Sábado, 2 de mayo de 2009 | Hoy
EL PAíS › EL VICEALCALDE DE BARCELONA, IGNASI CARDELUS, VISITó LA ESMA
Durante su recorrida por el ex centro clandestino de detención, el funcionario catalán habla del proceso de recuperación del castillo de Montjuic, donde fueron fusiladas más de 600 personas. Compara las experiencias de la Argentina y España.
El castillo de Montjuic ha sido un referente maldito en la historia de Barcelona. Lo construyeron con el argumento de proteger la ciudad, para frenar la entrada de Napoleón a la península ibérica, pero en realidad nunca se usó para defenderla, sino para vigilar a sus propios habitantes. Montjuic funcionó como prisión militar; levantado en lo alto de un cerro, desde allí se bombardeó la población civil. Ahora fue recuperado para la ciudad, que está armando un espacio de la memoria, con un mix que combina un museo con actividades culturales y de educación. Lo cuenta el vicealcalde de Barcelona, Ignasi Cardelus, mientras camina por el parque de la ESMA.
De visita en Buenos Aires, Cardelus quiso ver cómo se trabaja el tema en la Argentina. “Conocer cómo afrontan otras ciudades el recuerdo y la memoria histórica nos es útil para construir nuestro propio proyecto”, dice.
Es jueves por la mañana y un sol de otoño disimula apenas la llegada del frío.
Cardelus se abrocha el último botón del saco y avanza por la calle interna del antiguo centro clandestino de detención. La recorrida ha partido del centro cultural Haroldo Conti; su director, Eduardo Jozami, hace de anfitrión.
Al vicealcalde lo sorprende el tamaño de la Esma, y su ubicación en una zona tan urbana. “¿Esas rejas, tan bajas, son las mismas que había durante la dictadura?”, quiere saber. El guía confirma que son las mismas.
Camino al edificio donde funcionó el centro clandestino de detención, la visita guiada pasa frente a algunos de los pabellones donde ya hay actividades, como el Espacio Nuestros Hijos, de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Cardelus cuenta que la idea que implementaron en el castillo de Montjuic es darle un triple uso: “Es un edificio de carácter cultural, con actividades para niños, cine y teatro; es también un espacio de memoria, por eso he venido aquí, para intentar ver cómo estructuramos un discurso que permita explicar la historia de la ciudad y del castillo, no olvidando nada, porque sobre Montjuic tenemos que contar también que en la época de la República allí se fusiló a más de 600 personas. Hay que hacer una explicación, y sobre todo hay que vincular esa explicación con una idea de futuro. Y ésta es la tercera parte del proyecto, convertir el castillo en un centro por la paz. Este invierno ya hemos realizado cursos de formación para el personal de Naciones Unidas, con capacitación destinada a la resolución de conflictos”.
Una de las cosas que debieron hacer tras recibir el castillo (que era propiedad del Ministerio de Defensa) fue retirar una estatua de Franco a caballo. Ya no estaba a la vista sino escondida en uno de los almacenes, pero aun así la llevaron al depósito municipal. Según algunos medios españoles, en la mitad de las ciudades del país todavía queda simbología franquista, sobre todo nombres de calles y de plazas. El vicealcalde asegura que no es el caso de Barcelona, porque “durante la transición se hizo un proceso muy importante para retirar la mayoría de ellos”. De todas maneras, a él le tocó desmontar un monumento a Primo de Rivera, el fundador de la falange e ideólogo del fascismo español. “Era una estructura del futurismo italiano, con una especie de cubos de grandes dimensiones de granito y mármol. Ya no tenía ninguna inscripción y por lo tanto para muchos ciudadanos de Barcelona no era un monumento franquista, pero en realidad sí que lo era y por eso lo retiramos.”
El recorrido llega al ingreso al sector del Casino de Oficiales, donde funcionó el centro clandestino. El guía cuenta que en esta área –sobre un extremo de las 17 hectáreas de la Escuela de Mecánica de la Armada– estaba restringida la circulación de los cadetes la ESMA. De todas maneras, era una práctica corriente que los enviaran a hacer guardias para vigilar a los secuestrados. Los marinos llamaban al Casino de Oficiales con el nombre de Selenio, el lado oscuro de la luna. Allí, en el mismo edificio, los oficiales que daban clases en la ESMA tenían sus dormitorios, mientras en el sótano funcionaba la sala de torturas y en los pisos altos se mantenía cautivos a los detenidos. Este es el tramo clave de la visita guiada. Durante casi una hora, ya no habrá más conversaciones sobre otro tema que no sea el funcionamiento del centro clandestino de detención.
En España, contará más tarde el vicealcalde, hay ahora dos grandes temas vinculados con la memoria, el de los niños de la guerra y el de la recuperación de los cuerpos de los fusilados.
“Los niños de la guerra” designa en general a todos los menores que vivieron la contienda y sufrieron sus consecuencias, ser desplazados o robados a sus padres por ser “rojos” y adoptados por las familias de vencedores.
“En toda guerra hay grandes desplazamientos de población. Hay que recordar que la guerra española fue la primera en la que la aviación bombardeó las ciudades y por tanto se volvió muy peligroso vivir en ellas. Barcelona fue la primera ciudad del mundo en sufrir un bombardeo sistemático sobre la población civil. La República trasladó a los niños primero a espacios-colonias fuera de las ciudades y luego fuera del país. Rusia, Argentina, Francia, acogieron a miles de niños españoles. En mi caso, parte de mi familia vino a la Argentina por ese motivo. Ha habido programas de TV que intentaron investigar casos concretos, pero el tema, yo creo, forma parte de la historia personal de las familias, quiero decir que no hay un sentimiento colectivo ni hay asociaciones de niños de la guerra”, apunta.
Por otra parte, el gobierno español, con leyes muy recientes, dio impulso a la recuperación de fosas comunes. Muchas rutas españolas y muchos pueblos de las zonas rurales de España están llenas de fosas donde se enterraron personas, la mayoría de ellas afines a la República, en las banquinas de los caminos. “Como existe mucha gente todavía viva de aquella época, que recuerda los lugares, ha sido relativamente sencillo encontrar los cuerpos. En estos momentos hay numerosos pueblos de España que están en un proceso de exhumación.”
Junto con la ley que permite las exhumaciones, hay subvenciones públicas para realizar las excavaciones. “Pero en el sentido más íntimo depende mucho de las familias –apunta Cardelus–. Yo conozco familias que han señalado el lugar y no han querido exhumar los cadáveres, y hay familias que sí han querido recuperarlos. Hay que aclarar que en la mayoría de los casos de España no se trata de desaparecidos. En el ambiente rural todo el mundo sabía quién fue fusilado en esas fosas, y por lo tanto no hay esta sensación de desaparecido en el sentido que tienen ustedes, sino que simplemente todo el mundo sabía que el alcalde republicano de tal pueblo fue conducido a las afueras, ejecutado y enterrado en tal lugar.”
La otra gran diferencia con el proceso argentino es que la recuperación de la memoria histórica se hizo mucho más tarde. “Lo está haciendo recién nuestra generación, la de los que no vivimos ni la Guerra Civil, ni tampoco el período franquista, ni siquiera la transición, en la que todavía éramos niños.”
En ese marco es que Barcelona reclamó Montjuic para montar un espacio de la memoria. ¿Cuál es la idea del gobierno catalán sobre para qué deben servir estos espacios? “Consideramos que hay que dedicar un lugar a la memoria histórica, pero que tienen que ser también espacios de futuro, si no no tendrán continuidad –dice el vicealcalde–. Los sistemas de memoria son importantes, pero también lo es explicarle a la gente que las cosas tienen un futuro. En nuestro caso, encontramos esa salida combinando el museo con un lugar para la educación, formando personal para resolver conflictos. Lo que queremos decirles a los visitantes es que éste es un lugar de memoria pero en el que también se desarrolla un proyecto de futuro.”
Cardelus agrega un último punto, su uso como espacio recreativo. “Montjuic es un lugar amplio, arbolado. En un espacio público, y en las ciudades como las nuestras, donde el espacio público es tan escaso, en este caso un espacio verde y con tantos árboles hay que abrirlo no sólo a la gente a la que le interesan los temas de memoria sino al conjunto de la ciudadanía. Para pasear, para pasar el día, para hacer eventos culturales, para venir con la familia. Viendo los jardines que hay aquí a mí me da la sensación de que tarde o temprano también este lugar se usará así, además de ser un espacio de la memoria, como un espacio público.”
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