Jueves, 25 de junio de 2009 | Hoy
EL PAíS › NéSTOR KIRCHNER LE RETRUCó A FRANCISCO DE NARVáEZ EN UN ACTO EN FLORENCIO VARELA
El ex presidente llegó al sur del conurbano acompañado por Daniel Scioli y Alberto Balestrini. Destacó que gracias a la obra pública se consolida el empleo: “Así generamos 500 mil puestos de trabajo directos y un millón de empleos indirectos”.
Por Martín Piqué
“Esta no es cualquier elección. Estén atentos porque vienen por la plata del pueblo.” La advertencia partió del escenario que se había montado en un enorme tinglado donde hoy funcionan varias cooperativas de trabajo. En el llano, entre banderas de todos colores y carteles con apellidos de dirigentes, la exhortación a estar atentos, a cuidar el voto, fue escuchada por una multitud que provenía de los barrios populares del municipio de Florencio Varela. “Hay que cuidar la obra pública porque genera movimiento económico, 500 mil puestos de trabajo directos y un millón de empleos indirectos. Gracias a la obra pública se consolida el trabajo”, insistió Néstor Kirchner. A juzgar por la reacción de los asistentes, la inversión estatal en infraestructura es un tema sensible para los vecinos. Cada vez que Kirchner pidió defender el empleo, la gente respondió con aplausos, gritos y algunos cantitos de aliento que se superponían hasta que alguno terminaba sobresaliendo: “Pingüino, pingüino, Varela está contigo”, fue el más escuchado.
Kirchner no lo dijo en forma explícita, pero buena parte de su discurso estuvo dedicado a responder algunas frases que Francisco de Narváez había dicho en una entrevista publicada por Clarín. “El ajuste tiene que pasar, entre otras cosas, por la obra pública”, había dicho el candidato de Unión-PRO en ese reportaje. El candidato del Frente Justicialista para la Victoria se propuso profundizar qué significaban esos dichos, el riesgo que implicaba. “Ellos quieren parar la obra pública, cuidémosla con nuestro voto”, exhortó Kirchner desde el micrófono. Entre los asistentes había integrantes de cooperativas de trabajo que se dedican a la instalación de cloacas, al mejoramiento de veredas o a la construcción de viviendas. Un ejemplo de ese tipo de emprendimientos es la Cooperativa Varelense, impulsada por el intendente local, Julio Pereyra.
El acto comenzó con un breve recital de Ignacio Copani. Simpatizante del kirchnerismo, el autor de “Cacerolas de teflón”, la canción que ironizaba sobre los cacerolazos en apoyo de la Mesa de Enlace, cantó mientras los bombos atronaban. Luego entonó una canción dedicada a Evita, que emocionó a las primeras filas. “Siempre expresé lo que siento y esta vez coincide con algo tan terrenal, como la definición de una elección”, dijo Copani cuando Página/12 le preguntó por qué había aceptado apoyar a la dupla Kirchner-Scioli. Copani se exilió en México muy joven, su familia fue golpeada por la represión: su cuñada Claudia Krichmar, su cuñado Miguel Butrón y su primo Roberto García están desaparecidos.
El intendente recibió a Kirchner a unas cuadras del escenario del acto, el ex presidente había llegado en helicóptero. Con Kirchner llegaron el gobernador Daniel Scioli, el vice Alberto Balestrini, la cantante Nacha Guevara, el titular de la Cámara de Diputados bonaerense, Horacio González, el jefe de la Side, Héctor Icazuriaga. En las gradas VIP se habían acomodado dos vecinos del distrito, los diputados Carlos Kunkel y Graciela Giannettasio, junto a varios dirigentes del sur del conurbano, como el ministro de Gobierno provincial Eduardo Camaño (Quilmes), el diputado provincial Fernando “Chino” Navarro (Lomas de Zamora) y el intendente Juan José Mussi (Berazategui).
Como en toda la campaña, Scioli volvió a hablar de que él y Kirchner conforman “un equipo”. También destacó el esfuerzo que había puesto el santacruceño con sus caravanas y actos por el conurbano. “Aquí tienen un equipo con experiencia. Y esto no es para improvisados, ni para los que vienen con ráfagas de individualismo. Confíen en este equipo, tengan la seguridad y la tranquilidad de que las cosas van a estar muy bien”, arengó Scioli. Antes de terminar, contó que a la mañana habían incinerado en Dock Sud 12 millones de dosis de droga: la quema había sido transmitida por el canal C5N. “Vamos contra la droga, vamos contra el paco”, había dicho antes el intendente para despertar la primera ovación.
Florencio Varela es uno de los dos municipios bonaerenses más pobres. Comparte ese privilegio con José C. Paz, ubicado en el noroeste del Gran Buenos Aires, la otra punta del conurbano. La empresa metalúrgica Ferrodúctil expresa la parábola de los cambios que atravesó el Gran Buenos Aires en las últimas dos décadas. Conocida como una planta dedicada a la fundición, Ferrodúctil cerró hace más de quince años. Sus instalaciones luego fueron usadas como depósito de mercadería. Hace dos años, el enorme galpón pasó a dar cobijo a varias cooperativas de trabajo creadas con el apoyo del Inaes y el Ministerio de Desarrollo Social.
Al galpón de la ex fábrica Ferrodúctil se llega a través de una avenida con un boulevard con el pasto quemado por el frío y rodeada por talleres mecánicos, alguna estación de servicio, metalmecánicas, bobinado de motores, comercios y viviendas de clase media baja. El tinglado elegido para el acto estaba al lado de una centro asistencial de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). La salita portaba el nombre de Eva Perón. El paisaje del barrio se había alterado un poco con el acto: alguien había estacionado una furgoneta muy vieja pintada de color azul frente al predio que recibiría a Kirchner. La furgoneta tenía pintados los apellidos de Kirchner-Scioli y el eslogan de la campaña K: “Nosotros hacemos”.
El entorno que supo ser fabril y que intenta salir de la decadencia inspiró una parte del discurso de Kirchner. “Ellos quieren volver a los noventa. ¡Quieren volver a rematar el país! Les pido que nos acordemos de cómo se apagaron las chimeneas, cómo con el neoliberalismo se cerraron las fábricas”, exhortó Kirchner con la voz algo quebrada. La gente agitaba banderas de color amarillo y verde, los colores del club de ascenso Defensa y Justicia, el equipo del barrio. Kirchner contó desde el micrófono el impacto que le había producido reunirse con los empresarios que se están instalando en el Parque Industrial de Florencio Varela. “Ustedes, hermanos y hermanas varelenses, tienen el primer pingüino bautizado bonaerense. Me están haciendo llorar...”, dijo Kirchner con los ojos enrojecidos mientras hacía el gesto de abrazarse al aire.
Cuando terminó de hablar, el santacruceño se abalanzó sobre la multitud. Detrás de las vallas de la primera fila lo recibieron a empujones, palmadas, abrazos. Mujeres, hombres, niños y ancianos que querían un autógrafo, sacarse una foto con el celular o, simplemente, tocarlo. Entre ellos estaba Patricia Alvarez, 44 años, cinco hijos, vecina del barrio Presidente Sarmiento. “Acá vamos a reventar las urnas de votos peronistas. En Varela, De Narváez no existe, somos todos trabajadores y gente de laburo”, aseguró la mujer a Página/12. Una de sus amigas, Adriana Ferrari, 50 años y habitante del barrio Villa Susana, compartió el pronóstico. “Acá no necesitamos convencer a la gente: si está viviendo los cambios.”
Afuera del galpón, cuando la gente comenzó a desconcentrarse, un viejito de 70 años aprovechó para gritar a los cuatro vientos que todavía le quedaba pan de queso (el famoso chipá) y que lo estaba vendiendo apenas a un peso. El vendedor se presentó como Gramiciano Chávez Genes, miembro de la Cooperativa Varelense y vecino del barrio Sarmiento. “A mí me parece que Kirchner va a ser el segundo Perón, por la manera de ser de él, ¿vio?”, dijo Gramiciano. No hacía falta preguntarle a quién iba a votar.
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