Hugo Chávez y Alvaro Uribe se dieron la mano y dieron por cerrados siete meses de tensión, críticas y agresiones. El venezolano y el colombiano se encontraron ayer en Punto Fijo, un pueblo al norte de Caracas, y hablaron en privado por más de dos horas. Al terminar, anunciaron “una nueva etapa” en la relación entre los dos vecinos.

La reunión en la península de Paraguaná fue un intento de terminar con el creciente enfrentamiento verbal entre los dos países. Chávez había calificado repetida y públicamente a su colega colombiano de ser “un traidor, peón del imperio, indigno gobernante”. Y Uribe lo había acusado de proteger a “bandidos terroristas” y lo había amenazado con una presentación ante la Corte Penal Internacional. En el peor momento de la crisis, Venezuela retiró su embajador de Bogotá.

El peor momento de esta situación fue cuando Colombia atacó a las fuerzas de las FARC en territorio ecuatoriano y mató al líder guerrillero Raúl Reyes. La captura de una computadora portátil permitió a los colombianos publicar documentos de las FARC que indicaban apoyo y financiamiento del gobierno venezolano. La tensión llegó a tal punto que Caracas hasta movilizó tropas a la frontera y Chávez dijo que “nunca más” hablaría con Uribe y, de hecho, restauraría el diálogo con Bogotá cuando hubiera un nuevo gobierno.

La clave para poder salir de la creciente espiral de tensión fue el abierto cambio de actitud de Chávez hacia los guerrilleros de las FARC. Hasta el verano, el venezolano insistía con ideas inaceptables para Uribe como la de reconocer a los guerrilleros como “fuerzas beligerantes” y extenderles los reconocimientos de la Convención de Ginebra. El mes pasado, y por sorpresa, Chávez recomendó a las FARC abandonar la lucha armada y transformarse en una fuerza política pacífica. “La guerrilla ya es anacrónica”, explicó, lapidario, el venezolano.

La reconciliación avanzó rápida después de estas declaraciones, aceitada por los muchos canales discretos que comunican a ambos países. El lugar del encuentro fue el Centro Refinador Paraguaná, considerada la mayor refinería petrolera del mundo, y la agenda técnica incluía ideas ambiciosas como construir un ferrocarril que le diera a Venezuela una salida al Pacífico a través de territorio colombiano.

Al terminar la reunión, los dos presidentes se mostraron sonrientes en público. Chávez dijo que “comenzó y terminó bien. Termina con un gran optimismo de ambas partes, de nuestros equipos. Agradezco mucho al presidente Uribe su visita, su gesto, para con esa conversación franca y cálida dar vuelta completamente la página de la borrasca que pasó. Nos debíamos esa conversación. A partir de hoy comienza una nueva etapa. Hemos decidido retomar el camino que vinimos construyendo desde que usted llegó a la presidencia de Colombia”. Uribe calificó la reunión de “muy constructiva” y afirmó que fue “planeada con el más positivo espíritu”.

El venezolano y el colombiano hasta hablaron de un tema particularmente espinoso, el cese de la mediación de Chávez para la liberación de los rehenes en manos de las FARC. Uribe dio por cerrada esta mediación de un modo bastante ácido y Chávez se enteró de que ya no era mediador al mismo tiempo que el público, por la televisión. De hecho, los dos presidentes no se veían ni hablaban desde ese corte. Ayer, Uribe contó que su colega le reclamó “no haberlo llamado para la suspensión de la mediación” y admitió que “se lo acepté”. “Es bueno decirlo en público, porque la vida obliga a hacer el mayor de todos los esfuerzos”, agregó el colombiano. Chávez intervino rápidamente para decir que Uribe le había dado explicaciones y que él las había aceptado de inmediato.

El temario del encuentro incluía además algunos acuerdos comerciales de aplicación inmediata. Uno de los más importantes era la restauración del cupo de autos de fabricación colombiana que importa Venezuela, que había sido drásticamente reducido por Chávez. La pérdida de mercado había creado problemas para el sector en Colombia, incluyendo reducción de turnos y pérdida de empleos. También se discutía un sistema de garantías mutuas a la inversión privada, un régimen consensuado para evitar la doble tributación en el intercambio bilateral y un sistema para agilizar el paso de mercaderías por la frontera. Estos acuerdos son de gran importancia para ambos países. Colombia es de hecho el segundo socio comercial de los venezolanos después de los Estados Unidos.