El kirchnerismo sabrá recién hoy por la mañana si el esfuerzo que volcó en la negociación con los bloques parlamentarios de centroizquierda rindió sus frutos. Hasta altas horas de la noche, el oficialismo trataba de sellar un dictamen común con otras cuatro bancadas “progresistas” –Solidaridad e Igualdad (SI), Proyecto Sur (PS), Encuentro Popular y Social (EPyS) y Diálogo por Buenos Aires (DpBA)– sobre la prórroga de las facultades delegadas por el Congreso al Ejecutivo. Entre ellas, la atribución para fijar retenciones a las exportaciones agropecuarias. Una hora antes de que se reúna la Comisión de Asuntos Constitucionales –prevista para las 10– habrá un nuevo encuentro con los dieciséis diputados opositores donde se definirá quiénes firmarán el texto final que presentará el oficialismo, aunque las modificaciones que estaba dispuesto a conceder no conformaría a todos. El bloque K necesita al menos del acompañamiento de una parte de ellos para reunir quórum y asegurarse el triunfo en la votación de la sesión convocada para esta misma tarde.

Las negociaciones comenzaron ayer al mediodía en el despacho que el jefe de la bancada K, Agustín Rossi, tiene en el tercer piso del Palacio Legislativo. Hasta allí llegaron Eduardo Macaluse y Emilio García Méndez (SI); Claudio Lozano (PS), Ariel Basteiro (EPyS) y Miguel Bonasso (DpBA). Junto a Rossi se sentaron varios de los miembros de la conducción del bloque oficialista en la Cámara baja: Patricia Vaca Narvaja, Patricia Fadel, José María Díaz Bancalari y la presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales, Graciela Camaño.

Los legisladores opositores le presentaron la propuesta que hicieron pública el lunes en una conferencia de prensa. El documento conjunto plantea que el Gobierno debe conservar las facultades para fijar las alícuotas de las retenciones a las exportaciones de granos y oleaginosas, que cayó bien en el oficialismo. Pero también plantea la negativa a aprobar “una prórroga masiva” de las facultades delegadas, que las atribuciones del Ejecutivo no deben ir más allá de un plazo mayor a los seis meses y que durante ese mismo lapso trabaje una comisión bicameral que defina cuáles de las miles de facultades conservará el Gobierno y cuáles no.

Otro punto de la propuesta opositora rechaza la aprobación en bloque de todos los decretos de facultades delegadas desde 2006 hasta la fecha y reclama la prohibición de “subdelegar” esas facultades en funcionarios de segunda o tercera línea del Ejecutivo. Los planteos que generaron mayor resistencia en las filas K.

Sin embargo, en la reunión que duró más de una hora, el oficialismo aceptó algunas modificaciones a su proyecto original. Entre ellas la de acotar el plazo de la prórroga original de un año, aunque su intención no era bajarla más allá de junio de 2010. Así, como dotar de un “perfil técnico-jurídico” a la comisión bicameral que estudiaría una por una las más de 1900 leyes a través de las cuales se delegan facultades.

Las concesiones no alcanzaron para sellar el acuerdo con los bloques de centroizquierda. Pero el oficialismo no abandonó la negociación, que ayer por la noche continuaba telefónicamente entre Camaño y la diputada Vilma Ibarra (EPyS), en la búsqueda de otros acuerdos que quedarán plasmados en el texto final del proyecto.

Los diputados opositores no compartían –hasta ayer por la noche– las mismas expectativas. En diálogo con Página/12, algunos de ellos confiaron en la posibilidad de lograr un acuerdo, sobre todo por “las urgencias” del propio oficialismo, que tiene tiempo sólo hasta el 24 de agosto para alcanzar la prórroga en el Congreso y una sesión convocada para hoy en Diputados para tratar de sortear el primer obstáculo. Otros, en cambio, consideraron “acotada” la capacidad de decisión de los negociadores K para modificar el proyecto oficial.

A primera hora de hoy, los dieciséis diputados opositores volverán a verse cara a cara con la conducción del bloque K para tratar de pulir diferencias, antes que comience la reunión de la comisión legislativa. El kirchnerismo quiere alcanzar un dictamen conjunto, que lleve las firmas de todos para no toparse con sorpresas. Necesita del respaldo de estos bloques –o al menos de parte de ellos– para sentar 129 diputados en el recinto y abrir el debate, además de asegurarse el triunfo en la votación que requiere de mayoría simple.