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Los que creyeron que podrían festejar cuando el ministro del Interior Jorge Matzkin aseguró, frente a la puerta de su despacho en la Rosada, “mañana hay sesión en Diputados”, todavía, por las dudas, no tendrían que cantar victoria. A pesar de que los bloques del oficialismo y algunos de la oposición coincidieron que el tema de las ejecuciones hipotecarias podría comenzar a resolverse con el decreto de necesidad y urgencia que Eduardo Duhalde firmaría en el día de hoy (ver pág. 9), hay muchos temas sueltos que, aunque no impidan la realización de la sesión parlamentaria, generarán un debate de impredecible final.
La semana pasada no se pudo votar en la Cámara baja la aceptación de la renuncia de Duhalde, la suspensión de las internas abiertas y el nuevo cronograma electoral porque el radicalismo puso como condición previa la aprobación de una norma que contemple los intereses de los deudores hipotecarios. Ayer en la segunda jornada de las negociaciones que Matzkin y el secretario de Hacienda, Guillermo Nielsen, concretaron con el titular de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño, con los radicales Horacio Pernasetti y Noel Breard, con el frepasista Darío Alessandro y con el demoprogresista Alberto Natale, todo indicaba que se había destrabado el conflicto. El decreto presidencial establecía que la mediación entre deudores y acreedores se haría en sede judicial y que cualquiera de las partes o incluso el propio magistrado podría convocar a una mediación por el plazo de 30 días hábiles.
“No aceptamos el decreto tal como está”, dijo Pernasetti en diálogo con los periodistas parlamentarios. Uno de los principales reparos del jefe de la bancada radical era que se excluía a las entidades financieras de la posible mediación. Claro que también admitía que había un gran avance ya que el Gobierno aceptó que la mediación se concretara en sede judicial.
Para aceptar la renuncia de Duhalde los diputados no votarán una nueva resolución, sino que pondrán en debate lo aprobado la semana pasada por los senadores. Aunque todo parezca bajo control, una modificación que impulsa el representante de los partidos provinciales puede abrir una puerta a un fuerte disenso. Natale propondrá que explícitamente se establezca que el nuevo presidente deberá asumir el mismo 25 de mayo. Lejos de ser una formalidad, ése es uno de los debates que hoy dividen aguas en el Congreso. Si así fuera se estaría extendiendo unos seis meses el mandato del próximo presidente.
“Mañana deberíamos avanzar en la sanción de una nueva ley de acefalía”, aseguró Pernasetti en consonancia con el planteo de Natale. Para ello los radicales están decididos a impulsar un proyecto del cordobés Luis Molinari Romero. La norma está en línea con las presentadas en la Cámara alta por el salteño Ricardo Gómez Diez y por el titular de la bancada radical en el Senado, Carlos Maestro. Los menemistas tienen sus reparos a esta movida ya que aseguran que de esta manera no se concluiría con el mandato de Fernando de la Rúa y por lo tanto Carlos Menem estaría inhabilitado para ser candidato.
Precisamente ayer, en la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado no se llegó a ningún acuerdo cuando se debatió el proyecto de Maestro. El proyecto del radicalismo en el Senado propone modificar la actual ley de acefalía determinando que el 25 de mayo una nueva Asamblea Legislativa debería elegir al Presidente que tiene que terminar el mandato, ya que la elección es para completar el período 10 de diciembre del 2003 al 10 de diciembre del 2007. Claro que aclara que en caso de que haya un presidente electo el 25 de diciembre, la designación tendría que caer en él. No faltan las voces de quienes dicen que alargar un mandato presidencial es sólo competencia de una asamblea constituyente. Por lo pronto en el Senado se convino realizar algunas consultas con especialistas a fin de llegar a un dictamen único. Es de imaginar que la sola enunciación de este debate en el recinto de la Cámara baja abrirá un camino con destino desconocido. Más aun cuando las de hoy y de mañana serán las últimas de las sesiones ordinarias y, como todos los años, se acumularon en Diputados solamente más de 300 proyectos para ser considerados. Por más sospechas que haya de que algún monstruo se esconde detrás de los indescifrables números de expedientes, el cansancio y la multiplicidad de discusiones aparecen como propicios para alguna desagradable sorpresa. Nada es tan fácil como parece.