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En los últimos 25 años, Silvio Berlusconi ha pasado por más de 30 procesos judiciales, varios de ellos caídos en prescripción por la lentitud de la Justicia italiana y/o la habilidad de los defensores de Il Cavaliere. En otros ha sido absuelto en la última instancia judicial, aun si en las primeras o en al menos una de ellas había sido declarado culpable. Algunos han sido archivados porque el delito de que se lo acusaba, por cambios en las leyes, ha dejado de ser delito. Ayer recibió por primera vez una condena definitiva a la cárcel. Pero tiene varios juicios abiertos todavía.

Berlusconi siempre dice que se considera un perseguido por la Justicia, una víctima, porque los jueces son “comunistas” y quieren anularlo políticamente. Pero en realidad las investigaciones sobre el accionar financiero de Berlusconi y sus empresas empezó en 1979, mucho antes de que él decidiera meterse en política. Otros sostienen que Il Cavaliere creó su primer partido político, Forza Italia, en 1993 (en plena campaña judicial anticorrupción conocida como Manos Limpias) para evitar la bancarrota de su grupo económico, Fininvest, e inclusive la cárcel, gracias a las llamadas leyes ad personam (es decir, a su medida) que hizo sancionar durante sus gobiernos (1994-1995, 2001-2006, 2008-2011).

El líder de Pueblo de la Libertad (PDL) tiene en curso actualmente cuatro procesos en su contra. El más famoso es el llamado caso Ruby, donde está acusado de prostitución de menores y corrupción de oficial público. Se refiere a una joven de origen marroquí que supuestamente habría tenido relaciones sexuales con Il Cavaliere siendo menor de edad, en ocasión de las fiestas del “bunga bunga”. La acusación de “concusión de oficial público” se refiere a las presiones que él ejerció sobre una jefatura de policía de Milán para que liberaran a Ruby, acusada de un robo, diciendo que era la sobrina de Mubarak, el ex presidente egipcio. La condena de primera instancia en 2013 fue en total a siete años de prisión.

De este cuarteto forma parte también un juicio por difamación que le inició Antonio di Pietro por haber dicho que el ex juez de Manos Limpias habría obtenido su título de abogado por hacerles favores a los servicios secretos. También forma parte de este grupo de juicios otro por la “compra” del senador De Gregorio para tirar abajo un gobierno de centroizquierda, y el caso Unipol, por ciertas interceptaciones telefónicas.

Uno de los primeros grandes procesos que sufrió Berlusconi se refirió a las coimas pagadas a la Guardia de Finanza (policía financiera), dinero depositado en cuentas corrientes en Nueva York. La primera instancia judicial (en Italia hay tres) empezó en 1996 y concluyó en 1998 con una condena a dos años y nueve meses de prisión. Pero las dos instancias sucesivas lo absolvieron. Curiosamente, en otro proceso asociado a éste, el llamado proceso David Mills, la Corte Suprema, en 2010, emitió una sentencia diciendo que el abogado inglés había sido corrompido para declarar en falso y proteger a Berlusconi.

Al menos seis procesos cayeron en prescripción en estos años y otros gozaron de una amnistía, impidiendo que Berlusconi fuera condenado o cumpliera la condena si es que la recibía. Fue el caso, entre otros, de un proceso por balances falsos entre 1988-1992, contra él y su hermano Paolo, que cayó en prescripción en 2004. Otro, por financiación ilegal a un partido político, el Partido Socialista de Bettino Craxi, empezó en 1998 y Berlusconi fue condenado a 2,4 años de reclusión y una multa. La Corte Suprema en 2000 confirmó la sentencia, pero el delito había caído en prescripción. En otros seis procesos fue absuelto, algunos porque el delito del que se lo acusaba no era más delito para la ley italiana, y otros porque las acusaciones resultaron sin fundamento según la Justicia. Fue el caso, entre otros, de varios procesos por falsos balances contra la Fininvest, uno por la propiedad del canal Telecinco de España y un tercero referido a Medusa Cinematográfica, la empresa productora de films de la Fininvest.