Según el gobierno británico estaban planeando el peor atentado de la historia nacional, pero los testimonios sobre la mayoría de los detenidos parecen coincidir en que se trataba de gente común y corriente. “Muy simpática.” “Muy atenta.” Uno de ellos, Absul Muneem Patel tiene 17 años, pero la mayoría está en la veintena. El veterano es Shadim Mohammed Udbin, de 36 años. Las profesiones tampoco dicen mucho, salvo por la posible funcionalidad a un atentado en un par de casos: un bioquímico, un empleado de Heathrow, comerciantes, estudiantes.

Los vecinos de High Wycombe se mostraron vivamente sorprendidos de que ese muchacho tan simpático y amable, que siempre se sonreía y parecía conocer a todo el vecindario, fuera uno de los presuntos terroristas. En este caso no es el único rasgo que llama la atención. Don Stewart-Whyte es uno de los dos conversos detenidos por la policía británica, hijo de un político conservador y medio hermano de una conocida modelo. Para muchos en su barrio debía tratarse de un error. “No puedo creerlo. Siempre nos saludaba, siempre se ofrecía a ayudarnos si veía que necesitábamos algo”, dijo una mujer del barrio.

High Wycombe es una pacífica localidad de Buckinghamshire donde se realizaron otros cinco arrestos. Como parte de las medidas de seguridad se impuso una zona de exclusión aérea de 5 kilómetros en este barrio suburbano en medio de sospechas de que podía haber una fábrica de explosivos. En el caso de los hermanos Ali y Sarwar, dueños de una compañía de importación de coches, la AKZ trading, algunos vecinos sospechaban que había un proceso de radicalización en todo el grupo. Un ex compañero de escuela de los Sarwar señaló que ellos habían dejado de ir a la mezquita central de la zona y habían comenzado a asistir a un polémico centro religioso. “Antes íbamos a jugar al fútbol al parque, pero de pronto se volvieron muy religiosos y ya no fue lo mismo”, dijo Raja. Otro amigo negaba que pudieran estar metidos en atentados terroristas. “Son gente muy respetuosa, de familia, con hijos, incapaces de hacer algo así”, dijo Ashiq Rasul.

Entre los arrestados figura una mujer embarazada, su padre paralítico y el más joven de todos los detenidos. Estos arrestos tomaron lugar en Hackney, un barrio con fuerte población musulmana e inmigrante en el este de Londres, en horas de la madrugada. La mujer, Atika Sidyot, está casada con otro de los musulmanes conversos, Oliver Savant, detenido en una casa en Walthamstow, en el norte de Londres. Savant es hijo de una iraní y un inglés y se encontraba en la casa de sus padres a la hora del arresto. Un amigo suyo de la zona, Waheed Zaman, estudiante de ciencias biomédicas en la universidad de Londres, también resultó arrestado. Según su hermana Safina, Waheed siempre estuvo a favor de la integración con occidentales en su rol de presidente de la sociedad islámica de su universidad. “El quería ser policía forense. Es un muchacho totalmente normal, muy conocido en el barrio, al que le gusta jugar al fútbol, comer hamburguesas y papas fritas. Lo están usando de chivo emisario.” También en Walthamstow la policía arrestó a Waheed Arafat Khan, de 25 años. Una vecina, Irene O’Brien, estaba por demás sorprendida. “Es un muchacho encantador. Siempre me preguntaba si necesitaba algo, si quería ayuda”, dijo a la prensa.

Para los expertos en antiterrorismo estas biografías presentan el mismo dilema: ¿cómo pudo ser que británicos musulmanes que crecieron en el Reino Unido y parecen tener vidas normales estén aparentemente dispuestos a cometer actos de terrorismo de esta naturaleza? Ese fue el interrogante que circuló el año pasado cuando se descubrió que los autores de los cuatro atentados del 7 de julio eran todos británicos. ¿Es que había un arquetipo del terrorista, un perfil psicológico, una evolución individual típica que llevaba de inmigrante a terrorista o se trataba de una mezcla irrepetible de circunstancias personales junto a un contexto político internacional cada vez más radicalizado? La pregunta sigue sin contestar.