Domingo, 8 de mayo de 2011 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Santiago O’Donnell
Acorralado por las encuestas, debilitado en el Capitolio, sin una iniciativa política importante a la vista desde que dio marcha atrás con la reforma migratoria, Barack Obama dio un golpe de efecto para lanzar su campaña de reelección.
Mandó matar o blanqueó la muerte de Osama bin Laden, según cómo se quiera ver esta situación, que sigue siendo un poco nebulosa. Confieso mi parcialidad, ya que yo lo había dado por muerto desde hace años, desde que fue visto por última vez en video, flaco y debilitado por sus problemas renales, resistiendo en las montañas afganas.
En todo caso, la decisión de mandar un comando de elite a asesinar y tirar al mar el cadáver del terrorista más buscado, si es lo que pasó, le vino muy bien a Obama en la interna y ya lleva una semana de gira, visitando cuarteles y escombros de atentados terroristas, exprimiendo con lenguaje de cowboy la muerte del enemigo declarado.
Pero hay un viejo dicho en Estados Unidos: “No existe el almuerzo gratis”. Y esto va a costar, y mucho, porque de un plumazo Obama se adueñó de la guerra antiterrorista de Bush, esa guerra llena de mentiras y repudiada por todo el mundo incluso por los estadounidenses.
Es volver atrás reinstalando la tortura y la ejecución sumaria como métodos aceptables dentro de una excepcionalidad que sólo puede ser invocada por la supuesta superpotencia mundial, que ya no lo es tanto como se lo cree.
Se vuelve a instalar el discurso y otra vez se lo monta sobre una pila de mentiras evidentes y groseras. Porque no importa si mienten ahora o mintieron antes, cuando invadieron Afganistán con la excusa de que el talibán lo escondía en unas cuevas que sólo serían accesibles una vez que Estados Unidos conquistara todo el territorio que las rodea. Ahora resulta que llevaba seis años en una linda casa en las afueras de Islamabad, ni siquiera en un barrio islámico sino en uno de militares, con tres o cuatro guardaespaldas y un grupete de enfermeras, esposas y niñas. ¿El hombre más buscado del mundo? ¿Entonces qué hacen los 60 soldados estadounidenses en Afganistán? Esta nueva mentira se parece demasiado a la de las armas de destrucción masiva.
El asesinato de Bin Laden, la forma en que se hizo, también deja secuelas importantes. Ningún hombre desarmado representa una amenaza para un comando de Navy Seals, por más que esté enojado o que haya armas en la habitación. Está claro que Obama firmó una orden de asesinato, como en los viejos tiempos de Fidel y Jack Kennedy. Y tirarlo al mar...
Pasará lo que tenga que pasar. Habrá venganza, Obama ganará la reelección, o no pasará nada de eso sino todo lo contrario. Un simple operativo de inteligencia militar, un gigantesco pasó atrás para la humanidad.
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