Sábado, 20 de enero de 2007 | Hoy
Salvador Ric, el eficiente y próspero ministro de Obras Públicas, renunció porque, según él, no pudo mediar entre las dos Bolivias. El anuncio golpea al gobierno de Morales en un momento delicado.
Por Pablo Ortiz
Desde La Paz
El ministro más rico de Bolivia se aleja del gobierno de Evo Morales. El hombre de los 40 millones de dólares, el blanquito, el corbatudo que desentonaba en un gabinete de indígenas, el cruceño: Salvador Ric deja el cargo porque no pudo ser un nexo entre el Poder Ejecutivo y Santa Cruz. El lunes pasado presentó su carta de renuncia, pero sólo ayer la hizo oficial tras la publicación de una entrevista en varios medios impresos bolivianos. Para Ric no fue fácil mantenerse en el cargo durante un año. Como empresario ligado al comercio, a la construcción y venta de vehículos, su fortuna se achicó en 12 meses, no sólo porque abandonó los negocios sino por la polarización política entre Morales y Santa Cruz, que desató incluso campañas para no comprar nada en los negocios de Ric.
Como miembro de una familia que lleva tres generaciones militando en la izquierda, el ex ministro de Obras Públicas asegura que fue fácil aceptar la invitación de Morales, ya que, pese a su condición económica, la única diferencia que hace es la de los revolucionarios franceses: de virtudes y talentos. Explica que su condición de hombre adinerado no le causó diferencias en el gabinete, aunque sí su origen cruceño. “Hubo una especie de sospecha de que, así como Santa Cruz es conservadora, también el ministro podría ser medio conservador o disfrazado de izquierdista”, dijo. Aunque se va creyendo que el proceso que lleva adelante Morales no es solamente válido sino necesario “porque Bolivia no puede seguir privilegiando a muy pocos y marginando a la mayoría”, no pudo evitar tirar un portazo al final. Asegura que el gobierno se maneja con una visión demasiado andina y que le falta un poco de ese pragmatismo del hombre del oriente boliviano. “Es necesario ser más práctico, consensuar, debatir, negociar, pero con resultado. No negociar para no llegar a nada”, dijo.
En ese sentido, explica que trató de ser un puente entre Santa Cruz y el gobierno central, pero que no lo dejaron. Al principio de su gestión, Ric se ocupó de llevar a Morales a la Cámara de Industria y Comercio en Santa Cruz, a sentar a los empresarios del sector más conservador del oriente con los ministros del área económica para que discutan frente a frente. Sin embargo, llegó un momento en el que eso simplemente dejó de suceder, sin que nadie, ni Morales ni el vicepresidente Alvaro García Linera, sepa bien por qué. El resultado de ello fue una polarización igual o peor a la de 2005 y el inicio de movilizaciones que hacen que hoy Morales no pueda prácticamente pisar la capital oriental y la principal región opositora. Desde ese momento, Ric cree que Morales comenzó a tener un miedo injustificado a Santa Cruz. “Dejó de tener interlocutores válidos porque no conocen la realidad. Para que alguien solucione los problemas de Santa Cruz tiene que haber estado en los sectores productivos, en los sectores intermedios. No puede ir alguien como en la colonia a repartir papeles. Aquí nosotros tenemos una visión de región. Es como que vaya un cruceño a tratar de solucionar los problemas a los ayllus. Esas son las cosas que me alejan del gobierno”, resumió.
Su despedida le duele mucho al gobierno. A dos días de cumplir su primer año en el Palacio Quemado, tendrá que buscar reemplazante a un ministro clave, que manejaba gran parte de la inversión pública y que lo hacía de manera eficiente. Del equipo cruceño de Ric fue de donde salieron medidas como la tarifa solidaria de energía eléctrica, la ampliación de la telefonía rural a más de mil comunidades o el freno al redondeo a las tarifas telefónicas. También consiguió bajar hasta en un 70 por ciento los costos de algunas obras de electrificación rural y de construcción de caminos, aunque en este punto aclara que no pudo hacer casi nada.
Tal vez uno de los impulsos más fuertes para dar el portazo es su aclaración sobre la mentalidad que reina en el actual gobierno. Asegura que hay un grupo de funcionarios que mantiene las mismas recetas de crecimiento que convirtieron a Bolivia en el país más pobre de Sudamérica y que siguen pensando en construir carreteras con costos europeos.
El gobierno no tuvo tiempo de asimilar el golpe mientras ya recibía el otro. El vicepresidente García Linera reconoció ayer que Ric se iba y no habló de reemplazos. Ahora está más preocupado por apagar los incendios de Cochabamba y de La Paz. Mientras el valle se pacifica con cada día que pasa, los paceños están con el Jesús en la boca. El Alto le ha declarado la guerra al gobernador de La Paz, José Luis Paredes, y desde el lunes comenzarán con movilizaciones para echarlo. Al contrario de lo que hizo en Cochabamba, el gobierno no mediará en el conflicto, ya a que diferencia de lo que sucedió en el valle, donde el gobierno controlaba a los grupos movilizados, los alteños son autónomos, impredecibles y peligrosos para el futuro de cualquier autoridad. Incluso para Evo Morales.
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