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La dirección nacional del Partido de los Trabajadores (PT) del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva inició ayer una reunión de dos días con el difícil reto de conseguir la total aceptación a la controvertida reforma de las pensiones que propone el gobierno y que ya se salda con una huelga indefinida del sector público. El encuentro se producía mientras Lula se aprestaba a participar en Londres de la cumbre progresista convocada por el primer ministro británico Tony Blair. También ayer, Tilden Santiago, embajador brasileño en Cuba, desmintió que hubiera hablado a favor de la represión a opositores en ese país y dijo que sus frases habían sido sacadas fuera de contexto.
Al inicio de la reunión en San Pablo, el presidente del PT, José Genoino, dejó claro el objetivo: “Cerrar filas” en torno a la reforma de las pensiones que esta semana entró en una espiral de contradicciones tras una oferta del gobierno de retroceder ante las fuertes presiones, que no son pocas incluso en su partido. El objetivo de “cerrar filas” significa que los parlamentarios del PT se comprometan a votar sin restricciones lo que el gobierno proponga. Pero eso parecía una utopía. “Ni la corriente mayoritaria del partido tiene consenso para cerrar filas sobre la reforma” considerada prioritaria por el gobierno de izquierda de Lula para detener la sangría de las cuentas públicas, afirmó el diputado Ivan Valente.
Esta semana un torbellino sacudió al proyecto gubernamental de reforma y el difícil equilibrio de apoyos al gobierno. Mientras los funcionarios públicos iniciaban el martes una huelga indefinida con seguimiento irregular y el sistema judicial ampliaba las presiones contra la imposición de un límite a sus gigantescas pensiones, portavoces del PT y del gobierno sugirieron disposición a revisar puntos clave, como ampliar ese techo y respetar sueldos integrales como pensiones. La oferta levantó feroces críticas entre gobernadores –principal apoyo de Lula a la reforma– y el gobierno se retiró esa sugerencia.