Lunes, 17 de marzo de 2008 | Hoy
EL PAíS › POR RAZONES FORMALES, PODRíA QUEDAR EN LA NADA LA CAUSA POR LAS COIMAS EN EZEIZA
Fue un sonado escándalo en el aeropuerto internacional que en septiembre pasado derivó en 21 detenciones de aduaneros, policías y maleteros acusados de cobrar coimas para dejar pasar equipos y artículos comprados en el exterior. Ahora, todo podría quedar anulado por la Cámara Federal. Página/12 revela en exclusiva las fotos de la causa que muestran los hechos.
Por Raúl Kollmann
La Sala I de la Cámara Federal de La Plata podría anular esta semana, por defectos formales, una de las causas judiciales en las que más claramente se nota la forma en la que personal de la Aduana, de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), el Senasa y varios maleteros se complotan para cobrarles coimas a los pasajeros que traen equipos electrónicos o mercancías prohibidas y los entran por Ezeiza. Tras un operativo realizado el 20 de septiembre pasado, a los 12 imputados de la causa se les encontraron 8852 dólares, 8935 pesos, 215 euros y 20 dólares australianos. El procedimiento se hizo después de la llegada de un avión de Malasyan Airlines y muestra la increíble recaudación de los que arreglan con los pasajeros para que introduzcan en el país lo que traen sin pagar los derechos correspondientes. Las imágenes de las cámaras incorporadas a la causa judicial –y a las que tuvo acceso exclusivo Página/12– son lapidarias. Se ve claramente, por ejemplo, a los funcionarios mandar al pasajero al baño para que ponga los billetes dentro del pasaporte y luego la forma en que el aduanero mete el pasaporte en un cajón sin motivo alguno, luego lo saca, y obviamente en esa maniobra deja dentro del cajón los dólares de la coima.
En fuentes judiciales de Lomas de Zamora no lo pueden creer. Según los rumores, la Cámara Federal anularía el procesamiento dictado por el juez Alberto Santamarina y la acusación contra 11 aduaneros, un policía aeroportuario, cinco empleados del Senasa, un maletero y tres integrantes de una empresa de seguridad. El escándalo se desató después de una paciente investigación en la que trabajaron Santamarina y la PSA, que filmó en detalle numerosas operaciones en la que se les cobraban coimas a los pasajeros. Ahora, la Cámara argumentaría que las fechas no coinciden o que las cámaras de la PSA no estaban autorizadas. Si los rumores se confirman, todos los funcionarios podrían volver a sus puestos de trabajo, pese a haber sido cazados in fraganti por las imágenes. En aquel momento el sindicato de aduaneros, Supara, amagó con un paro, pero las evidencias obligaron a los gremialistas a suavizar sus posturas. También el titular de la Aduana, Ricardo Echegaray, tuvo un conato de defensa de sus subordinados.
Este diario pudo ver las filmaciones que están incorporadas a la causa.
En las imágenes se ve claramente al aduanero Aníbal Figueroa revisando a una pareja que lleva seis o siete valijas y bolsos grandes. Todos esos bultos ya pasaron por el scanner de manera que el aduanero ya sabe lo que trae y es obvio que están por introducir electrónicos o mercancías que pagan derechos. Alguno de los integrantes de la pareja debería llenar el formulario correspondiente y acercarse al Banco Nación a pagar.
Pero no. El aduanero señala el baño (se ve claramente en la imagen) y el hombre de la pareja se dirige hacia allí. Lleva su pasaporte. Figueroa, el aduanero, está en el mostrador con el cajón cerrado y a su lado espera la mujer del pasajero. Pasa menos de un minuto, lo que demuestra la velocidad del pasajero para hacer sus necesidades, y el viajero vuelve con el pasaporte en la mano. El aduanero, por su parte, acaba de abrir el cajón del mostrador.
La maniobra se concreta en el instante siguiente. Figueroa mete el pasaporte en el cajón, lo deja allí apenas unos segundos, parece obvio que saca los billetes de adentro del documento, le devuelve el pasaporte al pasajero y la pareja se va tranquilamente con todo su equipaje por la puerta de salida.
A pasos de allí, el policía aeroportuario finge no ver nada.
El pasajero tiene rasgos orientales y viene muy cargado, con varias valijas y un bolso blanco enorme. Todo pasó por el scanner y todo indica que trae algo prohibido o que debe pagar derechos. En las imágenes se ve que hay un inicio de discusión con el aduanero. Las cosas no derivan en que se llenan los papeles para pagar derechos ni el pasajero se acerca al mostrador del Banco Nación. Lo que ocurre es que el aduanero le indica claramente al viajero que ponga algo dentro del bolso blanco que está sobre el mostrador, abierto. El aduanero se retira unos pasos como para revisar a otra persona. El pasajero saca algo de su bolsillo y lo pone adentro del bolso. Instantes más tardes vuelve el aduanero. Se ve en forma nítida que toma algo de adentro del bolso y se lo pone en el bolsillo, tratando de darle la espalda a la cámara que sabe perfectamente dónde está. Aun así, se ve el movimiento de su brazo poniendo la ganancia en su bolsillo.
Sale una persona desconocida de la oficina de la Aduana. Se ve en la imagen al jefe de salón de la Aduana, Carlos Arrúa, dialogando con otro aduanero. Instantes más tarde una cámara panorámica de esa zona muestra a tres personas hablando: el desconocido que salió de la oficina de la Aduana, un pasajero y un maletero.
Las cosas suceden como era de prever. El pasajero con dos valijas y acompañado por la persona que salió de la oficina de la Aduana pasa sin que el aduanero lo revise. El desconocido, que parece ser el gestor del pase, acompaña al pasajero hasta la salida. Al ratito vuelve el gestor y reingresa en la oficina de la Aduana. Un mal pensado especularía con que fue a llevar el dinero de la coima.
Las decenas de acciones del mismo estilo se producen a la vista del agente de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, cuyo mostrador está a unos cinco metros de donde los aduaneros arreglan con los pasajeros. Pero el agente Jorge Goldaracena no se queda con las manos vacías. Se ve al gestor acercándose a su mostrador justito en un momento en que el agente mira para otro lado. Deja algo en una especie de casilla. El gestor se aleja, el agente mete la mano en la casilla y se pone lo que le dejaron en el bolsillo.
A este pasajero canoso sí le encontraron cosas y las cámaras registran el momento en que empezaron a escribir el formulario para que el viajero pague los derechos en la oficina del Banco Nación. Sin embargo, el diálogo continúa. Después de una breve charla, el aduanero y el pasajero van a la oficina de la Aduana. De allí no salen juntos. Sale sólo el pasajero y lo curioso es que se viene metiendo en el bolsillo la billetera. Es evidente que algo dejó en la oficina. Luego va, toma sus dos valijas y, sin inconvenientes, se dirige hacia la salida. Al ratito vuelve el aduanero a su puesto. Rompe el formulario, lo tira a la basura y caso terminado.
Las valijas de la pasajera pasaron por el scanner. Algo trae. Se pone a conversar con el aduanero Alejandro Bianchi. Tras un breve diálogo, la pasajera y el aduanero entran en la oficina de la Aduana, cada uno por su lado. Sin embargo, la pasajera se deja la cartera encima del mostrador. Al rato, Bianchi regresa y toma la cartera. La lleva hasta la oficina. Se ve que en la cartera había algo que la mujer necesitaba entregar para que se concrete lo que se ve en las imágenes que siguen. La señorita, de pulóver y campera de jean, sale de la oficina de la Aduana solita, agarra sus cosas y se va para la salida.
Las modalidades cambian, pero la jugada parece siempre la misma. Se ve en el salón de las cintas a un maletero hablar con un pasajero. Instantes más tardes, el maletero conversa con un aduanero. Luego regresa al salón de las cintas. Cuando lo revisan pasa sin novedades y tranquilo se va para la salida. Claro que en la imagen se ve una movida extraña. El pasajero le entrega al aduanero una camiseta. El aduanero la mete en el cajón. Al ratito saca algo de adentro de la camiseta.
Las cámaras de seguridad también registran a los funcionarios del Senasa muy cerquita de donde se produce la acción. En la causa figuran tres hombres y dos mujeres del Senasa como imputados pero no procesados. En las tomas no aparecen recibiendo nada, pero se los percibe muy pegaditos a los aduaneros. Según se advierte en la investigación, los alimentos también son mercancías que aparecen en el centro de los diálogos entre pasajeros, en especial los que vienen de Oriente, y funcionarios.
Las imágenes se repiten hasta el cansancio. Pasajeros que van al baño y vuelven con algo en el pasaporte. Pasajeros que van a la oficina de la Aduana y salen de ahí muy poquito después sin acercarse ni remotamente a la oficina del Banco Nación. Pasan a la salida sin problemas. Gestores y maleteros que hacen el contacto en la zona de cintas, se los ve hablando con los aduaneros, hay un movimiento extraño con el pasaporte y pasan hacia la salida sin escalas.
Después de ver las imágenes, el juez Santamarina ordenó que tomaran otras y al final dispuso la detención de los imputados. El 20 de septiembre se realizó el procedimiento, justo un miércoles, cuando llega uno de los vuelos más apetecidos, el de Malasyan, que trae pasajeros de Oriente. De allí vienen electrónicos y alimentos, dos de los rubros top para la exigencia de coima. Lo cierto es que al detenerlos les encontró una importante suma de divisas y dinero argentino. En un turno, casi 9000 dólares, 9000 pesos, 250 euros y 20 dólares australianos. Alguno de los detenidos argumentó que tenía el dinero porque debía pagar la cuota del colegio de su hijo. Cuando se tuvo que expedir, Santamarina procesó a los imputados por el delito de exacciones ilegales, que consiste en que un funcionario público, abusando de su cargo, le hiciere pagar indebidamente a alguien un derecho o una dádiva. Como se trata de una exacción en beneficio propio, el delito sería exacción ilegal agravada, con penas que van de dos a seis años de prisión e inhabilitación absoluta perpetua para ser funcionario público.
El rumor que corre en los tribunales de Lomas de Zamora es que la Cámara anularía el procesamiento dictado por Santamarina, con lo cual los funcionarios podrán volver tranquilos a sus puestos. Y habrá más gente yendo al baño, a la oficina y volviendo de allí con algo dentro del pasaporte.
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