Al menos 27 personas murieron ayer en Ramadi, foco de la insurrección sunnita en Irak, en un atentado suicida perpetrado con un camión cargado con cloro y explosivos TNT, lo que representa el mayor ataque químico desde la invasión de Estados Unidos en 2003. El atentado, que se produjo a sólo tres días del cuarto aniversario del derrocamiento del dictador Saddam Hussein, sobrevino en paralelo a los combates que opusieron a los milicianos chiítas del Ejército de Mahdi con las fuerzas iraquíes y estadounidenses en Diwaniya, al sur de Bagdad.

El camión que protagonizó el ataque en Ramadi “estaba repleto de toneladas de cloro y TNT, cubiertas por sacos de abono”, precisó un policía. El conductor kamikaze se abalanzó contra un puesto policial, pero se hizo estallar “a 200 metros del lugar, cerca de la zona residencial de Al Tamin”, donde hay un mercado e inmuebles habitados, explicó el agente. Al menos 27 personas perdieron la vida y otras 30 resultaron heridas.

Hace tres semanas, se produjo otro atentado con un camión que transportaba cloro en Ramadi y otros dos ataques similares se produjeron el mismo día en Faluya, con un saldo de varios muertos y 350 heridos o intoxicados.

Ramadi y Faluya son las principales ciudades de la provincia de Al Anbar, al oeste de Bagdad, el mayor foco de insurrección sunnita en el país. Desde el pasado enero, la insurgencia empleó productos químicos para acciones perpetradas en Bagdad y en Al Anbar, mientras que las fuerzas de seguridad descubrieron varios escondites de cloro o ácido nítrico. En Diwaniya, al menos una persona murió y 19 resultaron heridas en violentos enfrentamientos entre milicianos del Ejército de Mahdi, partidarios de Moqtada Sadr, y las fuerzas iraquíes y estadounidenses.

Unos 1400 soldados iraquíes y la 25ª división aerotransportada estadounidense fueron movilizados para esta operación bautizada “Aguila negra” y presentada como una “respuesta a la violencia que amenaza con desestabilizar la región”, según un comunicado del ejército estadounidense. Las fuerzas de seguridad iraquíes y soldados estadounidenses lanzaron varias operaciones, registraron casas, detuvieron a sospechosos e incluso bombardearon la zona desde el aire.

En varias ocasiones se toparon con los milicianos y hubo que decretar un toque de queda. La violencia de los enfrentamientos aumentó en el transcurso de la mañana y todos los accesos a la ciudad fueron cortados.

Los estadounidenses se congratularon de la voluntad política iraquí: “En lugar de dar muestras de inestabilidad y ceder a la intimidación, el gobierno iraquí y las fuerzas de seguridad actuaron y respondieron valientemente a las amenazas de la milicia”, subrayó el coronel Michael Garrett. Estos enfrentamientos son “consecuencia de las redadas y detenciones de miembros del Ejército de Mahdi”, declaró un miembro de la oficina de Moqtada Sadr.