Aunque las protestas contra las reformas paralicen a Francia, el mundo cambió y no queda otra que adaptarse. Así defendió ayer la política del actual gobierno francés el ex premier conservador Dominique Villepin en una conferencia organizada por la Universidad Tres de Febrero y el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales. “Hay que pagar un poco todos, la gente se ha acostumbrado a las ventajas del pasado y el mundo ha cambiado”, aseguró el rival del presidente francés, Nicolas Sarkozy, frente a un auditorio de políticos y ex cancilleres en pleno microcentro. Como si reviviera su paso por el Consejo de Seguridad de la ONU, el defensor de la multipolaridad criticó la política unilateral de la Casa Blanca en momentos en que el mundo, según él, sufre mayores desequilibrios.

Si alguna similitud tienen el conferencista y Sarkozy es su insistencia para aplicar reformas, en un país donde universitarios y trabajadores las están enfrentando. “Hicimos reformas en el sector público y privado. No son fáciles en ningún país, por eso se necesita mucha energía”, sugirió Villepin quien, tras dirigir varios ministerios fue primer ministro de Francia entre mayo del 2005 y el mismo mes del 2007 durante el gobierno conservador de Jacques Chirac.

El ex premier no es un principiante en materia de ajustes. En 2005, Villepin prometió devolver la confianza a los franceses en los primeros cien días de su mandato, en honor al período napoleónico. Sin embargo, al año siguiente presentó un proyecto de reforma laboral (CPE) que permitía despedir a jóvenes durante los dos primeros años de su contrato, provocando innumerables manifestaciones y una abrupta caída de su popularidad. Como si nada hubiera pasado, el francés persevera. “La libertad de educación, la salud y los servicios no deben cambiar. Si queremos guardar eso, hay que cambiar otra cosa”, afirmó. Con un millón de chinos integrados al mundo, advirtió, hay que tener cuidado con la pérdida de competitividad.

En cuanto a la inmigración, Villepin consideró que es una preocupación muy grande para su país. Cuando él era premier, en el 2005, afrontó una quema de coches en respuesta a las políticas represivas aplicadas en los suburbios de París. Por eso llamó a la cooperación, pese a haber firmado en el pasado el cuestionado proyecto inmigratorio que ahora impulsa el gobierno de Francia y que exige un test de ADN para familiares de extranjeros. “Se necesita una política generosa para los países del sur y de Africa, pero debe haber firmeza para que las reglas sean respetadas”, respondió, luego de que Página/12 le preguntara si las reformas no contradecían el principio de justicia social que él dice defender.

Ante los cambios del escenario mundial, Villepin, que dirigió el Ministerio de Asuntos Exteriores entre 2002 y 2004, se mostró preocupado por la falta de estabilidad en las relaciones internacionales. “Después de la Segunda Guerra Mundial había fuerzas de equilibrio con los dos bloques ideológicos y antes con los imperios. Hoy no hay nada de eso. Hay tentación unilateral por parte de Washington en medio de la ausencia de nuevas fuerzas”, dijo Villepin. “Estados Unidos no es el más capacitado para la paz, por eso debe buscarla junto a Rusia y Europa”, añadió.

La idea del francés es crear una Organización Mundial para la Paz. “La ONU es importante pero no tiene un papel claro. El Consejo de Seguridad se reúne de vez en cuando, pero no alcanza. Debe reunirse más para buscar soluciones”, señaló Villepin.

Antes de la invasión a Irak, el entonces canciller se opuso a la intervención militar norteamericana en ese país, donde Francia y Rusia tenían proyectos de contratos petroleros. “Sin el apoyo de la población, es inaceptable la presencia de fuerzas extranjeras”, manifestó.

Pero enseguida aclaró que hay que tener buenas relaciones con Estados Unidos; “Es el nuevo amigo de Francia”, explicó.

Informe: Juan Manuel Barca.