la secretaría privada donde guardábamos papeles y sobres, y me dice: ‘Sandra, si en algún momento llegás a contar la verdad de lo que pasó te juro que te mato, te lo pido por mis hijos y por mis nietos, que te olvides de todo lo que escuchaste o lo que sabés. Cuando pueda tocar ese dinero vos vas a verte recompensada’. Me apretaba fuertemente en el cuello y estaba asustada por primera vez en la relación con él. Me volvió a apretar contra el mueble y al darse cuenta de que estaba asustada me soltó y me dijo: ‘Perdonáme Sandra, pero no me cagués nunca’”. Al explicar por qué Costanzo estaba atemorizado, la testigo aventuró que se debía a que le había contado que cobraría 600 mil pesos y porque había visto un maletín negro con sus iniciales con dinero prensado. Recordó que eso sucedió el 27 de abril del 2001. “Yo ingresé al despacho de Costanzo, vi el maletín abierto con el dinero adentro. Costanzo salió del baño, le dije que si quería que me retirara. Me dijo que no. Fue hasta el maletín y lo cerró directamente. El maletín era de Costanzo, tenía las iniciales RC, lo había visto bastante antes.” Además de llamarle la atención que el dinero estuviera “envasado al vacío”, la ex asistente reparó en que se trataba de moneda nacional. “Era bastante frecuente que Costanzo se maneje con dinero, pero siempre eran dólares. Incluso los pagos que me hacía a mí para gastos eran siempre dólares. Todo lo relacionado con el manejo de dinero de Costanzo lo tenía Fraga Mancini. A mí me pagaba Fraga”, que incluso tenía una de las dos llaves de la caja fuerte que estaba en el despacho, señaló la testigo.
La boca del pez
La testigo comentó que su trato con Costanzo se mantuvo a lo largo del tiempo. Incluso hasta hace pocos días atrás. En varios momentos dijo que se volvieron a repetir las amenazas. “En varias ocasiones me recordó lo que me iba a pasar si hablaba. También impidió que Fraga Mancini y yo nos cruzáramos”, declaró. En este punto comentó que hubo un momento en el que el asistente de Costanzo tenía ganas de contar la verdad. “Incluso fue a hablar con Pontaquarto”, recordó la testigo.
También comentó que luego del arrepentimiento de Pontaquarto, ella llevaba personalmente correspondencia de la casa de Costanzo a las oficinas del Fondo Compensador Telefónico, donde estaba el ex senador Tell. Allí entregaba el sobre y esperaba la respuesta escrita que volvía a llevarle a Costanzo. Por el rionegrino la testigo dijo saber que se hablaba de más de 4 millones de pesos utilizado en el pago de coimas. Concretamente, 4 millones cuatrocientos mil pesos. Que de ese botín la mayor parte se la habría llevado el radical mendocino José Genoud. “Unos 700 mil pesos, pero los dividía con Alberto Flamarique o Fernando de Santibañes por mitades, no recuerdo con cuál de los dos. Después venía Alasino, después Costanzo, después Tell, no sé las categorías. Lo que recuerdo también es que Costanzo decía que Ramón Ortega tenía miedo, que recién asumía, que no estaba acostumbrado a ello. Estaba asustado, pero no sé si cobró o no cobró”, dijo.
Luego de que Carlos “Chacho” Alvarez denunciara el pago de los sobornos y renunciara a la vicepresidencia, la testigo comenzó a trabajar con el senador Mario Losada en la Casa Rosada. Aquí fue donde se enteró por un empleado de la Casa de Gobierno que De la Rúa le había pedido a Aiello que su amigo en la SIDE, De Santibañes arreglara el tema con Flamarique. También dijo que supo por Pontaquarto que Costanzo había estado en la Rosada. “Vengo de estar con Costanzo en la Casa de Gobierno”, le había dicho en los pasillos del Senado.
La testigo aclaró que no recibió dinero de nadie y que no habló de su declaración con ningún funcionario del actual gobierno. Decidió contar la verdad a pesar de la oposición de su marido y de su hijo.
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