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La unidad especial antiterrorista rusa “Grupo A”, que ayer puso fin a la toma de rehenes en el teatro Dubrovka de Moscú, fue creada en tiempos de la Unión Soviética en 1974, por órdenes secretas del entonces jefe de la KGB, Yuri Andropov. La prensa bautizó a la unidad con el nombre Alfa cuando sus actividades salieron a la luz a principios de los ‘90.
El grupo de elite, que ahora contaría con hasta 700 hombres, en principio consistía en unos 30 oficiales especialmente seleccionados. El Estado soviético incurrió en grandes esfuerzos financieros y técnicos para organizar la unidad en un breve período. La primera vez que Alfa entró en acción fue en marzo de 1979, en el edificio de la embajada estadounidense en Moscú. La unidad mató a un hombre que pretendía salir de la Unión Soviética y amenazaba con hacer estallar un artefacto explosivo. En diciembre de 1979, el grupo tomó por asalto el palacio presidencial en Kabul, como preludio de la invasión soviética a Afganistán.
En secuestros de ómnibus en el Cáucaso o arrestando espías extranjeros en Moscú, el lema de los integrantes de “Alfa” fue siempre el mismo: discreción y evitar víctimas civiles. Intentos por convertir a Alfa en una herramienta en las luchas de poder internas chocaron con la negativa de la unidad a seguir determinadas órdenes y terminaron con la reestructuración del grupo. En 1991, los oficiales de Alfa se negaron a matar al entonces presidente ruso Boris Yeltsin, como exigían los comunistas golpistas, mientras que en 1993 quisieron evitar un baño de sangre y se rehusaron a irrumpir en el Parlamento, ocupado por opositores a Yeltsin.
Entre los relativos fracasos de Alfa se cuentan la liberación, en 1995, de más de 1000 rehenes en la ciudad de Budjonnovsk, en el sur de Rusia, que dejó unos 150 muertos. Y unas 200 personas murieron en 1996 cuando Alfa entró en acción en la localidad fronteriza de Pjervomajskoje, donde rebeldes chechenos se habían refugiado con más de 100 civiles.