EL PAíS › EL SENADO SE DEDICO A PEGARLES DURO A LOS PERIODISTAS
El viejo truco de matar al mensajero
Los senadores reaccionaron furiosos tras sucesivas denuncias: las de los viajes de Maqueda, la de pagos por desarraigo y la de coimas. Hubo una larga sesión cuyo único contenido fue su autodefensa y las diatribas contra medios y periodistas. No faltaron propuestas inconstitucionales –Maqueda y Malvina Seguí, al frente–. Mientras, Barrionuevo y Eduardo Menem cobran plus por desarraigo y viven cerquita del Congreso.
Por Eduardo Tagliaferro
Al igual que el ex premier británico, John Majors, los senadores nacionales hicieron una pintura de un mundo ideal. Y éste es sin periodistas. Los medios de prensa, los comunicadores, estuvieron ayer en el centro de las críticas de los legisladores. Como corresponde, el camino lo marcó el titular del cuerpo, el cordobés Juan Carlos Maqueda. Habitualmente reacio a las requisitorias periodísticas, Maqueda utilizó el estrado para justificar los 1200 pesos que en concepto de “desarraigo” cobran todos los senadores que se encuentran a “más de 200 kilómetros” de la Capital Federal. Puso todo su enojo, pero en verdad, explicó a medias. Para ello contó que luego de la lectura de los matutinos fue pasando por distintos estados de ánimo: estupor, dolor e indignación. Mayor enojo tenían sus pares. Ellos presionaron a Maqueda para que diera las explicaciones de rigor. No se sentían responsables por decisiones que le endilgaron exclusivamente al cordobés. Así se lo hizo saber más de un miembro de la bancada peronista. Llegaron incluso a comentarle que si no lo hacía sacarían un comunicado de prensa, tomando distancia de sus últimos actos administrativos. En el segundo capítulo de la jornada, los periodistas volvieron a estar en el centro de las críticas. En esta ocasión, una cuestión de privilegio presentada por la senadora Malvina Seguí, puso al cuerpo en comisión. Luego de que ésta dijera que “se convirtió en la primera sospechada de la Argentina”, el tema excluyente del debate fueron las supuestas coimas denunciadas por el periódico londinense Financial Times.
Lejos de casa
Además de criticar a los medios, Maqueda explicó que en ningún momento ocultó el pago del plus por desarraigo. Al principio de su gestión el cordobés resaltó los ahorros que significaba la eliminación de un pago en concepto de combustible que se le realizaba a cada legislador. Maqueda recurrió a dos argumentos. Por un lado, dijo que la comisión encargada de las reformas administrativas en la Cámara alta, había presentado sus conclusiones en forma pública. Olvidó que la comisión sólo propuso y fue él quien decidió. Lo hizo dejando de lado sugerencias como las de reducir casi a la mitad la cantidad de comisiones. El otro argumento al que echó mano Maqueda fue la existencia de una publicación del diario de negocios Ambito Financiero en la que se hacía referencia al plus por desarraigo.
Lo cierto es que el tema salió a la luz pública luego de que este diario consignara su existencia, así como de un intento, ahora frustrado, de otorgar un 20 por ciento de aumento para prosecretarios, secretarios y directores generales del cuerpo. Unas nueve personas que generalmente tienen sus sueldos enganchados al de los senadores y a los que en abril se les había reducido ese porcentaje como correlato de la eliminación del plus por combustible que cobraban los legisladores. Es esa ocasión, como en tantas otras Maqueda prefirió guardar silencio. O hablar por medio de gacetillas que suele titular como “Maqueda aclara” o “Maqueda desmiente”.
“La bronca con Maqueda no es política, es humana”, admitió a este diario un legislador del bloque oficialista, tratando de minimizar una jornada plagada de reuniones y de llamadas telefónicas en las que el cordobés fue el centro de los cuestionamientos. El enojo no era por la existencia de ese plus, sino por el manejo del titular del cuerpo. “Lo peor que podemos hacer es una paritaria de nuestra dieta, no tenemos que andar explicando nada”, eligió como respuesta ante las preguntas de Página/12 otro legislador. Otro legislador recordó la construcción de la pista de Anillaco y dijo “no es mala la construcción de la pista sino todas las cosas que se dijeron para explicarla”.
Luego de manifestar “no somos merecedores de este agravio”, rojo de ira, Maqueda concluyó sus disculpas comentando que son muchos los que “tienen que mantener dos hogares. Uno en la capital y otro en sus provincias”. Nohay que aguzar el ingenio para concluir que en este ejemplo, tal vez se haya quedado corto. Ese fue el comienzo de las propuestas y las intervenciones descabelladas. El santiagueño José Luis Zavalía dijo que “había una campaña periodística contra la democracia” y recomendó que se pidieran las declaraciones juradas de bienes de los dueños de medios y de los periodistas. Agregó que tendrían que justificar como los habían adquirido. Por las dudas, Maqueda ya había sembrado la duda sobre los periodistas diciendo que no se animaba a decir si éstos actuaban así por “desconocimiento, ignorancia o mala fe”.
Los sospechosos de siempre
Si bien desde primera hora los pasillos daban cuenta de la bronca de los senadores por la difusión del plus por desarraigo, no eran menores las suspicacias que levantaba el tema de las supuestas coimas denunciadas por el Financial Times. Desde el estrado, luego de las explicaciones de Maqueda, se leyó un proyecto de comunicación en el que los senadores Marcelo López Arias, José Luis Gioja, Guillermo Jenefes y Malvina Seguí pedían el esclarecimiento de las denuncias. Aunque su texto era lavado, el pronunciamiento fue motivo de constantes enmiendas y tachaduras. En el primer punto ya habían mostrado su espíritu de cuerpo, a lo largo de lo que faltaba de sesión no hicieron más que galvanizarlo.
Una cuestión de privilegio presentada por Seguí marcó el rumbo futuro del debate. Propuso que el cuerpo se declare en comisión “hasta aclarar el tema de los sobornos”. Cuando algunos intentaban hacerse los distraídos, su tono vehemente y la velada alusión a “pruebas concretas” llevó a más de uno a sumarse a la catarsis generalizada que no produjo más que una declaración de solidaridad y el secuestro del libro de visitas a la Cámara alta.
La medida también se produjo a instancias de Seguí. Concretamente la senadora apuntó hacia Carlos Bercum, un personaje al que calificó de loobysta y “enlace de los banqueros con el Congreso”. Sin mayores pruebas que las sospechas, la legisladora había presentado a primera hora, una serie de interrogantes que le había entregado a Maqueda. La legisladora sugirió que fue víctima de una campaña debido a una informe en el que se había investigado a las entidades bancarias por la presunta fuga de divisas. Dijo que el banquero Emilio Cárdenas, ante escribano público, había asegurado que no poseía ningún video que la involucrara y que tampoco tenía ninguna sospecha sobre ella. Todo matizado con las críticas a otros senadores. Descalificó a la santacruceña Cristina Fernández de Kirchner, de quien dijo “que se solaza con las desgracias de la democracia”. Agregó que “la había injuriado en la prensa tucumana” y la recusó. Hubo tiempo para que la salteña Sonia Escudero dijera que los periodistas tenían que revelar sus fuentes por que, si no, servían a los intereses de los que querían “que se vayan todos”. Carlos Alfonso Prades (UCR, Sabta Cruz) sugirió que, si se podía, “se traiga por la fuerza pública” al periodista del Financial Times, Tomás Catán. “No tengo más nada que decir. Si tuviera otro material ya lo hubiera publicado, soy periodista”, le dijo Catán a Página/12. No fueron pocos los que recordaron la máxima de un gobernante estadounidense citada recientemente por el Círculo de Periodistas Parlamentarios: “Si quieres que algo no salga en la prensa, no lo hagas”.