Sábado, 31 de marzo de 2007 | Hoy
EL MUNDO › LOS SUBSIDIOS DE EE.UU. A LA PRODUCCION DE ETANOL, AL TOPE DE LA AGENDA
La visita del presidente brasileño a la residencia de fin de semana de su par estadounidense está llena de simbolismos y de posibilidades a futuro. Pero si Washington no hace alguna concesión, la alianza bioenergética entre los dos países podría durar un suspiro.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva llega hoy a Camp David sabiendo que su anfitrión, George W. Bush, busca un aliado que le permita mejorar su penetración en América latina, aunque obtener ventajas de esa situación no será fácil. La reunión de hoy será el segundo encuentro que los dos presidentes mantendrán en menos de un mes. Ser alojado en la residencia de descanso de los presidentes estadounidenses en Camp David es un privilegio reservado a pocos visitantes y, en los últimos 16 años, sólo dos presidentes latinoamericanos se alojaron en Camp David, Carlos Salinas de Gortari de México en 1991 y Fernando Henrique Cardoso de Brasil en 1998.
Inaugurada por el presidente Franklin Delano Roosevelt bajo el nombre de Shangri-la, la residencia oficial fue rebautizada Camp David por Dwight Eisenhower. Según la historia oficial del lugar, el primer visitante ilustre en quedarse en la mansión fue el primer ministro británico durante la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill, quien fue albergado en Camp David en mayo de 1943.
“La invitación a Camp David implica para Brasil un reconocimiento como una potencia regional”, consideró Jaime Daremblum, director del Centro de Estudios Latinoamericanos del Hudson Institute de Washington. “Brasil se ha ubicado ahí gracias a una filosofía política que le permite conservar sana su macroeconomía y, al mismo tiempo, llevar a cabo programas de gran significado social. Y en esto se apartan drásticamente del proyecto de Venezuela, que es un proyecto estatista, sumamente radical a nivel internacional”, declaró. Para Daremblum, la invitación que Bush le hizo a Lula es un mensaje para la región: “Se está predicando con el ejemplo”.
¿Pero tendrá algún costo para Brasil esta visita, en términos de su relación con países como Venezuela? “Brasil seguirá siendo cordial con Venezuela”, consideró Daremblum. Y a la vez “se puede convertir en un excelente interlocutor de la causa democrática con Venezuela”, añadió.
“Este acercamiento a Brasil, la elevación de Lula a interlocutor de Estados Unidos, un interlocutor válido, todo esto presenta otro tipo de avenida para los países de Latinoamérica, no solamente el de la confrontación de Estados Unidos con Venezuela, sino un posible acercamiento en materia de seguridad y en materia comercial como lo está haciendo Lula”, concluyó Daremblum.
Lula, a su vez, debe estar preparado para saber que el acercamiento a Washington no necesariamente implicará resultados inmediatos en una de las cuestiones más importantes que el líder izquierdista traerá en su agenda de temas: la reducción de los subsidios que Estados Unidos da a sus productores de etanol y que los pone en desigual competencia con los productores de ese carburante en Brasil. “Lo que Lula quiere, que es una reducción de los aranceles al etanol, no va a ocurrir en esta reunión”, dijo Johanna Mendelson-Forman, especialista en energía y cuestiones de seguridad del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CEIS).
“Bush necesita amigos y aliados y Lula es una figura muy importante, porque puede servir de interlocutor con los gobiernos de izquierda de la región”, añadió. “La administración Bush tiene poca credibilidad con esos gobiernos.”
En un artículo publicado el viernes en el diario The Washington Times, Mendelson-Forman destacó asimismo que Lula debería por lo menos llevarse algún tipo de promesa en materia de subsidios al etanol. “Si no se lleva a su casa alguna promesa de alivio arancelario, el fracaso podría comprometer una importante relación regional”, sostuvo.
Según algunos expertos, también Bush debe enfrentar las dificultades que plantea una alianza estratégica entre Brasil y Estados Unidos en el terreno de los biocombustibles. Thomaz Almeida, investigador del Consejo de Asuntos Hemisféricos (COHA), un centro de análisis considerado de izquierda en Washington, sostuvo que la idea del gobierno estadounidense de fomentar la producción de etanol en sus socios del Tratado de Libre Comercio de América Central (Cafta-DR) incorporando tecnología brasileña, no necesariamente es ganancia para Brasilia.
“¿Qué ganará Brasil con la exportación de tecnología en caña de azúcar, para elaborar etanol, si haciendo esto cede una parte de su lucrativo mercado exportador?”, se preguntó Almeida en un reciente reporte divulgado por el COHA. “Hasta ahora, no parece haber incentivos para Lula para acceder a este plan de Washington”, concluyó.
En Brasil los analistas políticos coinciden en asignarle una gran importancia a este viaje de Lula, ya que la creciente relación con Bush podría provocar un giro en la política exterior del presidente que lo alejaría del proyecto de integración con los países vecinos que viene impulsando desde que asumió.
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