EL MUNDO › EE.UU. OCULTA EL NUMERO DE BAJAS CIVILES IRAQUIES

Las víctimas del fuego cruzado

Por Angeles Espinosa*
Desde Bagdad

El aumento en número y gravedad de los ataques de la insurgencia iraquí contra las tropas estadounidenses oculta muchas veces las bajas entre la propia población local. Entre el domingo, cuando el derribo de un helicóptero mató a 16 soldados, y ayer, al menos 12 iraquíes perdieron también la vida por las acciones de la resistencia o por disparos de las fuerzas ocupantes, según datos de las agencias de noticias.
El incidente más grave se produjo a medianoche del domingo en Balad, a 65 kilómetros al norte de Bagdad, cuando una patrulla de la Cuarta División de Infantería disparó contra una pick-up y mató a sus seis ocupantes. Sus familiares aseguran que volvían de rezar en una mezquita cercana. Un portavoz militar dijo que tenían sospechas de que transportaban armas para los rebeldes y que el asunto estaba siendo investigado. Balad se halla dentro del llamado triángulo sunnita, donde este tipo de incidentes sólo incrementa la impopularidad de los estadounidenses.
Sin embargo, las últimas acciones de la resistencia, en las que iraquíes de a pie han resultado víctimas, han empezado a restarles simpatías entre algunos de los que no veían con malos ojos los ataques a los soldados. “Si tienen algo contra los estadounidenses que vayan a saldar sus cuentas a Estados Unidos y nos dejen en paz”, exclamaba Abdalá, al enterarse de la nacionalidad yemení del que iba ser el quinto suicida en los atentados de la semana pasada y que fue detenido antes de que pudiera hacer estallar su carga contra una comisaría. Hasta ahora este joven informático muy religioso aplaudía estos actos.
En las 24 horas analizadas, al menos tres iraquíes fueron víctimas de la resistencia. El último a mediodía de ayer en Baba, 40 kilómetros al noreste de Bagdad. Una bomba disparada por control remoto trató de asesinar a un político local, pero se llevó la vida de un civil y un soldado estadounidense, además de herir a otras 15 personas. Otros dos iraquíes murieron la noche anterior en Kirkuk, la capital petrolera del norte, cuando tres bombas presumiblemente dirigidas a las tropas norteamericanas cayeron sobre una zona residencial. Seis más resultaron heridos. También fallecieron un niño de 11 años alcanzado por fuego cruzado en Faluya y dos responsables locales tiroteados por desconocidos. Imposible determinar si estos últimos, un juez de Nayef y el jefe del distrito de Karg en Bagdad, fueron víctimas de represalias por colaborar con las fuerzas de ocupación o de la criminalidad rampante que se ha adueñado de Irak desde la caída del régimen de Saddam. El recuento que varias organizaciones pacifistas llevan a cabo en la red cifra en cerca de 10.000 el número de civiles iraquíes muertos desde el inicio de la guerra.
Durante los pasados seis meses, se ha criticado dentro y fuera de Irak la decisión de Washington de disolver el Ejército y la policía de Saddam. La tarea de volver a poner en marcha el aparato de seguridad es costosa y algunos de los despedidos pueden haberse unido a las filas de la resistencia. Desengañados ante la posibilidad de recibir más soldados extranjeros y no queriendo ceder el control militar a la ONU, los responsables estadounidenses ya han filtrado que van a duplicar de aquí a marzo el número de agentes de seguridad.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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