Jueves, 1 de noviembre de 2007 | Hoy
Ever Veloza reconoció que en los ’90 fueron asesinados cientos de sindicalistas de empresas bananeras de la región, como la norteamericana Chiquita Brands. Las FF.AA. fueron cómplices.
Un ex jefe paramilitar colombiano confesó ayer que durante la década del noventa mataron a cerca de 1500 personas en la ya tristemente famosa zona bananera del suroeste del país. La declaración de Ever Veloza, más conocido como Hernán Hernández o HH, fue clave para revelar las masacres más importantes de los departamentos de Urabá y Valle del Cauca, la complicidad de las fuerzas armadas colombianas y de las empresas bananeras de la región, entre ellas la norteamericana Chiquita Brands.
Antes de desmovilizarse en diciembre de 2004, Veloza llegó a tener unos mil hombres a su cargo. Como comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) lideró el bloque Calima, en donde se estima que fue responsable del asesinato de casi 250 personas en el departamento del Valle del Cauca. También estuvo al frente del llamado Bloque Bananero, que operaba en el vecino Urabá, la zona bananera lindante con la frontera con Perú y Ecuador. Según reconoció en abril pasado a la revista colombiana Semana, todas las empresas bananeras pagaban religiosamente los “impuestos” de los paramilitares. “En esa época los sindicatos estaban muy fuertes y había muchas huelgas. Lo que hacíamos, y era el compromiso, era obligar a los trabajadores a ir a trabajar a las plantaciones”, explicaba entonces el ex líder de las AUC.
Sin embargo, ayer Veloza volvió a revisar sus recuerdos y reconoció ante la Justicia cientos de asesinatos a sindicalistas de las empresas que operaban en la región. Entre ellas se destacan las colombianas Banacol, Uniban, Proban, y las norteamericanas Chiquita Brands, Dole y Del Monte. La única que aceptó públicamente estas denuncias fue Chiquita Brands. Hace cinco años, y después de una investigación de la Justicia estadounidense, la multinacional pidió disculpas y zafó pagando apenas una multa de 25 millones de dólares.
Según las cifras de los organismos de derechos humanos colombianos, cerca de 3780 personas murieron a manos de los paras en Urabá y más de 60 mil fueron desplazados de sus hogares y obligados a vagar por el país o cruzar la frontera para refugiarse en Ecuador. Veloza reconoció ayer sólo 1500 asesinatos, todos entre 1995 y 1996. “Había noches hasta de 20 muertos”, relató en los tribunales de Medellín.
Las masacres de Urabá no sólo son recordadas por el número de víctimas que dejaron, sino también por su crueldad. Por ejemplo la de 1998, cuando un grupo dirigido por Veloza quemó con ácido a once campesinos para hacerlos confesar que eran guerrilleros o, al menos, que colaboraban con la guerrilla. Por supuesto que una vez que “confesaron” los ejecutaron.
El ex jefe paramilitar, que fue detenido en abril pasado después de desertar del proceso de paz del presidente Alvaro Uribe, aseguró que todas las masacres contaron con la aprobación y la cooperación de las fuerzas armadas, más específicamente, del general retirado Rito Alejo del Río, el hombre que dirigía la brigada 17, que se ocupaba de la región bananera. Hace unos años, la Justicia colombiana absolvió a Del Río de todos los delitos que lo vinculaban con los paramilitares. Veloza también recordó la cooperación del capitán de la policía local, Byron Carvajal, quien actualmente se encuentra tras las rejas por su presunta participación en la ejecución de un equipo antinarcóticos –diez policías y un civil– el año pasado.
En un gesto quizás para evitar la extradición a Estados Unidos, Veloza dio algunas especificaciones de dónde estarían los cuerpos de las víctimas. Fueron sepultados en fosas comunes en los municipios del departamento de Antioquia –feudo del presidente Uribe– lindantes con Urabá. “La policía y los militares decían que nos dejaban trabajar siempre y cuando escondiéramos los cuerpos”, se justificó el ex líder paramilitar. Sin embargo, diga lo que diga, lo más probable es que el gobierno de Uribe firme los papeles de su extradición no bien los envíe Washington. Tanto para la Casa Blanca como para Bogotá, Veloza es uno de los pesos pesado de las AUC y para muchos fue la mano derecha de los hermanos Castaño, algunos de los creadores del paramilitarismo en Colombia.
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