EL PAíS › REPORTAJE A ROBERTO LAVAGNA, MINISTRO QUE SE SUCEDERA A SI MISMO SI KIRCHNER ES PRESIDENTE
Maniobras políticas detrás de la especulación
Recién llegado de la gira por Brasil y Chile, acompañando a Néstor Kirchner, el ministro se prestó a un diálogo sobre los puntos críticos, a su criterio, del cuadro económico. El sistema previsional, la banca pública y la especulación financiera están bajo la lupa. Duro cuestionamiento al papel de los organismos internacionales, a los que responsabiliza de haber prolongado la convertibilidad.
Por Fernando Krakowiak y Raúl Dellatorre
Por lo general esquivo con la prensa, Roberto Lavagna trata de no abandonar nunca su libreto. Pero a lo largo de la entrevista que concedió a Página/12, fue aflojando algunos de los sectores clave a los que piensa echar mano. “El sistema de jubilaciones, tal como está, es inviable”, dispara, sin admitir repreguntas ni dar precisiones. Desliza que detrás del ingreso de capitales especulativos de los últimos días puede haber intencionalidades políticas y no oculta sus críticas a los organismos internacionales, sin cuyo “aporte”, sostiene, “la convertibilidad no hubiera durado once años”. Hace campaña a su modo, sin hacer nombres propios cuando ataca, salvo cuando acusa a los integrantes de la sección Economía de Página/12 de ser “un poco retorcidos”.
–¿Cómo interpreta la reaparición de la especulación financiera que se dio en estos días, con la entrada al mercado de los capitales golondrina?
–En realidad, los capitales golondrina han aparecido en todos los mercados. Con los ministros (Antonio) Palocci en Brasil y (Nicolás) Eyzaguirre en Chile comentamos la violencia con que se está produciendo la irrupción de capitales de corto plazo en toda la región. Actualmente, las monedas de México, Brasil, Chile y Argentina están sometidas a una presión hacia la revaluación. Esto tiene que ver con los bajísimos rendimientos financieros que hay en los mercados centrales, donde además hay perspectivas de mayores bajas. La memoria de los operadores financieros es corta y cuando hay un diferencial, se juegan. En nuestro caso, estamos impulsando una baja de tasas para tratar de no hacerles el juego, pero en las últimas 48 horas la especulación parece haber sido mayor.
–¿Hay motores políticos, además de especulativos, detrás de estos movimientos de capitales?
–Uno nunca sabe si tiene algo que ver con algún tipo de operación política. No lo sé, pero tampoco lo descarto. Vamos a tomarnos unos días para ver si hay alguna especificidad entre lo que está pasando en Argentina y lo que ocurre en el resto de América latina. Si vemos que es así, vamos a usar algún otro instrumento.
–¿Más allá de inducir una baja en las tasas?
–Seguramente.
–En los meses que lleva al frente del Ministerio de Economía la mayoría de las acciones apuntaron a resolver cuestiones coyunturales, ¿cuales serán los objetivos a mediano y largo plazo si Néstor Kirchner gana el ballottage?
–Disiento un poco de la caracterización inicial, porque llevar adelante el proceso de reunificación monetaria y volver a poner sobre sus pies al sistema financiero no me parecen cuestiones coyunturales. Cuando nosotros nos hicimos cargo del Ministerio definimos la política económica como de normalización, estabilización y recuperación. En los primeros cinco meses la magnitud de la crisis requirió acciones de salvataje para frenar la caída. Durante los meses siguientes la situación se orientó más a la recuperación con vistas a asegurar en el mediano plazo el crecimiento con distribución. El objetivo, hacia adelante, sería seguir consolidando este proceso y asegurar un crecimiento sustentable.
–¿Cómo se hace para asegurar que el crecimiento se distribuya entre la sociedad y evitar el proceso de concentración que ocurrió, con crecimiento, en la década del ‘90?
–Algunas medidas de política económica tienen un sentido que va mucho más lejos en sus consecuencias de lo que parece a primera vista. Por ejemplo, el tipo de cambio flotante y alto, automáticamente, juega a favor de los sectores de bienes transables, pero a su vez juega a favor de las pymes y de las economías del interior del país. El modelo basado en la sobrevaluación de la moneda nacional estaba centrado básicamente en actividades financieras que están todas en manos de grandes empresas y concentradas en la Capital Federal.
–¿Por qué no impulsar una redistribución del ingreso que favorezca el crecimiento en lugar de esperar que los efectos del crecimiento se derramen sobre la población?
–Nosotros no adherimos a la idea del derrame. Es evidente que no ha funcionado. Toda la política salarial que hicimos el año pasado tuvo que ver con la posibilidad de manejar de manera simultánea aumentos de productividad e ingresos de los sectores medios y medios bajos. Los ingresos se mueven por el nivel de ocupación, los salarios y las horas trabajadas. Subió muy fuerte la cantidad de horas trabajadas y algo la ocupación y el salario. Nos fuimos manejando de esta manera porque, así como el derrame no funciona, tengo serias dudas sobre la efectividad de las políticas que empiezan por redistribuir algo que todavía no ha sido producido.
–¿Por temor a un proceso inflacionario?
–Así se puede generar un proceso de inflación que se come lo que uno intentó hacer y empeora lo hecho. Y es sabido que el más perjudicado por el impuesto inflacionario es el sector de ingresos fijos, el asalariado. Creo que el camino es manejar masa de ingresos y productividad simultáneamente. Porque no es imposible ni mucho menos lograr mejoras en la productividad. Hay grandes ventajas en la actual situación para lograrlo, porque hay cantidad de recursos humanos y de capital no utilizados. Después suelen aparecer los cuellos de botella, pero cuando hay oportunidades de negocios, tienden a quebrarse solos.
–En la propuesta económica de Kirchner se hace especial énfasis en la obra pública, ¿cómo se plantea esto en función de recursos?
–Se habla de obra pública, pero entendida como infraestructura pública que en muchos casos es ejecutada por privados. En estos días está en Buenos Aires una misión de la Corporación Andina de Fomento para analizar una serie de proyectos. Ahí hay recursos importantes. La otra opción es la que discutimos con el Banco Mundial y el BID. Nosotros estamos planteando que tienen que volver a financiar proyectos y no financiar los desajustes de los balances de pagos. En el caso de Argentina lo ideal hubiera sido que esos desajustes no hubieran sido financiados, en cuyo caso la Convertibilidad no hubiera durado once años. El propio sector privado va a encontrar inversiones rentables. No veo que en este momento el tema financiamiento sea el más grave de todos.
–¿Qué piso piensa fijar el gobierno en la renegociación de la deuda con los tenedores de bonos?
–Ustedes deben imaginar que no voy a darles un porcentaje. Lo único que puedo decir es que los acreedores son muy disímiles y ofreceremos un menú de opciones. En algún caso el énfasis estará puesto en la reducción de capital, en otros en la reducción de la tasa de interés y en el alargamiento de los plazos. Cada cual elegirá de acuerdo a sus necesidades.
–¿Se va a diferenciar a los acreedores, según su origen o si son individuos o instituciones financieras?
–Si hay un principio básico que se respeta es el tratamiento equitativo de los acreedores, porque cualquier violación implicaría una catarata imparable de juicios.
–¿Qué puede llegar a pasar si la negociación fracasa?
–No hago ese tipo de especulación. Pero vale la pena aclarar que hoy el 52 por ciento de la deuda externa argentina está performing, sin ningún tipo de atraso. El 48 por ciento restante, que no es un paquete menor, esta en vista de reestructurarse.
–¿Qué expectativas de recomposición de los salarios pueden esperar los empleados públicos?
–Este año tienen la recomposición del 13 por ciento.
–Pero eso no es un aumento.
–Ustedes saben que durante los 90 hubo un ajuste de los salarios privados que no fue seguido por el salario público. Lo que hay son reacomodamientos relativos. El año que viene ya se verá.
–¿Los recientes elogios del FMI se deben interpretar como una señal política hacia quien ya descuentan que va a ser el futuro ministro de Economía?
–Creo que no. Ellos tenían la idea, compartida por muchos analistas argentinos, de que la hiperinflación y el colapso del sistema financiero eran inevitables. Ese riesgo existía, pero nosotros nos pusimos a trabajar para que no fuera y al Fondo le costó ir adaptando su percepción a lo que era la realidad argentina. Estaban fuera de foco. La realidad es mucho mejor que la percepción que ellos tenían y esto le otorga una base más sólida para negociar a las nuevas autoridades que asuman el 25 de mayo.