El escándalo de la parapolítica llegó a Washington. En el Capitolio, los demócratas están pidiendo una investigación profunda sobre los vínculos entre los paramilitares y los dirigentes colombianos e, incluso, advierten que podrían revisar y modificar la ayuda financiera a Bogotá. Aunque el tema más caliente sigue siendo la guerra en Irak, los legisladores que venían cuestionando la efectividad del Plan Colombia adelantaron que aprovecharán el “Paragate” –como ellos lo llaman– para discutir la actual política estadounidense.

Patrick Leahy, uno de los senadores demócratas que más conocen del tema y que además preside el subcomité que asigna y autoriza los fondos para el Plan Colombia, le adelantó al diario The Washington Post que pedirá que el Congreso se tome un tiempo para averiguar quiénes son realmente los que manejan la política en Colombia. “Esto confirma las preocupaciones que muchos han tenido por varios años, que los paramilitares han inflitrado el establishment económico y político de la sociedad colombiana”, señaló Leahy, uno de los demócratas que venían cuestionando la alianza con Colombia por su política de derechos humanos.

La preocupación del senador y de otros demócratas no se debe sólo a los millones de dólares que Estados Unidos dedica al Plan Colombia, sino también al TLC que debe ratificar en los próximos meses el Capitolio. “El TLC no puede pasar en el Congreso tal y como está construido y el Plan Colombia está más amenazado por este escándalo de infiltración. Yo he votado a favor del Plan en sus comienzos. Pero estos nuevos desarrollos son muy preocupantes”, coincidió Sander Levin, el legislador que preside el Comité en donde comenzará a tramitarse la ratificación del acuerdo comercial.

En medio de un clima de tensión, Colombia deberá recibir a más de una veintena de congresistas estadounidenses a lo largo de marzo para discutir los detalles del TLC. Probablemente, los legisladores estadounidenses aprovecharán la visita para interiorizarse de las denuncias contra sus pares colombianos. Como si estas visitas no fueran suficientes, el presidente George Bush llegará el 11 de marzo a Bogotá para afianzar la relación con su principal aliado en Sudamérica. Al presidente Alvaro Uribe sólo le queda esperar que el escándalo no siga agrandándose en las próximas semanas.