“Cristina me dice todo el tiempo que hemos gastado mucho, que ella no va a bajar del cuatro por ciento de superávit fiscal”, reveló ayer Néstor Kirchner en uno de los pasajes centrales de su discurso ante 1200 empresarios por la celebración del Día de la Industria. Fue un aviso de que el próximo gobierno, si es encabezado por su esposa, hará un apretón fiscal. La opinión de la candidata de que el gasto público creció demasiado este año coincide con la visión de un amplio espectro de economistas que va del centro a la derecha y con la de la mayor parte del empresariado. Esos sectores piden volver a una estricta disciplina fiscal para detener la inflación y –según los industriales– preservar el valor del dólar. El Presidente dio una señal en esa dirección.

“El elevado superávit fiscal es central para sostener el tipo de cambio. Nosotros, hasta ahora, nos hemos movido en un promedio de entre 3 y 4,10 por ciento del PIB”, había arrancado Kirchner la frase que terminó con el anticipo de que Cristina no lo dejará caer de 4 puntos. La cifra es mayor incluso a la que la propia senadora había mencionado en su discurso del martes pasado ante los grandes empresarios de IDEA. Allí dijo que el superávit es imprescindible y que para ella está bien ubicarlo en 3,15 puntos del Producto Bruto. Antes del pago de la deuda al FMI, el Gobierno se resistía a subirlo más allá del equivalente al 3 por ciento del PIB.

El multitudinario acto que organizó la Unión Industrial Argentina en Parque Norte estuvo cargado de definiciones. Antes que nada, fue una nueva demostración de la alianza entre la entidad y el Gobierno. Kirchner, de hecho, rompió la tradición y durante su mandato no participó nunca de la inauguración de la muestra de la Sociedad Rural ni de los coloquios de IDEA. En cambio, asistió siempre a los actos de la UIA, gesto agradecido por los industriales. Ayer, el Presidente estuvo acompañado por Cristina –llegaron por separado– el vicepresidente Daniel Scioli y los ministros Julio De Vido, Miguel Peirano, Carlos Tomada, Jorge Taiana y Ginés González García. También asistieron al acto los presidentes de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, y de la Cámara de Comercio, Carlos De la Vega. La UIA movilizó hasta al último afiliado para colmar un salón con 150 mesas de 8 comensales cada una.

Los industriales agradecieron especialmente un párrafo del discurso del Presidente: el referido al dólar. Kirchner instó a “preservar un tipo de cambio competitivo y a no repetir las nefastas experiencias de atraso cambiario que causaron cierres de industrias, desempleo y crisis fulminantes en aquellos sectores de mano de obra intensiva”. En la central fabril se habían quedado preocupados por la afirmación de Cristina en IDEA de que el dólar alto no es para siempre. Cuando los industriales escucharon decir a Kirchner que hay que sostener el tipo de cambio competitivo respondieron con un aplauso. Fue el primero que le ofrendaron después de quince minutos desde que había empezado a hablar.

El discurso del Presidente se extendió por 40 minutos. Tuvo el tono de una despedida. Recordó que el 2 de septiembre de 2003, meses después de haber tomado el poder, participó del acto del Día de la Industria y en esa oportunidad prometió una política de apoyo a las actividades productivas. “Ustedes me escuchaban con un lógico sentimiento de escepticismo y pesimismo por tantas promesas incumplidas”, rememoró. “Los hechos están a la vista. Que nos hemos recuperado está a la vista, es un hecho palpable. Venimos bien y hay que mantener el buen rumbo. Por eso no hay que detener el cambio; por el contrario, creo que el cambio recién comienza”, arengó con el slogan de campaña del oficialismo. “Estamos protagonizando un cambio profundo –completó–, que toca intereses monopólicos que se sienten amenazados y van a presionar.”

Kirchner hizo una alusión indirecta a dos temas centrales de la agenda económica: la inflación y las restricciones energéticas. “El crecimiento sostenido nos crea nuevos problemas, pero nos da herramientas para solucionarlos”, indicó en referencia a la suba de precios, sobre la que no dijo nada más. Tampoco mencionó la crisis en el Indec. En cuanto a las dificultades energéticas, reconoció que se necesita “una inversión más acelerada” para responder al crecimiento de la demanda. “Si se hubiera invertido en el pasado no habríamos tenido los problemas que tuvimos con la energía”, cargó.

A pesar del anuncio de que la política fiscal será menos expansiva después de las elecciones, Kirchner descartó apelar a un enfriamiento de la economía para detener la inflación. Criticó esa receta, que lleva a un “proceso de crecimiento con exclusión”. “Este año vamos a volver a crecer al ocho por ciento o a más del ocho por ciento”, adelantó. Los anfitriones llenaron de elogios al Presidente, aunque en la intimidad confiesan cierta inquietud por algunas señales de Cristina, como su referencia a la cuestión cambiaria y su acercamiento al establishment. Les preocupa, justamente, que recurra a salidas ortodoxas para detener la suba de precios. Su diagnóstico para 2008 es que será un año difícil por las presiones inflacionarias, porque habrá demandas renovadas para ajustar las tarifas, porque las cuentas fiscales ya no serán tan holgadas y porque anticipan un contexto internacional con complicaciones.

Kirchner hizo hincapié en que durante su gestión hubo una política industrial consistente, que también quedó expresada en la defensa de la producción nacional de las importaciones. “Se terminó el Mercosur ingenuo”, sentenció. Por último, el Presidente anunció la entrega de un predio a la UIA para que instale una muestra industrial. “Espero que me inviten en 2010, para el festejo del Bicentenario”, les pidió, como quien dice chau.