Seguridad. El gobierno peruano no ahorró medidas a la hora de proveer seguridad a los más de dos mil asistentes de la Cumbre, entre jefes de Estado, funcionarios, empresarios y periodistas. Así, se desplegó un operativo que incluye diez mil efectivos, helicópteros, embarcaciones patrullando la costa y francotiradores en los edificios vecinos a las tres sedes. Además, se cortaron calles para garantizar el tránsito tranquilo de los visitantes. Para hacerla completa y evitar que, por estas mismas medidas, Lima se convirtiera en un caos, ayer y hoy declararon feriado.

Oraciones. El choque de culturas puede ser fuerte, sin embargo los organizadores han intentado que los visitantes de Medio Oriente y Africa se sientan lo más cómodos posible. Así fue que montaron, en la Biblioteca Nacional, donde funciona el centro de prensa, una habitación especialmente acondicionada para que los creyentes en el Islam puedan realizar sus oraciones. Se trata de un espacio muy sencillo, con paredes negras, una alfombra sobre la que pueden andar descalzos y una foto de la ciudad sagrada de La Meca señalando la dirección hacia la que deben inclinarse los creyentes a la hora de los rezos.

Menú. Otro asunto que debió adaptarse a las costumbres árabes fue el menú. Como la carne de cerdo está prohibida para los mahometanos, fue retirada no sólo del menú que se sirve en las sedes de la Cumbre, sino incluso también en el de todos los hoteles donde se alojan mandatarios o empresarios árabes. En reemplazo, se prefirieron los platos con pescado y vegetales, típicos de la exquisita gastronomía peruana.

Licores. El precepto islámico de no beber alcohol, sin embargo, no ha impedido que en el sector para los periodistas haya un puesto donde se pueden probar distintas variedades de licores típicos. De maracuyá, de lúcuma y café, y la estrella: uno de pisco y chirimoya que, según cuenta su creador, Eladio Espinosa, le gustó tanto al ex presidente norteamericano George Bush cuando lo probó, en ocasión de la Cumbre de APEC de 2008, que terminó bebiendo “seis copas” que lo dejaron mareado.