Viernes, 7 de septiembre de 2007 | Hoy
En medio de una batalla campal con la policía, los universitarios sucrenses lograron detener la plenaria de la Constituyente boliviana. El oficialista Movimiento al Socialismo habla de cambiar la sede de la Asamblea e incluso de cerrarla temporariamente.
Por Pablo Ortiz
Desde Sucre
Fue una danza macabra que duró doce horas. Los estudiantes de la Universidad San Francisco Xavier de Sucre decidieron no esperar a que amaneciera y convirtieron una marcha de teas en un intento de toma del Teatro Gran Mariscal de Ayacucho, la sede de sesiones de la Asamblea Constituyente. A las 19.20 del miércoles, un cachorro de dinamita estalló en la puerta principal del teatro y luego grupos de manifestantes comenzaron a patear las puertas para intentar ingresar al recinto. Lo que no sabían es que estaba llenos de policías apertrechados con gases lacrimógenos y balines de goma. Tras la primera explosión, la policía comenzó a disparar sus escopetas desde el techo del Gran Mariscal. Pronto, la clara noche sucrense se cubrió de una espesa niebla de gases que convirtieron el aire en un arma de dispersión de manifestantes. Los más de 5000 marchistas corrieron hacia todas las calles que rodean al Mariscal y los policías tomaron el control de la situación. Al menos eso creían.
En menos de cinco minutos los universitarios se habían organizado en diferentes cuadrillas y tenían rodeados a los efectivos. Desde el teatro los policías salían tan cargados de proyectiles de gases, que con cada paso sonaban como los cascabeles de los bailarines folclóricos de cualquier carnaval de Bolivia. Ahí comenzó la danza. Los antimotines lanzaban todo su arsenal sobre los marchistas y lograban hacerlos retroceder cien metros, pero no tenían el suficiente personal como para asegurar sus posiciones. Desde el otro lado de la calle, los estudiantes respondían con petardos, cachorros de dinamitas y bombas molotov. Para atenuar el efecto de los gases, prendieron llantas y rodearon de hogueras el teatro Gran Mariscal. La pacífica, la blanca, la culta Sucre observaba asombrada lo que sucedía en sus calles. Y pensar que hace sólo un año temía que la ciudad se convirtiera en el escenario de marchas y protestas. Ahora convive con ella, desde hace un mes la protagoniza y grita que no retrocederá ni un paso hasta que su pedido de retorno de los poderes Ejecutivo y Legislativo sea debatido por la Asamblea Constituyente.
El estribillo más utilizado en las marchas es “Evo, cuidado, Sucre está emputado”. Más que un eslogan es una realidad. Desde el 15 de agosto esta ciudad no tiene paz. Ese día, el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) decidió dejar fuera de la discusión en la Asamblea Constituyente el pedido de capitalidad plena para Sucre, pese a que había ingresado en los informes de seis comisiones. Desde ese momento, los problemas no han hecho más que aumentar para el gobierno de Evo Morales, que se había declarado partidario de que este tema no se discuta. El gobernante explicó que si en 1899 esta discusión causó una guerra civil, nada garantizaba que no lo vuelva a hacer. Desde Sucre, eso fue leído como cálculo político, ya que La Paz cuenta con 1,3 millón de votantes y Sucre sólo 100.000. Desde ese momento, la molestia contra el presidente se ha hecho cada vez más evidente. La misma población que lo vitoreó, abrazó y besó el 25 de mayo, lo abucheó y expulsó el 6 de agosto. Pese a que la competencia por capitalidad plena es con La Paz, casi todos los estribillos son contra Evo Morales y su partido, el MAS, ya que 111 de los 134 asambleístas que sacaron por mayoría absoluta este tema de la Asamblea pertenecen a su sigla.
Y eso quedó claro la noche del miércoles. En medio de los gases y los balines, los marchistas no dejaban de cantar consignas. Cuando todos esperaban que las cosas se calmen hasta la medianoche, los enfrentamientos no hicieron más que recrudecer. Los padres de familia comenzaron a preocuparse por sus hijos que estaban enfrentados con la policía, pero en lugar de llegar a las calles para llevarlos a sus casas, salieron a apoyarlos. Desde toda la ciudad bajaban mujeres con termos con café y mate de coca para el sueño, vinagre, vaselina y bicarbonato de sodio para aminorar el efecto de los gases. A las 3.00 de ayer, la gente salió con megáfonos a las calles a despertar a todo el vecindario, exigiéndoles que se sumaran a la resistencia. Los remises de la ciudad comenzaron a recolectar llantas viejas para alimentar las hogueras y atendían gratis al que quisiera aportar con cigarrillos, coca o alimentos para los marchistas. En total, se consumieron más de 500 llantas en los enfrentamientos. A las 6.00, el panorama era desolador. Desde cualquiera de los cerros, Sucre parecía una ciudad bombardeada, con fuego por todos lados. El enfrentamiento terminó a las 7.40 de ayer, cuando la directiva de la Asamblea anunció que la plenaria convocada para las 9.00 quedaba suspendida. Los marchistas cumplieron su palabra: la Asamblea Constituyente no volverá a sesionar en Sucre hasta que el pedido de capitalidad plena sea reincorporado al debate.
A los policías se les acabaron las granadas de gas y los perdigones, lo cual los obligó a replegarse a sus cuarteles y al teatro. Allí terminó la danza y comenzó una fiesta rabiosa. Toda la población se volcó sobre las calles a festejar que habían resistido y, pese a que estaba a su alcance, no tomaron las instalaciones de la Constituyente. Hasta el teatro Gran Mariscal llegó gente para darles desayuno a los nuevos héroes sucrenses y hasta hizo ollas comunes para alimentarlos.
Las reacciones políticas no se hicieron esperar. Mientras los miembros del Comité Interinstitucional de Sucre festejaba la victoria y agradecía a los universitarios, los miembros del MAS se refugiaban entre los campesinos que no pudieron movilizarse para resguardar el teatro, como lo habían anunciado. A las 10.00, el vocero oficialista, Armando Terrazas, anunció que la decisión de su bancada era trasladar la sede de la Asamblea a Oruro, ya que no había condiciones para sesionar. En ese mismo instante, los funcionarios de la Corte Superior de Distrito de Chuquisaca estaban notificando a la directiva de la Asamblea sobre un amparo constitucional contra la resolución del 15 de agosto. Como el reglamento de debates de la Constituyente indica que cualquier tema constitucional debe ser aprobado o retirado por dos tercios de voto, es casi seguro que la Justicia falle a favor de los sucrenses. Terrazas se adelantó a la decisión y anunció que su bancada no va a aceptar el fallo y que la decisión ya está tomada: este tema no se toca. Más tarde, el vicepresidente, Alvaro García Linera, presentó un proyecto de ley para pedir el cierre temporal de la Constituyente.
Desde La Paz, el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, invitó a los sucrenses a dialogar hoy en Potosí para evitar más enfrentamientos, pero los líderes de la protesta no pueden aceptar la invitación, ya que sus bases han definido que las negociaciones deben desarrollarse en Sucre. Y si lo de ayer fue el estallido del conflicto, la peor parte está por venir. Para el lunes los movimientos sociales han convocado a 100.000 campesinos e indígenas a Sucre. Ese día se puede materializar el peor temor de Morales y podríamos estar al frente de una nueva guerra civil por la sede de los poderes en Bolivia.
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