Jueves, 18 de diciembre de 2008 | Hoy
EL PAíS › ACUERDO ENTRE BANCOS Y FABRICANTES DE APARATOS
Por Cledis Candelaresi
Para compensar el derrumbe de ventas en el mercado interno, los productores de aparatos de GNC llegaron a un acuerdo con bancos privados para financiar la compra de equipos. El financiamiento será a los particulares. Para dinamizar ese negocio, la Cámara de GNC intenta que el Ministerio de Planificación desmantele paulatinamente el millonario sistema de subsidios a favor del gasoil, el combustible competidor en primera instancia. Otro de los favores oficiales consistiría en persuadir a las productoras de gas de que deben seguir vendiendo a los mil setecientos estacioneros que producen el gas natural comprimido el insumo barato. Julio De Vido tiene en sus manos los números que la ministra Débora Giorgi desmenuzará en los próximos días, para juzgar la conveniencia del respaldo oficial.
Se trata, en rigor, de un esfuerzo por apuntalar la facturación en el mercado interno. Para esto, los esfuerzos de los fabricantes de equipos locales están concentrados en el sector privado, en busca de compensar la debilidad de su negocio. La Cámara de GNC buscará convencer a los particulares de que conviertan sus vehículos nafteros o gasoleros a ese combustible. El costo de estos aparatos adaptadores oscila entre los 2500 y 4800 pesos y para ello habrá desde el verano crédito privado disponible. La economía es notoria para quienes hacen marchar el cuentakilómetros, asegura la Cámara: un vehículo que recorre 30 mil kilómetros con gas ahorra unos 6000 pesos en relación con el uso de otro combustible.
Según aseguran los empresarios del GNC, la cuenta también resulta atractiva si se proyecta a los camiones o a los colectivos: con esta sustitución podrían encogerse los costos del servicio en un 30 por ciento, ventaja comparativa importante respecto del sistema actual, basado en el gasoil. Este combustible hoy está subsidiado, clave en la que descansa la utilidad del sistema de transporte público de pasajeros. Un reemplazo implicaría remover este régimen en el que muchos están cómodamente instalados, con los consiguientes lobbies en contrario.
En la Comisión de Energía de Diputados amaga cobrar estado parlamentario un proyecto que reedita otro introducido en 2005, fundado en la “ventaja social” de un combustible sobre otro. La iniciativa proponía comprometer al Estado para que garantice, vía el manejo de los impuestos que gravan los combustibles o por la que fuere, que el precio del GNC no superará el 50 por ciento del valor del gasoil. Hoy no puede predecirse si la iniciativa será alentada hasta el recinto o resultará cajoneada como entonces.
El sector del GNC está en un momento difícil. Al parate económico se suma el dato de que en el año 2002 había en el país la misma cantidad de vehículos a GNC, pero se consumía un 50 por ciento más de producto, ya que el parque automotor era más viejo e ineficiente. Esto dejaría un “remanente” de insumo disponible para comprimir. Pero en el presunto caso de que hubiera gas suficiente, la otra cuestión es el precio. La ecuación del GNC hoy cierra perfecta: los estacioneros/productores compran a 25 centavos un producto que en Capital Federal y el Gran Buenos Aires se vende luego a un peso, incluyendo más de 40 de impuestos. Donde no hay mucha alegría es en el comienzo de la cadena. Las petroleras productoras no sólo aspiran a una mejor remuneración en boca de pozo sino que refunfuñan por tener que vender a un valor diferencial el producto que luego recala en los tanquecitos de muchos taxis.
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