Jueves, 30 de agosto de 2007 | Hoy
EL MUNDO › CASTIGO A UN MILITAR POR ABUSOS EN ABU GHRAIB
Para la justicia militar estadounidense torturar no es tan serio como desobedecer órdenes. Así lo demostró ayer al condenar al único oficial acusado por el escándalo de Abu Ghraib no por los cargos de maltrato y tortura, sino por haber desobedecido a sus superiores cuando le ordenaron que no comentara el caso con sus pares. El delito está penado con una pena máxima de cinco años de cárcel. Sin embargo, la corte militar decidió que era demasiado y sólo lo multó con 7373 dólares. La sentencia provocó una reacción inmediata de los organismos de derechos humanos. “Este era el momento que todos estaban esperando. Más aún, el juicio y el veredicto de este caso demuestran que al final no hubo ningún responsable por lo que pasó”, criticó Elisa Massimino, la directora de la organización con sede en Washington Human Rights Watch.
El teniente coronel Steven Jordan, de 51 años, fue el único oficial estadounidense que llegó a juicio por el caso de Abu Ghraib, la cárcel iraquí que se hizo mundialmente famosa después que se difundieran fotos de soldados norteamericanos torturando y maltratando a prisioneros iraquíes. El escándalo estalló en abril de 2004 cuando el mundo vio las imágenes en la pantalla de CBS y días después se enteró de toda la historia gracias a una investigación de Seymour Hersch publicada en The New Yorker. Era la primera vez que la sociedad estadounidense veía imágenes de torturas y maltratos, similares a las que muchas veces se había denunciado desde el exterior. Fotos de prisioneros iraquíes desnudos, vendados y envueltos en cables eléctricos, o en posiciones sexuales, o siendo interrogados bajo el acoso de varios perros.
La misma defensa de Jordan tuvo que reconocer el significado nacional e internacional que tuvieron esas imágenes para las fuerzas armadas estadounidenses. “Las imágenes de Abu Ghraib quedaron grabadas en nuestra memoria”, afirmó el mayor Kirs Poppe, uno de los abogados de Jordan, en su alegato el lunes pasado. “Es tentador decir que algunos oficiales deben ser responsabilizados por ello. Pero no este oficial”, agregó, señalando a su cliente. Lo cierto es que por más tentador que pareciera al abogado militar y la opinión pública estadounidense en general, ningún militar fue condenado a prisión por las torturas comprobadas y documentadas.
El coronel Thomas Pappas, el hombre que por 2004 dirigía todas las actividades de inteligencia en Abu Ghraib, entre ellas los interrogatorios, sólo recibió una reprimenda de sus superiores y una multa. Pappas reconoció que había permitido el uso de perros para asustar a los detenidos durante las sesiones de interrogación y su mea culpa le consiguió evitar la baja deshonrosa y la cárcel. Algo similar sucedió con Janice Karpinski, el ex general que comandaba a los soldados destacados en la cárcel iraquí. Fue degradado y todavía sigue en activo.
Esos dos oficiales, al igual que el teniente coronel Jordan, no fueron acusados de participar directamente en las torturas. “Los fiscales no supieron explicar el concepto de la responsabilidad del comandante”, señaló al diario Washington Post, el experto de Human Rights Watch, John Sifton. Aún aunque no hayan participado de las torturas ni supieran sobre ellas, explicó, son responsables de los abusos que cometieron sus hombres bajo su mando. “El veredicto fue una decepción, aunque no nos sorprendió”, concluyó Sifton.
El tribunal militar no entendió el caso como las organizaciones de derechos humanos y consideró que Jordan no era responsable por lo que sucedía en los interrogatorios, de los que él estaba a cargo en 2003. Sus abogados lograron demostrar que él no había participado en ninguno de ellos, ni había consentido el uso de torturas y malos tratos para conseguir información. El único cargo que su defensa no logró desestimar fue el desobediencia. Según el veredicto de ayer, Jordan desoyó la orden de sus superiores, que le habían prohibido comentar el caso con sus compañeros en 2004, cuando el escándalo estalló en los medios. Como quedó demostrado, el teniente coronel se contacto al menos con un soldado para discutir la investigación. No se sabe qué fue lo que hablaron. Sin embargo, el encuentro fue suficiente para no poder evitar una sanción.
El caso está judicialmente cerrado y los responsables son sólo once soldados de bajo nivel. “Después de hoy espero que las heridas de Abu Ghraib puedan empezar a cerrar”, aseguró Jordan.
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