Viernes, 17 de agosto de 2007 | Hoy
CUBA.
Guantánamo panóptica
En su segundo artículo de una serie de “reflexiones” históricas, el presidente de Cuba, Fidel Castro, denunció que la “ilegal” base aeronaval de Estados Unidos en Guantánamo, en el extremo oriental de la isla, fue creada “para control de la región”. “Estados Unidos mantuvo la estación naval en Guantánamo como lugar estratégico de vigilancia y resguardo, para asegurar su predominio político y económico sobre las Antillas y Centroamérica y la defensa del Canal de Panamá”, afirma. Bajo el título “El imperio y la isla independiente II”, Castro explicó la polémica instalación de la base, en un área de 117,5 km2 en la bahía de Guantánamo, entregada por Cuba en 1903 tras la guerra de independencia de España en la que intervino Estados Unidos, y cuyo control estadounidense fue ratificado en 1934 por un tratado. El gobierno cubano se niega a cobrar los poco más de 4000 dólares anuales de arrendamiento a perpetuidad porque exige la devolución del área. Casi 800 reclusos, detenidos en su mayoría en Afganistán y Pakistán en el marco de la presunta lucha de Estados Unidos contra el terrorismo, pasaron por esa cárcel desde su apertura en los meses posteriores a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
BRASIL.
La lupa sobre Calheiros
El Senado brasileño abrió una tercera investigación contra su presidente, el aliado del gobierno, Renan Calheiros. Esta vez es por la compra de varias estaciones de radio, según denunció uno de sus ex socios, el empresario Joao Lyra, a través de testaferros. Ayer por la mañana, Lyra difundió una carta abierta en la que acusaba al aliado de Luiz Inácio Lula da Silva de todo tipo de tráfico de influencias. “Se sirve de la tribuna del Senado para más de una vez, echando mano a subterfugios y ocultaciones, obrar sin asumir responsabilidades por sus actos, como en la compra de medios de comunicación efectuada en Alagoas”, escribió. Calherios, quien ya enfrenta dos Comisiones Parlamentarias de Investigación (CPI) por supuesto tráfico de influencias y cobro de sobornos a empresas prestadoras del Estado, negó todos los cargos, pero no pudo evitar la apertura de una nueva investigación. El líder de la Cámara alta intentó de todo, incluso acusó a su supuesto ex socio de homicidio, acusación que no prosperó ni fue tenida en cuenta por sus pares, que ordenaron la creación de una nueva CPI. La oposición –y unos pocos miembros del partido de Lula y de su base aliada– tendrá otra oportunidad para presionar por la renuncia de Calherios, quien desde hace meses se niega a dejar su cargo y su banca.
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