EL PAíS
El socialismo con una fuerte dosis de realismo
En la semana final, Bravo y Giustiniani preparan el cierre en Rosario de una campaña que tuvo problemas de recursos. Las expectativas de resultados ahora son mucho más moderadas.
Por Eduardo Tagliaferro
“A esta altura aspiramos a estar entre los seis primeros”, dice en confianza un destacado dirigente del Partido Socialista cuando se le pregunta por lo que esperan para el 27 de abril del binomio Alfredo Bravo-Rubén Giustiniani. Lejos de agorero, el pronóstico contiene una fuerte dosis de realismo. Desde el 14 de marzo, día que los socialistas presentaron la fórmula en el Complejo La Plaza, al 23 de abril, cuando en la Plaza Pringles de Rosario realicen el acto de cierre, habrán gastado cerca de 200 mil devaluados pesos. Amén de la falta de recursos, también tuvieron que vérselas con distintos tipos de operaciones mediáticas, como las versiones, que ellos le endilgan a gente del ARI, sobre supuestas negociaciones para que declinaran su candidatura para apoyar a Elisa Carrió. El día anterior al acto de Rosario, los candidatos hablarán en el Teatro Friulano de Avellaneda para dar por finalizado el periplo proselitista en la provincia de Buenos Aires.
Antes de que Bravo y Giustiniani enfrenten a los 10 mil concurrentes que los socialistas esperan en el cierre de campaña, el intendente de Rosario, Hermes Binner, les dará la bienvenida formal y oficiará de tercer orador. Los comicios del 27 serán los primeros –luego de la unificación partidaria– que los socialistas tendrán fórmula propia. El antecedente más cercano fue en 1989, cuando socialistas populares y democráticos coincidieron en la postulación de Guillermo Estévez Boero y Bravo.
Después de viajar juntos durante mes y medio en un Peugeot 504 y en avión a los lugares más alejados, la semana que viene los dos candidatos enfrentarán una prueba de fuego. Fanáticos por el fútbol, su humor estará atado al resultado del partido entre Rosario Central y River Plate. Así como es conocida la adicción de Bravo por los campeones del siglo, no es tan difundida la simpatía por los “Canallas” rosarinos y el pasado de jugador de fútbol de Giustiniani, o “Pechito”, como lo llaman sus amigos de la infancia. Con cierta objetividad, quienes lo vieron jugar en las ligas locales hasta los 16 años dicen que “Pechito la movía con cierto arte”.
Gambetas es lo que los candidatos se vieron obligados a realizar en una ruta de La Pampa, cuando se enfrentaron con un camión que venía de realizar una maniobra peligrosa. Salieron ilesos, pero el 504 terminó en la banquina. Cuando se enfrentaron a una editorial dominical en la que se sostuvo que Carrió le había pedido que bajara su candidatura para apoyarla, el peligro no vino de frente. “Son travesuras de un partido desesperado para sumar votos en las elecciones”, declaró Bravo. La chaqueña había recurrido a los buenos oficios del diputado porteño Fernando Melillo, que cumplió con el rol de emisario en el propio despacho del socialista. Contrariamente a lo habitual, en esta ocasión Bravo dominó sus reacciones.
El incidente no hizo más que acentuar su enojo con su antigua compañera de bancada, la antigua hija adoptiva con la que fundó el ARI al abandonar el bloque de la Alianza. Este docente que se jubiló como director de escuelas en 1988, luego de haber renunciado a la jubilación de privilegio por haber ocupado un puesto destacado en el Ministerio de Educación durante el gobierno de Raúl Alfonsín, sostiene en privado que “Carrió está cometiendo los mismos errores que Carlos ‘Chacho’ Alvarez”. Le critica la falta de construcción política y un liderazgo excesivamente personalista. El archivo periodístico, que suele jugarle una mala pasada a la mayoría de los políticos, muestra que en diciembre del ‘97, cuando en un reportaje de la revista La Maga le preguntaron si podía nombrar tres políticos contemporáneos que pudieran ponerse como ejemplo, Bravo respondió: Carrió, “Chacho” Alvarez y Graciela Fernández Meijide. Mucha agua corrió bajo el puente.
Quienes se acerquen a los actos de cierre seguro escucharán al propio Bravo preguntarse ¿qué proponemos los socialistas? Aunque repetida, la respuesta da cuenta del perfil político ideológico de los seguidores de Juan B. Justo. “Básicamente proponemos una redistribución de la riqueza en sentido inverso a la que se produjo en el último cuarto de siglo; es decir, proponemos transferir recursos desde la especulación hacia la producción y desde las empresas hacia los trabajadores.”
Todas las cartas están prácticamente fuera del mazo. Como buen riverplatense, Bravo sabe que el resultado es una contingencia. Por lo pronto intentó con los recursos a su alcance, hacer “jogo bonito”.