ECONOMíA › REPORTAJE AL MINISTRO DE
ECONOMIA, ROBERTO LAVAGNA, EN SU PASO POR PARIS
“Existe un problema de distribución”
En su gira europea, el ministro Lavagna conversó con el corresponsal en Francia de Página/12 sobre la marcha de las negociaciones con el FMI, la pérdida de influencia de EE.UU. en ese organismo, la puja por las tarifas de las privatizadas y la pobreza extendida.
Por Eduardo Febbro
El ministro de Economía se fue de París con rumbo a Alemania con los mejores augurios. Tanto fuentes oficiales como extraoficiales confirmaron el manifiesto apoyo dado por Francia para que la Argentina obtenga un acuerdo satisfactorio con el FMI. El tema fue evocado hoy con España por el ministro francés de Economía y Finanzas, Francis Mer, y volverá a la mesa europea la semana próxima cuando se reúnan los ministros de Economía de la Unión Europea. Según adelantaron miembros de la delegación argentina, las empresas francesas no pestañearon demasiado frente al limitado aumento de tarifas y hasta hubo empresarios que entablaron un proceso de negociaciones para nuevas inversiones en el país, concretamente para instalar una planta automotriz para la fabricación del Peugeot 307. Tal vez, lo más trascendente fue al espaldarazo dado a Roberto Lavagna por Francis Mer, el cual, según relatos coincidentes, juzgó con aprobación la decisión argentina de no pagarle al Banco Mundial. Asimismo, luego de las explicaciones y aclaraciones aportadas por Lavagna, el Estado francés pidió a sus servicios internos una nueva evaluación de la situación de la economía argentina. A Roberto Lavagna le queda ahora la etapa más difícil del viaje: Alemania. Entre los cuatro países que visita en esta gira, Francia, Alemania, Italia y España, Berlín es el menos abierto a facilitar un acuerdo con el FMI. Símbolo de esa dificultad, debido a la huelga que paralizó ayer el transporte aéreo francés, Roberto Lavagna viajó en tren hacia Berlín: 12 horas de trayecto en vez de 1.
–Tanto usted como la delegación argentina parecían muy satisfechos de su encuentro con los responsables franceses, en particular con el ministro de Economía Francis Mer.
–La entrevista que mantuve con el ministro francés de Economía fue muy extensa y detallada. Tengo la impresión de que el mensaje fue entendido. Un país no puede agotar todas sus reservas para pagar la deuda. Francia es sin dudas uno de los países miembro del Grupo de los 7 que actuó de la manera más positiva en el seno del FMI. Algunos medios de prensa, por ejemplo Financial Times, hablan de una táctica argentina en las negociaciones con el Fondo. Pero acá no existe táctica alguna. Nadie puede entregar todo lo que posee para pagar porque entonces se queda sin nada. Para la Argentina es muy importante que haya cierto grado de consenso dentro del FMI. Los técnicos del Fondo no deben sentirse presionados por los países. En la última reunión del Consejo Directivo del FMI y durante la cual discutimos sobre la renovación de un préstamo de 142 millones de dólares esperábamos tener un dialogo muy duro. Finalmente, hubo diferencias pero todo el mundo se pronunció a favor de la renovación de ese préstamo. Algunos son más exigentes que otros, con un discurso más duro, otros, como Francia y Estados Unidos, son más flexibles. Me parece que el consenso es muy importante. Nosotros pensamos que todos los trabajos estrictamente técnicos están terminados. Ahora se trata de un período en el cual habrá que tomar decisiones políticas porque en lo técnico no se puede ir más lejos. Las decisiones políticas no competen a los funcionarios del Fondo sino a los países accionistas del Fondo, en particular los países miembros del Grupo de los 7. Ya no se pueden dar respuestas económicas o técnicas. Hay que tomar una decisión, es decir, determinar qué será más costoso para la Argentina y para el sistema: ¿llegar o no a un acuerdo? Eso es una decisión política.
–Si como usted dice la decisión es política, ¿qué es entonces lo que la traba si son los países como Estados Unidos, Francia o Alemania los que finalmente toman las decisiones? ¿Acaso la administración norteamericana dice una cosa y hace otra?
–No, de ninguna manera. Lo que ocurre es que Estados Unidos no tiene la misma influencia que antes en el Fondo. Pero debo decir que la posición norteamericana ha sido muy constructiva, particularmente en el curso delos últimos dos meses donde los norteamericanos trabajaron mucho con nosotros, al más alto nivel de la administración. Los Estados Unidos tienen una posición claramente favorable a un acuerdo. Espero en todo caso que se llegue a un acuerdo antes de las elecciones.
–No es el caso de Alemania. La posición de Berlín contrasta con la de Francia, Italia, España y, según se desprende de lo que usted dice, de los Estados Unidos.
–Sí, Alemania es más rígida. Hay problemas de percepción, problemas técnicos y sin dudas diferencias culturales que hacen más difícil la apreciación de la Argentina.
–Puede acaso decirse lo mismo de la señora Krueger. Además de haber mostrado una actitud francamente hostil hacia la Argentina, hace unas horas declaró que era preciso obtener garantías de que el dinero que se le iba a prestar a la Argentina no fuera a parar a otra parte.
–Podría estar de acuerdo con eso... sólo que falta un detalle: nosotros no pedimos dinero. Krueger tendría que explicar entonces lo que quiso decir realmente. La Argentina no pidió plata fresca, además es el primer caso en una negociación con el FMI donde no se pide un préstamo sino la renovación de todos los plazos correspondientes a los años 2002 y 2003.
–Usted es el ministro de Economía de un país al que, de alguna manera, se lo ha dejado solo, sin ayuda, y con el que ciertos sectores parecen querer dar un ejemplo.
–Mire, en contra de lo que se pensaba, nosotros salimos a flote. Solos, sin el apoyo del FMI y habiendo pagado este año 4300 millones de dólares a los organismos multilaterales. Imagínese cuánto más fácil sería si logramos obtener el acuerdo con el Fondo. Fíjese en la evolución del PIB. Llevamos dos trimestres positivos y el último trimestre del año también será positivo. Por primera vez desde principios de 1998, vamos a tener tres trimestres consecutivos de expansión. Creo que los datos son claros. Luego de cuatro años de recesión la reactivación económica es un hecho, incluso se empezó desde niveles muy bajos. Por esa razón, afín de hacer más sólida la reactivación, hemos tomado una serie de decisiones como la liberación del corralito y la reducción de dos puntos del IVA. Todo apunta a lo mismo: se trata de generar capacidad de consumo, de inversión y de liberar las fuerzas de la economía. Para el año que viene esperamos un crecimiento del 3 por ciento. Y quiero decir que fuimos prudentes porque varios bancos extranjeros que trabajan en la Argentina estiman que se puede llegar a un crecimiento del orden del 5 por ciento. Reconozco que hay un nivel de pobreza importante, creado por la recesión de los últimos 5 años. El Gobierno, a partir de mayo, aplicó un programa social destinado a brindarle a dos millones de familias un determinado monto por mes. Creo que ese plan permitió disminuir la tensión social. Pero aún queda un largo, largo camino para que los argentinos recuperen su nivel de vida. Eso es muy claro. Los niveles de pobreza que tenemos hoy son impensables para un país como la Argentina. La Argentina tiene alimentos para todo el mundo pero existe un problema de distribución del ingreso. Eso es lo que debemos cambiar porque es una vergüenza. Es increíble que un país como la Argentina haya llegado a una situación semejante.
–Los dirigentes de las empresas francesas con los que usted se entrevistó aceptaron el aumento de tarifas que ustedes proponen.
–Las empresas tuvieron una actitud razonable. Saben que hay límites establecidos por el mercado, límites fijados por las capacidades de consumo. Las compañías de telefónicas perdieron un millón de clientes durante la crisis.
–Usted viene después de varios ministros de economía: Cavallo, López Murphy, Machinea. ¿Qué errores cometieron ellos para estar en donde está hoy la Argentina?
–Mire, yo no me quiero pronunciar sobre personas. Pienso que se tardó mucho en salir de la convertibilidad. En 1991 fui partidario de laconvertibilidad, pero el error estuvo en que no se empezó a elaborar a tiempo la salida de la convertibilidad.
–Hay funcionarios de la administración menemista que acudieron a Estados Unidos, concretamente a las sedes de los organismos multilaterales, a pedir que no se le prestara plata a este gobierno.
–A mí no me consta. Pero si llegara a ser cierto se estarían cometiendo errores del pasado.
–Vuelvo al tema del FMI. ¿Cuáles son las condiciones que permitirían un acuerdo y cuáles son aquellas que lo bloquean?
–Repito algo que ya ha sido dicho por el Presidente y por mí mismo: a lo largo de las relaciones entre la Argentina y el FMI firmamos 19 acuerdos, de los cuales 15 no funcionaron. Esto se debe a la combinación de dos elementos: por un lado la actitud argentina que consistió en decir “bueno, vamos a firmar incluso si las condiciones son difíciles”. Del otro lado, el FMI siempre trató de obtener más y más. Esta vez nosotros hemos dicho que no, que no firmaríamos un acuerdo que dentro de tres meses no será respetado. El FMI afirmaba que era preciso aumentar 30 por ciento las tarifas públicas. Es inútil pedir eso: no vamos a firmar un acuerdo con un ajuste del 30 por ciento. Sería desastroso, tanto en lo político, lo social como en lo económico. No vale la pena insistir.
–Usted deja ahora Francia luego de la derrota de los socialistas en mayo y junio pasados. Lo que antes agitaba el campo de la izquierda, ahora agita el de la derecha. El sector más radical de la izquierda acusaba a los socialistas de aplicar una política llamada socialismo liberal. Ahora, algunos señalan que la derecha gobernante no escapa a esa disyuntiva con una política denominada liberalismo social. ¿Cuál es el mejor camino para usted?
–Bueno, ese es un debate muy europeo. Lo que yo le puedo decir es que toda América latina está pidiendo a los gritos políticas que combinen formas capitalistas de producción con un reparto más equitativo de la riqueza.