Lunes, 26 de noviembre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › EL EX PREMIER DIJO QUE TERMINARA CON LA DICTADURA EN PAKISTAN
El ex primer ministro paquistaní Nawaz Sharif aterrizó ayer en Lahore desafiando al presidente Pervez Musharraf. Después de siete años de exilio, el líder político, conocido por escándalos de corrupción y derrocado por el actual mandatario, exigió ayer el fin de la dictadura y rechazó las sospechas de un presunto pacto entre él y Musharraf. Miles de simpatizantes fueron a recibirlo y tomaron el aeropuerto donde arribó Sharif, un día antes de que venciera la presentación de las candidaturas para las elecciones de enero. En tanto, la Liga Musulmana de Pakistán (PLM), el partido del ex premier, informó que desde el sábado fueron detenidos 1800 militantes de su formación, mientras la cifra de muertos superó las 110 personas, luego de los atentados del fin de semana, según la prensa local.
En un avión del rey de Arabia Saudita, donde vivía exiliado, Sharif y su familia llegaron ayer al mediodía al aeropuerto internacional de Allama Iqbala, en su ciudad natal. Aunque el estado de sitio impuesto el 3 de noviembre prohíbe las reuniones, entre 15.000 y 20.000 personas inundaron Lahore con banderas y retratos del líder opositor. Confiado en sí mismo, el dos veces primer ministro que hizo carrera bajo el ala de un militar golpista en la década del ’80 criticó el estado de excepción. “He venido para terminar con la dictadura y reinstaurar la democracia en este país”, señaló a Sharif. “Quiero reforzar el imperio de la ley y el orden, y espero que la nación me apoye”, anunció el dirigente opositor.
Vestido con la tradicional túnica paquistaní de color blanco y un chaleco negro, Sharif tuvo su primer contacto con sus partidarios en el aeropuerto, que presentaba una imagen caótica en la que 5000 personas lo habían ocupado. Allí señaló que estaba muy feliz de haber vuelto y negó cualquier pacto secreto. “No he negociado nada con el general Musharraf y no negociaré jamás con él”, dijo a la multitud, desmintiendo haber aceptado condiciones para regresar, como había afirmado un consejero del presidente. Sin embargo, se mostró moderado. “No busco una política de venganza”, afirmó quien fuera primer ministro de 1990 a 1993 y de 1996 a 1999, año en que el general Musharraf lo derrocó.
Mientras los manifestantes cantaban y bailaban en las calles de Lahore, Sharif recorrió unos 40 kilómetros hasta su domicilio bajo el control de 5000 policías y en un automóvil blindado, que le regaló el rey Abdalá de Arabia. Pero no todo fue festejo ayer cuando el portavoz del partido de Sharif, Ahsan Iqbal, denunció que las autoridades habrían detenido a unas 1800 personas desde el sábado por la noche. Sin embargo, el ministro de Información de Punjab, Nisar Memon, aseguró que el número de detenidos denunciado por el PLM era exagerado.
El regreso del líder del PLM se produjo cuando se acerca la fecha de las legislativas, previstas para el 8 de enero, antes de las cuales la oposición y la comunidad internacional exigen que se levante el estado de emergencia. Todavía se desconoce la actitud que adoptará Sharif, mientras Bhutto intenta unir a la oposición contra Musharraf y algunos partidos anuncian que boicotearán los comicios. Sharif afirmó en varias ocasiones que piensa obstruir las elecciones, aunque Bhutto duda. Sus partidos son las dos principales formaciones de la oposición.
Este es el primer regreso exitoso del ex primer ministro, después de que el pasado 10 de septiembre Sharif intentara volver a su país y fuera deportado a Arabia Saudita. El líder opositor tenía prohibido pisar Pakistán debido a las penas que pendían sobre él, tras ser condenado años atrás a prisión perpetua por corrupción y malversación de caudales públicos.
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