Lunes, 3 de septiembre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › FINAL DEL CONGRESO DEL PARTIDO DE LOS TRABAJADORES DE BRASIL
La formación de izquierda, cuyo fundador fue Lula da Silva, evalúa no postular un presidenciable propio para 2010. Sería el precio a pagar por mantener la heterogénea coalición actual.
Por Darío Pignotti
desde Brasilia
Lulista y socialista. El Tercer Congreso del Partido de los Trabajadores (PT), la mayor fuerza de izquierda de América latina, cerró ayer sus deliberaciones, por momentos acaloradas, encuadrado tras su líder histórico, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. Los 931 delegados petistas, en representación de más de 900 mil afiliados, aceptaron, a regañadientes, la posibilidad de que el partido no presente candidato en los comicios presidenciales de 2010, tal como lo había planteado Lula en su discurso del sábado ante el plenario del encuentro. Desistir de un postulante propio es el precio a pagar por el PT para preservar la actual coalición que garantiza la gobernabilidad de la administración Lula, donde el PT cedió espacio para el ingreso de fuerzas moderadas como el Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que controla cinco ministerios.
Al mismo tiempo, Lula aspira a que el variopinto arco de fuerzas que apoyan su segundo gobierno –donde cohabitan centroderechistas, comunistas, evangélicos y católicos– sea la base de sustentación de su sucesor a partir del 1º de enero de 2011. “Queremos dar continuidad al proyecto iniciado en enero de 2003”, repite el mandatario cada vez que se presenta la ocasión. Tras cinco años en el Palacio del Planalto Lula, que está impedido por ley de intentar una segunda reelección, se ha vuelto menos petista y más pragmático. Sabe que en su agrupación no hay cuadros con un caudal electoral semejante al suyo y considera temerario obstinarse en impulsar un candidato petista si éste no tiene el respaldo de una alianza amplia. En rigor, en su discurso del sábado, Lula dejó establecidas las grandes líneas de lo que será la era “postlulista” del partido que él fundó en 1980 y del que fue el candidato presidencial en las elecciones de 1989, 1994, 1998, 2002 y 2006.
El martes pasado, tres días antes del inicio del cónclave finalizado ayer en San Pablo, el Supremo Tribunal Federal había procesado penalmente a José Dirceu (ovacionado el sábado por la mayoría de los 3 mil militantes que asistieron a la reunión), el hombre que presidió al partido entre 1995 y 2003 y la figura de más peso propio como para encabezar una fórmula petista en 2010. Tras el escándalo de corrupción de 2005, conocido como el “mensalao”, que acabó de un golpe con su antigua mesa ejecutiva, la prioridad de la actual conducción era que esta cumbre mantuviera la unidad interna.
Ayer, al cerrar el encuentro, el presidente petista, Ricardo Berzoini, admitió que fue poco menos que una proeza haber garantizado en estos dos últimos años la coexistencia pacífica de corrientes como Construyendo un Nuevo Brasil, de Dirceu, y Mensaje al Partido, del actual ministro de Justicia Tarso Genro, referente de un conglomerado de agrupaciones de izquierda. “El grado de unidad que conseguimos aquí no es poca cosa para un partido tan heterogéneo como el nuestro... Fue un congreso positivo, que mostró la capacidad de diálogo de las distintas corrientes”, resumió Berzoini, el tercer líder petista desde julio de 2005.
Con todo, la fumata blanca que enmarcó el cierre de las deliberaciones de este domingo no es más que una tregua temporaria tras la cual se reabrirán los debates (y acaso las heridas) de cara a los comicios internos de diciembre próximo, cuando se elegirá la futura dirección de la organización.
Las seis principales corrientes internas que participaron del evento también coincidieron en defender el carácter socialista del proyecto de país que el PT propone para Brasil. El acuerdo no hizo más que refrendar las tesis que en ese sentido habían sido consagradas en los congresos de 1990 y 1999, pero obrarán como precedente para la plataforma a ser presentada en las elecciones presidenciales de octubre de 2010.
El así llamado “socialismo petista” es un marco de referencia suficientemente ambiguo como para albergar a dirigentes de diverso linaje ideológico, como los izquierdistas de Democracia Socialista, del ex gobernador de Rio Grande do Sul, Olivio Dutra (mentor del Foro Social Mundial), o a los neoliberales como el ex ministro de economía Antonio Palocci (interlocutor privilegiado del partido con el mercado financiero). Dutra y Palocci son dos de los posibles candidatos a presidir el PT en diciembre próximo.
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