“La gente no quiere un gobierno títere.” “Yo no voy a hacer de payaso ni voy a hacer la payasada de promulgar el Presupuesto.” “Ruego a Dios y Nuestra Señora de Luján para que nos ilumine a todos, a nosotros y en especial a aquellos que han generado un serio problema de gobierno; ojalá todo vaya mejor.” Las definiciones y la encomendación divina pertenecen al ex gobernador bonaerense Felipe Solá, cuando el 17 de enero de 2005 anunció desde La Plata el veto total del Presupuesto provincial 2005, después de que los legisladores duhaldistas le quitaron la facultad de reasignar partidas presupuestarias. Ahora, socios en el Peronismo Federal, Solá y Eduardo Duhalde –que gozó de esas atribuciones durante sus dos mandatos como gobernador– batallan juntos para recortarle, entre otras cosas, esas mismas atribuciones al Presupuesto que Cristina Fernández de Kirchner envió al Congreso nacional.

Los archivos periodísticos no son los mejores amigos de los dirigentes políticos. Entonces, Solá no quería condicionamientos en su primer Presupuesto como gobernador electo, después de completar el mandato que Carlos Ruckauf abandonó en plena crisis de diciembre de 2001. En un durísimo discurso emitido desde la gobernación provincial, rodeado por la totalidad de los miembros de su gabinete, Solá acusó al duhaldismo de impedirle gobernar y poner en riesgo la gobernabilidad. El gobernador dejó claro que el Presupuesto, tal como lo había votado el duhaldismo, era una expresión de la avanzada en su contra.

“Frente al adjetivo de generar un alto grado de obstaculización del Estado me pregunto si no corresponde poner las cosas en su lugar”, dijo Solá, en clara referencia a los legisladores duhaldistas que le quitaron la facultad de reasignar partidas y nombrar unos 17 mil nuevos agentes, que “en los últimos 30 años nunca se le privó a un gobernador”. Una alusión directa a Duhalde.

Solá justificó su decisión en la necesidad de “asegurar la gobernabilidad” de los bonaerenses que “no quieren un gobierno títere” y “atado de manos” por una disputa política que lo obligaría a recurrir “unas 2000 veces” al Parlamento provincial para resolver “los problemas de la gente”.

“¿Para qué se elige un gobernador si no es, antes que nada, para que sea un administrador confiable, con autoridad para decidir sobre las necesidades cotidianas de la gente?”, preguntó y se contestó Solá en su discurso de 2005. También arremetió contra los duhaldistas que le modificaron el Presupuesto: “La gente quiere un gobierno con autoridad y no un gobierno títere dirigido desde otro lado, desde afuera”.

Solá vetó totalmente el Presupuesto y dictó el Decreto Nº 73, a partir del cual las acciones de gobierno de 2005 se “ejecutarán de acuerdo con lo previsto en el Presupuesto 2004”, porque “configura un escenario de virtual parálisis de la capacidad de gestión del Estado”.

El entonces gobernador recurrió a todos los argumentos posibles en el Salón Dorado de la gobernación platense. “Se pretende ante cada necesidad crear dos mil nuevas leyes por año, para crear una comisaría o nombrar o trasladar a un maestro”, dijo e intentó reflexionar con una nueva pregunta: “¿Por qué se le niega al gobernador tener facultad para tomar decisiones que todos entenderían y que hacen a las necesidades de la gente?”.

Incluso reclamó “a los legisladores, sobre todo a aquellos que fueron votados en la misma boleta (que él)”, y que le habían modificado el Presupuesto y recortado sus poderes que fueran “a conversar sobre cómo hacer para que cualquier crisis política no aparte la gobernabilidad”.

En 2010, Solá predica los argumentos opuestos a los que esgrimía como gobernador para oponerse al Presupuesto del Gobierno, comanda un bloque de diputados donde la mayoría –no es su caso– llegó a la Cámara baja en la boleta de Cristina Fernández de Kirchner y comparte la sociedad opositora con los duhaldistas, que entonces le cercenaron su propia previsión presupuestaria. Claro que ahora sus aspiraciones políticas son diferentes.