EL MUNDO › OPINION
La conspiración normalizada
Por Frank Furedi *
Hubo una época en que sólo los excéntricos se interesaban en las teorías conspirativas. Sin embargo, en épocas recientes la conspiración ha entrado en la normalidad. Una encuesta reciente halló que un 27 por ciento de la población británica creía que la princesa Diana y Dodi al-Fayed fueron asesinados. Un 47 por ciento de los encuestados por Evening Standard de Londres contestó sí a la pregunta “¿Usted cree que Diana fue asesinada?”. Casi todos los espectadores de un show de TV la semana pasada dijeron creer que hay más de lo que está a la vista en el caso. El mismo establishment británico carece de la autoconfianza para ignorar los rumores infundamentados de una conspiración.
Esas teorías ya no son ignoradas sino investigadas. Por eso es que la encuesta judicial oficial sobre Diana se ha convertido en una investigación criminal de facto. Michael Burgess, designado para encabezarla, ha dicho que quiere investigar cada teoría sobre la muerte de Diana.
Es probable que Burgess se encuentre muy ocupado ya bien entrada la próxima década. Desde el choque automovilístico de 1997 en París, la usina de rumores ha estado trabajando horas extra. De modo que, ¿cuál de las muchas teorías conspirativas va a investigar Burgess? ¿Que Diana fue asesinada por el Mossad? ¿O que fue asesinada por órdenes del MI6 o la CIA? ¿Investigará Burgess la denuncia de Mohamed al-Fayed de que la responsabilidad por este “crimen horrendo” corresponde al príncipe de Gales y a su padre, Felipe? ¿Investigará el rumor que apunta el dedo acusador a Osama bin Laden? Aparentemente, Osama temía que Diana fuera un modelo incorrecto de mujer musulmana así que, se dice, ordenó el choque. Y ya que está en el asunto, Burgess podría investigar el rumor de que el cantante Morressey predijo la defunción en su canción de 1968 “La reina ha muerto”.
Vivimos una época de rumores en que hechos oficiales a menudo tienen poca más autoridad que un sitio de Internet dedicado a los secuestros de los extraterrestres. De hecho, somos cada vez más cínicos respecto a la “versión oficial” de los hechos precisamente porque es oficial.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.