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Aun siendo la candidata de un partido con seis décadas en el poder, Blanca Ovelar –Concepción, 1957– asegura que si conquista la presidencia de Paraguay el próximo domingo romperá con el pasado y modernizará el país y el Partido Colorado.

–Usted presenta su candidatura como “una ruptura definitiva con el pasado” y, sin embargo, es la candidata de uno de los partidos con más antigüedad en el poder en Latinoamérica. ¿Cómo lo explica?

–El Partido Colorado no sólo es uno de los más antiguos de Latinoamérica, sino uno de los más poderosos proporcionalmente hablando. Y aun así, con todo el peso de la tradición, propone la candidatura de una mujer en un país de larga tradición machista. Esto plantea el desplome de una serie de barreras mentales en mi país.

–¿Cuál es el mayor desafío?

–Lograr una mejor distribución de la riqueza.

–¿Y su principal problema?

–Sin duda es la corrupción, que tiene una prima hermana: la impunidad. Son pesadas herencias de la dictadura (1954-1989) que se van corrigiendo. Existe un tercer problema y es el hecho de que Paraguay sea como un sandwich entre dos naciones poderosas como Brasil y Argentina.

–¿Y cuál es la responsabilidad de su partido en ello?

–La corrupción ha infectado a todos los niveles de la sociedad, es una responsabilidad compartida. Escuché que algunos dirigentes sostenían, y con razón, que la corrupción es como un tango: sólo se baila de a dos, el corruptor y el corrupto.

–Un ex obispo y un ex general son sus rivales. ¿Se considera usted ex de algo?

–No me considero una ex de nada, porque sigo siendo una docente de alma, mujer y madre administradora del hogar, que tiene una oportunidad extraordinaria de acceder a la presidencia y demostrar lo que vale la mujer, tal como ocurre con Cristina Kirchner en Argentina y Michelle Bachelet en Chile.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.