Hugo Chávez y Alvaro Uribe aprovecharon la Cumbre Iberoamericana y se reunieron ayer en Santiago para desmentir los rumores que hablan de un enfrentamiento entre los dos por las negociaciones con las FARC. A diferencia de sus anteriores encuentros, esta vez ninguno de los dos mandatarios salió a hablar con la prensa. Sin embargo, Uribe ya había adelantado que discutirían la reunión que mantuvo el líder bolivariano esta semana en Caracas con miembros de la cúpula de la guerrilla colombiana. Chávez, por su parte, habría intentado destrabar una posible reunión con los máximos jefes de las FARC.

La agenda de la reunión estuvo monopolizada por el intercambio humanitario. Además de contarle los avances conseguidos en las últimas reuniones con guerrilleros, Chávez le habría pedido a Uribe que le permita viajar a la selva colombiana para encontrarse con el jefe máximo de las FARC, Manuel Marulanda. Según declaró Iván Márquez, el delegado del secretariado que se reunió con Chávez esta semana, el propio Marulanda ofreció un encuentro en algún lugar en el sur colombiano. Sin embargo, aun antes de la reunión, Uribe había reiterado que no desmilitarizará ninguna región del país, ni para un encuentro ni para el intercambio humanitario. En tanto, desde Venezuela, la senadora colombiana Piedad Córdoba adelantó que si Uribe le permite a Chávez reunirse con Marulanda, el mandatario podría pedir la liberación adelantada de algunos rehenes. Para la mediadora, la guerrilla podría aceptar entregar, como gesto de buena fe, al hijo de Clara Rojas, la compañera de fórmula de Ingrid Betancourt, y a los secuestrados que se encuentren enfermos. “Yo no creo que el presidente Hugo Chávez regrese con las manos vacías del encuentro con Marulanda”, aseguró la senadora a Radio Caracol.

El optimismo que se respiró esta semana en Caracas no tuvo su reflejo en Bogotá. Antes de llegar a Santiago, Uribe volvió a mostrarse tan intransigente como siempre. Sin dudarlo, rechazó suspender los ataques contra la guerrilla, como le había pedido la senadora Córdoba. Según la mediadora, el Ejército bombardeó un campamento de las FARC sólo unos días después que ella estuviera allí, negociando con la cúpula guerrillera. Aunque no quiso denunciarlo abiertamente, dejó entrever que los militares colombianos la estarían vigilando, tomando provecho de sus acercamientos con las FARC. Las Fuerzas Armadas colombianas no contestaron ni quisieron dar precisiones sobre el ataque.